Cauca y la coherencia del clientelismo

Cauca y la coherencia del clientelismo

La pobreza continúa siendo hábilmente aprovechada por la corrupción de los mismos y mismas de siempre, que encontraron el hilo conductor de su entramado

Por: omar orlando tovar trochez
octubre 11, 2019
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Cauca y la coherencia del clientelismo
Foto: Pixabay

Si en algo ha destacado la sociedad caucana, más allá de su asombrosa resiliencia, es en su sempiterno espíritu clientelar; instaurado, prohijado, replicado y promovido desde hace más de doscientos años hasta hoy por las mismas élites económicas con parentela en Cartagena, Bogotá  y Neiva, que han mandado en esta tierra desde siempre.

No se necesita emprender la complicada tarea de elaboración de la genealogía caucana, para observar que han sido las mismas cinco o seis familias (presidenciales todas ellas), las que han determinado el destino económico y político del Cauca, a partir de su poder económico sustentado primero, por la grosera acumulación de tierras y en segundo lugar por una economía agropecuaria y minera soportada en el esclavismo y el terraje, añoradas hoy día por algunos miembros del notablato Payanés.

Pero esa nostalgia por un pasado lleno de honores, esa hambre de riqueza y gloria que padecen los nietos, nietas, sobrinos y primos de quinto grado de los expresidentes, ha sido subsanada en alguna forma, a través del ejercicio del poder político y su opíparo menú compuesto por nombramientos, nóminas y contratos. Era imposible pensar que gente bien, con tan feraz prosapia, se quedara por fuera del mando y la repartija de la untuosa mermelada estatal, que les permite hasta hoy día, seguir mandando en esta tierra llena de gente brusca e inculta, que necesita de la mano fuerte y el corazón generoso de las y los descendientes de los hispanos centauros que nos legaron la lengua y la religión.

Esta narrativa, con el paso de los años, se ha convertido en una consuetudinaria práctica de relacionamiento social, esto es, las gentes de bien, con linaje, ven en el resto de los caucanos (indios, negros y campesinos) ese estrato social sobre el que ellos, los de bien, deben prosperar y para lo cual es menester, sembrar la discordia entre el lumpen, llenarlo de aguardiente y nombrarle en uno que otro puestico a los miembros de su prole e incluso, como en los tiempos de los egregios payaneses, Hilario López , Tomás Mosquera, Iragorri Hormaza o el colado Peláez, hacerlos nombrar concejales y a algunos, hasta alcaldes de esas inhóspitas tierras caucanas.

A partir de esta relación de codependencia político-económica, en la que los y las descendientes de los centauros españoles necesitan de los menesterosos para mantener su estatus socio-económico de aristócratas criollos y a su vez, en la que los pobres necesitan de estas castas políticas para tener la esperanza, de poder satisfacer, así se de manera exigua y ocasional, alguna de sus necesidades o las de algún pariente, en peor infortunio, es en la que se ha desarrollado el triste devenir del Cauca en los últimos doscientos añitos.

Claro, las cosas han cambiado. Ahora ya no se habla de los negros liberales o los indios conservadores, no, la modernidad política por fin llegó al Cauca. Ahora, por ejemplo, se puede hablar de indios liberales y negros conservadores, aunque los partidos ya no se llamen así. Hoy en día, al conservador que no es tan conservador, pero que no es liberal, le llaman cambio radical y hasta tiene candidato Afro para la Gobernación del Cauca y es Afro, porque a los negros no se les llama negros sino afros. En la actualidad, los liberales, los del trapo rojo, que todavía los hay, tienen a un doctor Ramírez juntando despistados de otros partidos liberales, que no lo son tanto, pero que no son conservadores, como el de la U, el del León, que no es tan liberal, pero no es Centro Democrático, pero casi y el de Santos que era afro, pero que ahora es liberal, pero de izquierda, pero no tanto, como la Alianza Verde, que antes era alternativa, pero hoy no..

Entre tanto, en pleno inicio del siglo XXI, los indios que antes tenían partido que se llamaba ASI, pero que ahora es de los paisas de Fajardo que no es uribista, pero tampoco es antiuribista; ahora tienen a MAIS, que no es indígena del todo ni de izquierda, pero al que los indios liberales no quieren, porque están con los doctores liberales, que si son, o con el indio Piñacué, que fue senador por los indios, pero que ahora se fue con los doctores liberales, que si son liberales. Y ya, casi a punto de las elecciones del 2019, el resto de los llamados de izquierda, menos la Alianza Verde, que como Fajardo, es pero no tanto, respaldan al candidato de los indios, que es campesino, menos la Alianza Verde, que como Fajardo, son alternativos pero están con los liberales tradicionales, aún no pudieron encontrar el camino para juntarse y repetir el avance que tuvieron con el doctor Petro.

Si al igual que mucho caucano de bien, pero sin plata, con pasado pero sin prontuario, a usted, le parece lo anterior un total berenjenal, no se preocupe, lo único realmente coherente de todo este enredo es la pobreza, hábilmente aprovechada por la corrupción de los mismos y mismas de siempre, que encontraron en el clientelismo el hilo conductor de su coherencia politiquera.

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