El estudio sobre el índice de progreso social realizado en este año 2014 ubicó a Colombia en el puesto 52 dentro de un conjunto de 132 países. El estudio mide el nivel de cobertura y satisfacción de las necesidades sociales y ambientales de los ciudadanos. La medición parte de cincuenta y dos indicadores dentro de los cuales encontramos: prevalencia de la subnutrición, intensidad del déficit alimentario, matriculación en educación primaria, índice de libertad de prensa, dentro de los cuales Colombia se encuentra relativamente mal, por debajo de Grecia que enfrente hace varios años una fuerte recesión, de Ecuador, Uruguay, Trinidad y Tobago. Fuera de ello Colombia se ubicó en el último lugar en las pruebas PISA.
Todo esto revela una situación alarmante de la cultura colombiana, entendiendo por cultura no los triunfos futbolísticos que nada tienen que ver con ella, sino cultura como desarrollo de la intelectualidad y el grado de complejidad del raciocinio de la población. Esta definición implica que la cultura de una nación se impulsa por medio del cultivo de la ciencia y la filosofía, como también las tecnologías tales como las ingenierías. Para ello, si el Estado desea cultivar y desarrollar el nivel cultural del país debe invertir en educación de calidad, des-tecnificarla y profesionalizarla, lo que implica inversión, creación de centros de investigación en ciencias básicas, naturales y sociales. Inversión en laboratorios y medios de comunicación, pero, sobre todo, una planeación y una política educativa en que el Estado sea el responsable del sistema educativo, lo que devela la necesidad de una educación pública y cientificista.
El invertir en educación y en el desarrollo de la ciencia repercutirá en una elevación del nivel intelectual de la población. Más aún, contribuirá a la formulación de soluciones para los problemas que aquejen a la nación, puesto que al haber ciencia social (cosa que actualmente no hay) rigurosa y con altos estándares de cientificidad, los resultados de dichos estudios tendrán aplicación para mejoras sociales y económicas. Ya la economía no estará regida por X o Y ideología, sino que se sustentará en estudios pormenorizados, contrastados y compatibles con sistemas deductivos, es decir, con teorías. Así se puede plantear un plan económico a partir de un modelo debidamente analizado y con unas proyecciones realistas y con base experimental.
En este sentido, todo avance social es precedido por un avance de la intelectualidad, esta ha llegado a su plenitud en la ciencia moderna. Por tanto, si Colombia desea subir el índice de progreso social y arribar a una sociedad justa debe empezar por cultivar la intelectualidad y tomar medidas sobre la educación y la inversión en proyectos educativos como apostarle al cultivo de la ciencia.