A menos de veinte días de las presidenciales, con las páginas de los principales diarios atiborradas de esas encuestas que jamás atinan, con los dizque candidatos más opcionados protagonizando los espectáculos más bochornosos, de esos que producen pena ajena, porque a ellos no les causa ni el más mínimo asomo de vergüenza y, para colmo de males, un expresidente por ahí, creyéndose el gran embuste de que de verdad es el “gran colombiano”, rasgándose las vestiduras implorando ética, transparencia y moral, como si tuviera idea del trasfondo de esas expresiones… los colombianos asistimos a un espectáculo sin precedentes, y todavía no sabemos si desocuparles el país o sentarnos con el tarro de crispetas a ver en qué va a parar todo este asunto, si es que mañana los medios de comunicación no sepultan todo detrás de cualquier noticia, de cualquier conductor ebrio, o cualquier especial de día de madres.
A mí, personalmente, me da la impresión de estar asistiendo a esas mechoneadas de mamás de barrio, de esas que terminan “alegrando calle” cuando van a hacerle el reclamo a la mamá de un hijo ajeno porque el uno le pegó al otro, con la gravedad de que esas mamás se pueden dar el lujo de hacer cuanto espectáculo se les venga en gana, los candidatos “presidenciales” no. Pero lo más preocupante de ello no es tanto que sean aspirantes, lo realmente tenebroso es que lleguen a presidentes (y me disculpan por la minúscula pero es que estos personajes no se la merecen), con la gravedad que uno de ellos lo es en la actualidad.
El asunto, que en vez de ir dando luces de mejora al final del túnel, en medio de todo el desgaste institucional que ello implica, deja entrever lo que hace tiempo se sospecha, que en este país ya no hay peleas ideológicas sino personales, por ende, mienten estos sujetos cuando dicen que van a “trabajar” por el país, cuando realmente están gobernando para sí mismos. Pero lo realmente chistoso de este asunto es que, por esas cosas de la vida, la ultraderecha es la oposición de la ultraderecha. Si eso no es caudillismo, al peor estilo de “el que ofrezca el tamal más grande”, no tengo idea entonces de qué pueda denotar esa palabra, ni en qué momento cabría en nuestro escenario político.
Por un lado, Pachito Santos, sin siquiera sonrojarse, sale a decir que ya Zuluaga no es un tramposo sino un hombre de bien, y que su primo, con el que ha ido y venido a lo largo de su vida, “siempre ha tenido nexos con mafiosos”. De otro lado, aprovechándose de los desórdenes mentales de los colombianos, y por supuesto, de la mala memoria y la ignorancia (¿de qué otra forma podría este personaje ser aclamado como héroe de la patria en este país?), el “gran colombiano” le pide a su sucesor que, por respeto a Colombia, renuncie, como si después de todos los escándalos que protagonizó en su Gobierno lo hubiese contemplado. Es más, tras de que no lo contempló, tuvo el descaro de lanzarse al congresito de nuevo, ¡y ganó!
¿Y qué tal el chistecito de las chuzadas? ¿No dizque era el DAS? ¿Y es que las instituciones se manejan solas? No será, más bien, que las oscuras manos que se pusieron al servicio de la indecencia en su momento terminaron por desviar la verdadera misión del DAS, digo, porque eso de que una institución actúe solita lo veo como complicado. Pero así es la vida, cuando no hay a quién responsabilizar toca decir incoherencias, como las que mantienen repitiendo una y otra vez. Ah bueno, y que no falten las escuálidas cifras estadísticas, esas que se aprenden de memoria para contestar a los reclamos de la ciudadanía.
Por lo menos, en medio de todo esto, nos queda claro que los tales “enemigos agazapados de la paz”, como en su momento dijo Otto Morales en los primeros diálogos que se instalaron en Colombia con el gobierno de Betancur, no son tan agazapados después de todo. Ahora que no vayan a salirnos con el chiste malo, ¡PERO MUY MALO!, de que este muchacho, el hacker, hacía todo eso por hobby, como prácticamente lo hicieron ver en el caso del DAS, cuando empleados rasos, de esos que les da lo mismo, fueron los que, al parecer, fraguaron toda la emboscada de las chuzadas.
A propósito, ¿de dónde sacará el gran colombiano toda la información “secreta” con la que ataca al gobierno cada que se las quiere tirar de héroe? Solo pregunto, por aquello de “algo no encaja”. En fin, los que estamos esperando que, por una vez en la vida, así sea una única vez, aparezcan los verdaderos responsables, quisiéramos saber si vamos por las crispetas o les dejamos el país para que lo terminen de desbaratar, con todo el patriotismo que ello implica, claro. Es que “trabajar” en pro de la patria y por debajo de la mesa sabotear el proceso de paz debe ser amor al país, por aquello de que la paz no es rentable, ¿cómo vamos a justificar el descuido de la educación, la salud, la infraestructura si ya no hay guerra para culpar? Y todavía hay quienes dicen que Gabo escribió realismo mágico, como si la realidad no superara el tinte de ficción que quieren imprimirle a la obra del Cataquero.
* No les pido que se vayan porque no lo van a hacer. Para irse necesitarían vergüenza y dignidad, cosas que no tienen en lo absoluto.