Tras la cuestionada victoria electoral de 2002 y la controversial reelección de 2006, Álvaro Uribe Vélez se ha convertido en el político más célebre del campo político nacional, no tanto por sus cualidades como estadista (si es que las tiene) sino por la estela de señalamientos en su contra: crímenes irresueltos a los que ha sido vinculado y escándalos de corrupción de toda índole en los que ha sido mencionado. Este latifundista, ultraconservador y fundamentalista de la guerra es un maestro del escándalo y del marketing político que se resiste a dejar la actividad política.
La insistencia de Uribe de mantenerse en la política es por la necesidad que tiene de defenderse, tanto en el espectro político como en la arena penal. Así lo confesó en una entrevista en Blu Radio hace unas semanas. Bien reza el adagio popular que cuando el ruido suena, piedras lleva. Y el torrente que corre contra Uribe es estruendoso. Muestra de ello es el llamado a indagatoria que le hizo la Corte Suprema de Justicia el próximo 8 de octubre por presunta manipulación de testigos contra el senador Iván Cepeda.
Este caso, que involucra a exparamilitares que testificaron contra Álvaro Uribe y su hermano Santiago, es en realidad la ventana de oportunidad para que la rama judicial opere contra este controvertido personaje en todos los casos asociados al paramilitarismo y los crímenes de lesa humanidad cometidos por los grupos paraestatales. Aunque esta diligencia judicial podrá contemplar la detención preventiva, es poco probable que sea tenida en cuenta, ya que el juicio es de extrema relevancia para la vida pública del país y es previsible que terminará siendo un juicio político lleno de dilaciones y derroche de espectáculo mediático uribista.
Siendo así, es en el escenario de la política donde se puede incidir en el caso contra el expresidente. El campo político, que no se reduce a la acción política formal, debe convocar una contundente acción colectiva que lleve a la Corte Suprema a dar un trámite eficiente, riguroso y contundente contra el Senador. Pero también es totalmente necesario derrotar por medio de la movilización social la principal cantera política del capataz Uribe: la guerra.
El discurso de odio, el guerrerismo y la economía bélica han sido la principal fuente de réditos políticos para este señor. Del guerrerismo salen sus millones de votos, sus principales mensajes de agitación política y su agenda militarista para Colombia. Nadie puede poner en duda que mientras exista guerra en Colombia el mayor beneficiado es y será Álvaro Uribe Vélez. Con lo cual proscribir la guerra, defender la paz y agitar masivamente las banderas de la reconciliación terminará por debilitar el poder político de Uribe y abrirá la puerta a que por fin opere la justicia.
Adenda electoral. Sin duda una las más importante formas de acción política es la electoral. Por tanto es necesario apoyar las listas alternativas, que promueven la participación de gentes humildes, hombres y mujeres trabajadoras, ajenos a la corrupción. Solo así podremos, definitivamente, derrotar a aquellos que tras el velo de Uribe, condenan a los trabajadores a vivir una vida precaria, insegura y violenta. Vota bien, vota por la Colombia Humana Unión Patriótica o por la Fuerza Alternativa Revolucionaria de Colombia. Son la opción.