Esta campaña presidencial es una vergüenza y no por todos los escándalos que ha generado y degenerado, sino porque ha despertado un grado alto de decepción entre los colombianos que creíamos que el voto podía servir para una transformación, pero no; por la sencilla razón de que la democracia nuestra no es que sea frágil sino es que no existe en el contexto mismo de los principios fundamentales como es la justicia. Cuando un país sostiene un sistema judicial corrupto, politizado, controversial en su toma de decisiones es un país que fluctúa sin ningún rumbo para dónde mejor la lleven sus corruptos.
Porque democracia no es solo depositar un voto, escoger libremente sino el garantizar que la política cumpla su función constitucional de servir, de beneficiar al común y no al particular, y aquí es donde entra la contaminación que hoy fastidia, desilusiona, enerva en ese círculo vicioso que representa cada campaña electoral. Porque gane quien gane todo seguirá igual para Colombia, los empresarios poniendo presidentes, los medios que son de esos mismos empresarios retardando al grueso número de colombianos con cada información banal y los políticos gozando de sus millonarios salarios en un sistema legislado a su acomodo, a su beneficio y el ciudadano viviendo de la caridad como es interpretado en este país las obras de un político: cualquier cosa que nos den es cariño, cuando es una obligación construir casas, puentes, vías, puestos de salud, escuelas y mejorar las condiciones de vida enseñando a trabajar bajo la instrucción y no de tantos subsidios que nos hacen ser dependientes de un estado paternalista. Pero es que nuestro sistema así como está hecho beneficia al político y no al ciudadano y entre otras porque ninguno de estos candidatos a la presidencia sabe lo que es ser pobre, o de clase media, son de cuna, hasta Clara López que enarbola la bandera de la izquierda y cuando el puerco no sabe que es comer afrecho es porque no ha estado en la porqueriza. Y así es muy difícil gobernar para la gente, se hace para la élite, lo demás se rellena como saben hacerlo los asesores publicitarios. Y gane quien gane todo seguirá igual, usted interponiendo acciones de tutela para que lo puedan atender dignamente en una EPS que son las mismas empresas que estos políticos crearon y de las cuales son socios y que no quieren acabar con una verdadera reforma a la salud, ¿por qué y dónde queda el negocio? La corrupción se puede controlar con una reforma al sistema judicial y político pero en manos de nuestra clase política jamás lo va a permitir y ni esperar siquiera que mueran porque su puesto lo heredan a sus hijos-delfines- como si nuestro sistema político fuera una monarquía. Una práctica descarada, abusiva y a la vez muy complaciente en la endogamia electoral del país.
Y después del 25 de mayo usted seguirá agarrando Transmilenio, bus o en lo que pueda movilizarse apegándose a todos los santos de verdad, porque usted no tiene escolta, para que no lo atraquen, lo ataquen con ácido, tratando de ganarse la vida para poder subsistir y viviendo o leyendo las mismas denuncia de infiltración de dinero de la mafia en las campañas como aquellas del 8000, y nada pasó, mataron a Cano, Reyes, el mono Jojoy y otros de la guerrilla y nada cambió. A Uribe lo siguen relacionando con jefes paramilitares y no hay investigación ni resultados. El campo seguirá a merced de los TLC y el paro la única opción de los campesinos. Los hijos de esos mismos campesinos y de los estratos bajos y medios engrosando las filas de las empresas de la muerte, llámese policías, militares, guerrilla, bacrim. El diferendo limítrofe con Nicaragua que ya lo perdimos seguirán insistiendo en que no, y todo lo seguirán dilatando hasta otra campaña cuando se saquen los trapitos al sol. El fenómeno del niño y la niña haciendo de la suya y provocando que el mejor negocio sea la crisis, con las alzas en la energía por la sequía pero no la bajan cuando hay excesos de lluvia y represas full. Los medios buscando cualquier chisme para hacerlo viral y las víctimas del conflicto armado esperando justicia y reparación, pero cómo si es la misma corrompida creada por los políticos que patrocinaron toda esa barbarie. Así que si gana Santos o Zuluaga nada cambiará, los otros no tienen más opción que probar su orgullo en definirse si son santistas o uribistas, al igual que el resto de colombianos que defiende a uno de estas dos tendencias polarizadas en una derecha descarada e hipócrita.
El voto en blanco que promociona el escritor Fernando Vallejo no satisface mi conciencia ya que a esa señal de protesta, si gana, le abre la puerta a otros en un sistema electoral colombiano amañado para ser candidato en cuerpo ajeno, con tantos ventrílocuos expertos en politiquería.
Mi opción es abstenerme de votar como un castigo a nuestro actual sistema electoral y politiquero aunque muchos pensaran que se le deja la opción para que otros elijan y después no tengo de que quejarme, es mentira, porque tendré tranquilidad apelando a la libertad de conciencia ciudadana de la cual considero que no hay las garantías necesarias para que mi voto tenga una respuesta verdadera en el accionar de la política y en los beneficio y solidez de ley, por lo tanto no reconoceré a ninguno de estos dos como mi presidente, seré un anárquico pero respetuoso de la ley, que en mi caso si funcionará con todo su peso si la violo porque soy un mojón más de colombiano que cualquier político pisa a su antojo con la complacencia de los poderes que nos jactamos son democráticos, y después para reclamar me dirán como les dicen a todos, haya votado o no, en tutele. . .