Lástima que no estuvieron los 9 candidatos a la alcaldía ni los casi 100 aspirantes al concejo. Es cierto, se trataba de un evento académico, pero hubiese sido valiosa su presencia para incorporar a sus iniciativas, un ingrediente fundamental que constituye un reto para quien resulte ganador. Me refiero a la propuesta de paz urbana que Fabio Ariel Cardozo y Horacio Duque Giraldo, amplios conocedores del conflicto territorial y que plantean un modelo que puede aplicarse en cualquier ciudad y municipio del país, presentaron en Cali
En su exposición, Fabio Cardozo Montealegre, secretario de Paz Territorial y Reconciliación del Valle del Cauca, abordó la problemática que se registra en las cabeceras, no solo de la capital sino de otras urbes y que, infortunadamente, por la discusión centrada en lo rural que tuvieron los acuerdos de La Habana, fue desconocida. Esa conflictividad de ciudades como Cali, se ve alimentada por la inequidad social y la ausencia del Estado.
Comunas como la 1 (donde se encuentra Terrón Colorado), la 18, la 20 y las que concentra el jarillón de Cali, evidencian violencia, fronteras invisibles y enfrentamientos por cualquier cosa, a cualquier hora, cualquier día.
En criterio de Cardozo Montealegre, el modelo de paz urbana que comenzó a ser enriquecido para una formulación robusta, con participación de diversos sectores de la sociedad, debe incluir: seguridad, líneas que aborden lo económico, lo cultural y la convivencia fundamentada en la solidaridad, así como la justicia restaurativa que brinde oportunidades efectivas de reincorporación social.
Los asistentes coincidieron con su planteamiento, en el sentido de que no puede seguir prevaleciendo la ley del Talión: “Ojo por ojo, diente por diente”, y la importancia de avanzar de consuno en una demonización armada, entre quienes están inmersos en la violencia social como manifestación de la guerra urbana, y de carácter emocional, para sentar las bases de una convivencia real y no circunstancial o de momento.
Terrón Colorado, una experiencia de paz urbana
Por años se ha conocido todo el sector de Terrón Colorado, en la comuna 1 al occidente de Cali, como una zona peligrosa. “Si va por casualidad, échese la bendición y ojalá vaya confesado. Si deja su testamento listo, mejor. Uno nunca sabe lo que pueda pasar”, solían repetir a quienes, siendo foráneos, debían ir por algún motivo hasta allá. Por ese motivo, el 20 de septiembre de 2018, la iniciativa de paz urbana promovida por la Secretaría de Paz Territorial y Reconciliación tuvo su despegue.
"Cuando se penetra por sus calles laberínticas, te encuentras con cientos de jóvenes parchados en las esquinas conversando, viendo pasar la vida, sin importarles mucho el mañana y con el uniforme: cachucha, camiseta de colores y tatuados. Algunos tienen la fortuna de tener moto para pasear con su novia y levantarse lo del diario bajando a Cali, no siempre “a lo bien”, ustedes saben… hay que rebuscarse. Un grupo de muchachos valientes, criados en estas realidades emprendieron un proceso de paz y convivencia con todos los colectivos, como se les llama, con el objeto de evitar más muertes, resolviendo en caliente los problemas territoriales, absurdos la mayoría de la veces, pero letales casi siempre", dijo en su momento Cardozo Montealegre.
Sin perder la objetividad alrededor del evento, único en Colombia pero modelo para su réplica en cualquier lugar del país, no se puede desconocer el calificativo que le dieron quienes participaron, y las personas que apreciaron los resultados: fue todo un éxito.
Por 24 horas, se celebró el Día sin Cacho, que estimulaba a los jóvenes a abstenerse de consumir alucinógenos. Se imprimieron afiches, se estamparon camisetas y promovieron actividades lúdicas alrededor del tema. Tuvo gran acogida. Algo que sólo podría ocurrírsele a alguien ingenioso pero irreverente y contestatario como el actual Secretario de Paz Territorial del Valle del Cauca. Lo secundaron entidades y expresiones organizativas de la comunidad.
Paz urbana, una paz cercana a todos
Los acuerdos de La Habana han sido apreciados por el pueblo colombiano como algo importante pero lejano, que tiene su mayor impacto en las zonas rurales donde otrora tenían presencia las Farc. De hecho, los capítulos que desarrollan, se enfocan en la ruralidad.
Lo que no se puede desconocer, es que un alto porcentaje de quienes se reincorporaron a la vida civil, lo hicieron asentándose en ciudades como Cali. Por este motivo, la propuesta de paz urbana lo que busca es acercar la paz a todo el mundo, desde el lustrador de calzado de la Plaza de Cayzedo, pasando por el comerciante de barrio, hasta quien reside en el sector de clase media alta, a quien el asunto del conflicto sólo le preocupaba por temor a que fuera objeto de una extorsión o de un secuestro.
Una paz invisible y silenciosa
Por su parte el catedrático y analista, Horacio Duque Giraldo, refirió la propuesta de paz urbana como un componente integral del modelo de paz territorial que desarrolla el Valle del Cauca y que es único en su género a nivel nacional.
Tras hacer un recuento de los capítulos de los acuerdos de paz de La Habana, enfatizó que la que se vive en ciudades como Cali, es una guerra de carácter invisible y silencioso, pero con resultados demoledores para la sociedad. Tiene tres ingredientes, de los muchos que se podrían relevar: sicariato, trata de personas y microtráfico, y se alimenta con la ausencia del Estado, la inequidad, la miseria y la falta de oportunidades.
La creciente economía informal y la extensa dimensión de las ciudades en su geografía urbana, favorecen este fenómeno y solo puede ser abordado cuando se acepta que no solo existe la violencia, sino que debe promoverse una paz urbana. Solo de esta manera, dijo, se puede pasar la página de la ley de la pistola o “la ley del más fuerte” que prevalece por todas partes.
Duque Giraldo recordó que Cali es una ciudad violenta donde hay una alta tasa de homicidios. En lo corrido del año suman 722 muertes violentas según las estadísticas suministradas por las autoridades.
“No se necesitan muchas razones para sustentar una realidad: Cali y la mayoría de las ciudades de Colombia necesitan la Paz Urbana”, dijo ante un nutrido grupo de académicos, la OIM, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, el Observatorio de Realidades Sociales de la Arquidiócesis de Cali, líderes sindicales y comunitarios que se dieron cita en esta actividad que tuvo lugar en el Salón de los Gobernadores del Palacio de San Francisco.
Un asunto trascendente y que, sin duda, representa un reto para quien ocupe la alcaldía y quienes resulten electos como concejales. De ahí que su presencia hubiese sido importante, porque el tema de la paz urbana que tanto urge en la capital vallecaucana no figura en sus discursos.