Abrir nuevos campos de acción, experimentar lo novedoso, lanzarse a realizar lo nunca hecho, después de los 65 años, -realmente a cualquier edad-, pone en marcha la plasticidad cerebral.
Plasticidad cerebral, término acuñado hace muchas décadas, en el campo de la rehabilitación, al ver la recuperación de funciones perdidas luego de un evento o enfermedad cerebral. Paul Bach y Rita, es el primer médico que escuché en Colombia, por allá a finales de los 70, mostrando cómo la capacidad del cerebro, con buenas técnicas de rehabilitación, modificaba las conexiones cerebrales en pro de volver a aprender, por ejemplo, a caminar, a usar la mano o en el lenguaje, y daba las bases científicas de que si era posible crear nuevas neuronas y conexiones entre ellas, cuando tiempo atrás se creía que el cerebro tenía un número determinado de neuronas, que iban muriendo con el tiempo, dejándolo limitado para modificarse, curar y restablecerse.
Hoy en día el concepto y la práctica basada en plasticidad cerebral se ha extendido a innumerables campos, médicos, psicológicos, hasta sociales, tanto que es algo totalmente habitual. No sobra recordarla.
Esta introducción es para llegar a la esencia de esta columna, que es la motivación para seguir siendo creativos, a no limitarnos a lo aprendido y a vivir lo novedoso a cualquier edad. Esto nos mantiene saludables. Es un hecho.
Carlos Juan Antonio Toro, Lagartija posa de lado
El factor desencadenante para esta columna es lo que estoy viviendo con mi exposición de fotografía (ver columna anterior), en la que pareciera estar cambiando mi denominación de doctor, a artista y poeta, según me dicen los asistentes. Sí, me siento orgulloso y lo expreso aquí llanamente.
Regresando a la plasticidad cerebral, el establecimiento de nuevas vías neuronales, de nuevas sinapsis, (conexiones entre neuronas), el reforzamiento de memoria, lenguaje y habilidades motoras, sucede cuando realizamos actos por fuera de nuestra esfera habitual de desempeño. Ya que el cerebro controla el sistema hormonal; el simpático –relajación- o el parasimpático –alerta, estrés-; la percepción sensorial: vista, gusto, olfato, tacto, audición; el movimiento; en resumen, todas nuestras funciones corporales, podemos ayudarlo a mantenerse activo, sano y por ende a nosotros mismos.
Son numerosos los escritos, cursos, seminarios que encontrarán con ejercicios para desarrollar ambos hemisferios cerebrales y ponerlos a trabajar en sincronía, otra forma de denominar a la plasticidad cerebral. Como yo creo en lo sencillo, en lo que nace del corazón, dejarse llevar por los impulsos intuitivos es mi manera de hacerlo. Combinar arte y ciencia lo es. Combinar razón y emoción también. Inmersos en un mundo matemático, lógico, racional, del pensar para tomar decisiones, de poner en una balanza pros y contras, de los porqués y paraqués, es útil lanzarse al vacío, siguiendo el estímulo de los demás y de nuestro propio interior. Así me sucedió. Gratitud eterna a quienes saben me ayudaron a dar este paso.
Nota: la exposición en la galería Jeymart, en Subachoque, irá hasta el 6 octubre. Gracias por su visita.
Médico. Medicina del alma
