Siempre he evitado el nepotismo pero ya después de tantos premios y libros no puedo evitar referirme al trabajo de una prima hermana. María Elvira Escallón es una artista cuyo trabajo tiene una carga conceptual alrededor de las temáticas de la memoria, la negligencia institucional y el paso del tiempo. Una de sus obras se relaciona con la bomba que explotó en el club El Nogal donde como siempre, la vida y la muerte van de la mano. Ella, estaba a cargo de las actividades culturales de un lugar donde se suponía el único riesgo era complacer en los distintos ritmos, la distracción de los socios de todas las edades se encontraban allí el 7 de febrero de 2003 a las 6 y 15 p. m. Un viernes donde todo cambió. Se esfumó el esparcimiento mientras la fuerza de la detonación de una bomba de 200 kg solo dejaba destrucción y víctimas inocentes. Murieron 36 personas y quedaron heridas 200. Ella se salvó porque minutos antes había salido del lugar pero en los días siguientes le pidieron que realizara un registro de patrimonio artístico del club y para ello, su ojo y la utilización de la cámara fotográfica quedaron marcados y con destino propio. En el transcurso de la vida suceden hechos que nos revelan un don. Verle una otra cara a la muerte, al sufrimiento, para guardar una memoria y dar testimonio de lo ocurrido. Hoy en día, no se sabe con seguridad los responsables de los hechos o si los socios se acuerdan de los acontecimientos. Nada pasó.
Años después se animó a mostrar las fotos de aquel insólito desastre que tituló “Desde adentro” o como explica Michel Foucault en su libro: “El pensamiento del afuera”. Quedó marcada la distancia que solo deja la memoria. Y en esa exposición, le dejaron una nota que decía: “Visite al enfermo más grave de Colombia”. Y firmaba La Capilla del San Juan de Dios. Petición que tuvo de la artista una inmediata respuesta.
Encontró el cascarón de lo que había sido según Wikipedia “El Hospital San Juan de Dios - Instituto Materno Infantil es un hospital de carácter público fundado en 1723 en la ciudad de Santafé de Bogotá - actual Bogotá, Colombia, aunque venía prestando servicios de salud desde 1564 gracias a las donaciones hechas por Juan de los Barrios fue convirtiéndose en Hospital público administrado por la Beneficencia de Cundinamarca. Fue clausurado el de 29 de septiembre de 2001. Es uno de los símbolos más importantes de la historia de la medicina en Colombia y es referencia como el principal centro de salud pública y de investigación científica médica.”
Otra vez, el sufrimiento comprimido se asomaba en espacios que por el abandono absoluto eran sólo testigos obsoletos. Ella se dedicó a registrar sin cansancio, la torre central del hospital, donde había una tecnología moderna que se caía a pedazos. Trece salas de cirugía donde los fantasmas eran ecos de la sobrevivencia del dolor. No había luz, ni agua. Todo el esfuerzo de siglos se perdía ante la indiferencia de los políticos.
La artista se dedicó a tomar fotos de día y de noche y realizó un foto-inventario que hizo en 540 recorridos para no dejar por fuera ningún esfuerzo vida ni tampoco las muchas muertes de años de sufrimiento. Con ellas realizó diez mil postales que, con sus fotografías, fueron su denuncia consciente de la decadencia y el desperdicio de un centro que fue de primer nivel. El Senado, por lo menos, lo designó patrimonio arquitectónico y científico de la nación a ese lugar que en 1960 fue remodelado a semejanza del Instituto Luis Pasteur.
Eso sí, la artista encontró la capilla y a 9 enfermeras que mantenían con inercia al enfermo más grave de Colombia. Las camas vacías de hierro verde se convirtieron rápidamente en su tema más importante porque en esa estructura se encontraba la carga del dolor.
Captar el recorrido de los espacios vacíos, las puertas que llevan los corredores sin rumbo, Escallón encontró el sentido de la inutilidad que también es la valiosa facultad que nos muestra los limites humanos.
De allí es fácil imaginar y pensar en la continuidad de su trabajo donde realizó en la estructura metálica un colchón de pasto que germina o por lo contrario, otra cama que ubicó en el vestíbulo de un colegio abandonado en Cali le cayeron siete toneladas de arena del Río Cauca.
En su último trabajo también se relaciona con el paisaje de la memoria cuando retoma un fragmento del canto III de la Ilíada donde los líderes de la Guerra de Troya deciden detener esa cruenta guerra y ordenan a sus ejércitos que se desarmen en el campo de batalla. El verso dice : “Detuvieron los corceles, bajaron de los carros y dejando las armaduras en un fértil suelo, se pararon muy cerca los unos de los otros”. Reconociendo una resonancia con nuestra situación política actual en la tensión que esta situación plantea, la artista realiza su trabajo “El fértil suelo- la Travesía”, una video-instalación a la que se accede a la sala por un estrecho corredor de más de 40 puertas usadas, que ahora no son entrada ni salida, para encontrar una enorme proyección de video en blanco y negro que nos presenta el difícil recorrido de un ciego que carga a un tullido (única forma en la que pueden avanzar), dos antiguos adversarios que vuelven de la guerra. El espíritu del proyecto es invitar al espectador a volver con ellos y a hacer parte de esta travesía hacia la paz.
Con esa obra, concursa para la X versión del Premio Luis Caballero. Puede verse en el Museo de Arte Moderno (MAMBO) hasta el 2 de noviembre.
Como una licencia poética, María Elvira Escallón talla árboles vivos. Respeta a la naturaleza mientras informa de sus otros destinos como son las formas arquitectónicas o los muebles y en otras talla formas orgánicas donde continua su vida en su función natural.
