La forma de proceder de la fuerza pública es cada día en peor: va en contra la ciudadanía o población civil que en aras de reclamar sus derechos o de solidarizarse con una causa buena y justa es reprimida y hasta agredida. Por ejemplo, durante la protesta pacífica que se llevó a cabo ayer en la entrada principal de la Universidad del Atlántico, sin discriminar, algunos miembros del Ejército Nacional Seccional Barranquilla dispararon con fusiles de largo alcance.
Los miembros del Ejército ni siquiera han debido asomarse a este espacio, dado que se trataba de estudiantes, personas jóvenes y de bien que buscan mejorar sus condiciones de vida a través de la educación, que son críticos de una sociedad corrupta como la nuestra y que expresaban su solidaridad con los estudiantes de la Universidad Distrital de Bogotá (quienes protestaban por el caso de corrupción al interior de la misma).
Mucho menos debieron disparar como si se tratara de una conformación armada contra grupos al margen de la ley o de un caso de violencia urbana en la ciudad. Además, la Policía Nacional (más específicamente el Esmad) es la que tiene competencia en la ciudad, más cuando hay disturbios, no el Ejército, que según entiendo es para controlar cualquier situación de alto riesgo contra la soberanía nacional y en el campo o zona rural.
Este proceder demuestra el abuso de poder a través de las armas y la brutalidad con la que en Colombia se resuelven los problemas o las diferencias de ideas. La mala cultura de la violencia, porque eso es, atenta contra la primera acepción de la palabra cultura como cultivo de las bellas artes. Sin embargo, eso es lo que se ha impuesto en Colombia por dos siglos como producto de una élite corrupta que ha utilizado el discurso, comprado los medios de comunicación y las armas para imponerse, ya que no tiene ideas útiles para expresar y debatir seriamente.
Este hecho ha provocado el rechazo total de la ciudadanía barranquillera por cuanto el riesgo fue grande al tratarse de estudiantes e hijos de nuestra ciudad. Se puso en peligro sus vidas por el exceso brutal de algunos miembros de la fuerza pública, que muchas veces son jóvenes que no tuvieron la oportunidad de ingresar a la educación superior y les tocó conformar las filas del Ejército Nacional (para buscar en un futuro mejores condiciones de vida porque no las encuentran a falta de oportunidades).
Es tal el grado de ignorancia o de inconsciencia de los miembros de este grupo del Ejército que no tuvieron en cuenta que con esas balas disparadas pudieron herir o quitarle la vida a otras personas inocentes, violando todo protocolo nacional o internacional en manejo de una protesta social como esta.
Así mismo, es inadmisible el abuso de algunos miembros de Ejército, el Esmad y la Policía contra un tipo de protesta legítima. En el artículo 37 de la Constitución Política de Colombia se consagra el derecho a la movilización social. Seguramente de situaciones como esta surge la consigna de los estudiantes que dice: “poropopó, poropopó, el que no estudia es Policía Nacional”.