El ambulante que vende sombreros a la entrada del Movistar Arena en Bogotá ofrece por veinte mil pesos la última unidad disponible y dice que ha tenido la mejor venta en meses, a expensas de la presentación, esa noche, del fenómeno de la canción romántica Marco Antonio Solís.
La gigante pantalla del renovado coliseo, ofrece fotografías de presentaciones icónicas del artista de Michoacán que en minutos hará presencia en Bogotá. En la fila de acceso, un joven que porta un banderín con el tricolor mexicano, tararea Invéntame, uno de los himnos del Buki, otros asistentes al evento le hacen el coro, todos coinciden en que es un tema infaltable en los recitales del cantautor.
Son las ocho de la noche, hora señalada para la apertura del evento a cargo de la legendaria Paquita la del Barrio. Un ejército de chicos atiende a los últimos aficionados en arribar. Entre el centenar de trabajadores logísticos está Gonzalo Jiménez quien ejerce como acomodador por un pago 45 mil pesos el turno. Presuroso y atento da indicaciones de pasillos, lugares, accesos y sillas con una precisión absoluta. El joven que pareciera tener el mapa del recinto calcado en su cabeza, no ha visto a ninguno de los artistas presentados en el Arena desde su apertura hace un año. Una vez iniciado el evento, se encarga de la puerta y le es imposible tener contacto visual con la tarima principal. Paradojas de su particular oficio.
Con intro de trompeta y rumores de guitarrón mariachi, Paquita inicia dando cátedra con el poderío de su voz. Aunque en fase de recuperación, tras el impase médico que la llevó a hospitalización hace apenas unas semanas, se entrega en cada canción y el público que se cuenta en 13 mil asistentes, se lo agradece con aplausos y acompañándola en los coros de sus regaños cantados, así como en versiones de rancias melodías del charro José Alfredo Jiménez . Una hora le basta a Paquita para cautivar a los capitalinos reunidos en el concierto que adquiere matices de ritual.
La imagen de Paquita en su vestido de lentejuelas, sentada interpretando Acá entre nos de Martín Urieta, quedará como una de las postales del inicio de una noche mágica. Una multitud rendida y coreando el “Paquita Paquita” es el tributo para la intérprete de Rata Inmunda, su número más famoso, cantado hasta noche por su público en un celebrado cierre de presentación.
El embrujo
No ha salido el Buki a escena pero el magnetismo asociado a una figura de talla mundial suscita emociones entre sus miles de seguidores, que impacientes con los ajustes de última hora en el escenario, lo llaman en un cántico que inunda cada rincón del renovado centro de espectáculos. Seguramente, en camerinos, el formidable Marco Antonio los alcanza a escuchar. Los que no cantan reproducen en sus móviles presentaciones muy recordadas especialmente de su show en la más reciente versión del Festival de Viña del Mar.
Previo y estratégico juego de luces, Marco Antonio, acompañado de 14 músicos y 4 bailarinas, aparece en escena. El foco principal ilumina al artista que vestido de blanco impecable saluda a Bogotá. Una de las vecinas de platea, nos ilustra sobre la indumentaria del cantante, “es la misma que usó en Viña del Mar”, otro asistente, cerveza en mano, apunta con voz entrecortada “ese Marco el mismo Jesucristo Superstar”.
El aficionado no exagera, el Buki es una leyenda viva de la música hispana y de su presencia irradia la energía especial que toca a las celebridades. Con su soberbia banda que incluye dos teclados, guitarra eléctrica, bajo y tres bellas coristas, inicia un recital que invita a suspirar por amores juveniles, a abrazar a la pareja, suplicar o perdonar y también a llorar sin precisar la razón. Quizá es romanticismo que a todos nos habita y que Marco Antonio sabe descifrar con sus letras sencillas o la nostalgia que está cosida a su manera de interpretar.
Si no te hubieras ido, ¡A dónde vamos a parar?, Peores enemigos, O me voy o te vas, Mi eterno amor secreto, Tu Cárcel, entre otras joyas de su repertorio llenan una velada fantástica propicia para inspirar los romances que apenas empiezan y el marco perfecto para los matrimonios que refrendan votos mientras corean las sentidas letras del aplaudido cantautor.
Hay lágrimas, y besos prolongados. Promesas de inclaudicable amor desfilan en esta ceremonia presidida por su majestad Marco Antonio Solís. Las pantallitas de los celulares como señal de agradecimiento al Buki. Sus mensajes de la necesidad de volver al amor esencial, al respeto por el prójimo, al cuidado de la familia quedan en la memoria como la impronta de un artista integral, del compositor que hace ya casi medio siglo nos trajo sus poemas, sus esquelas musicalizadas que generaciones de latinos buscamos a la hora de pedir excusas a la novia, para reconquistar a la esposa o simplemente para celebrar la amistad y el amor.