El error de Claudia López sobre el precio del pasaje de TransMilenio me hizo quererla un poquito menos, pero al mismo tiempo sentí un poco de compasión por ella (de la buena, como ganas de darle un abrazo y palmaditas en la cabeza).
Eso no es todo, a la par me puso a pensar en ideas que me dan vueltas en la cabeza desde hace dos noches, me atormentan y no me dejan dormir (eso y las llamadas del banco cobrándome la cuota de la tarjeta de crédito): es que si Claudia no tiene claro cuánto cuesta el pasaje de TransMilenio, ¿entonces qué habría respondido el candidato Galán a la misma pregunta? (Galán que es un tipo que ha sido play toda la vida, no creo que sea experto en viajes en buseta).
Luego sigo pensando: ¿será que el candidato Galán se arregla él mismo la barba o visita uno de estos nuevos barbershop? Y me sigo preguntando: ¿en qué ciudad realmente viven los candidatos?, ¿qué ven?, ¿qué viven los políticos?, ¿será que ven fútbol o van a teatro pagando la boleta? (Hollman no tiene cara de querer mucha arte en su fin de semana).
¿Cómo hacen sus compras del mercado el candidato Uribe? (Se nota que Miguel no toca un sartén y que seguro se le quema el agua). ¿Será que se preparan su propio desayuno? ¿Será que Hollman Morris sabe preparar una changua? ¿Será que Hollman y Miguel se han subido a una buseta y me pueden decir cuál me lleva desde Chapinero hasta Cedritos? ¿Será que saben cuánto cuesta el minuto del parqueadero? (Porque parqueaderos no es que usen mucho… ni tampoco creo que conozcan la palabra “se-má-fo-ro” o la palabra "tran- cón"). ¿Será que estos candidatos conocen la misma ciudad que conocemos nosotros, los ciudadanos de a pie, los que esperamos humildemente que el semáforo cambie, a los que se nos cae la tostada por el lado de la mantequilla?
Es que si lo piensan, la que se equivocó fue Claudia, pero el pecado es de todos, aunque la cosa se mantiene como un “todos lo comentan, nadie lo delata”... y al final todos asumimos que sí sabe… pero me queda la duda… y me disculpan que dude, pero… no es que sus actos me llenen de seguridad.
A mí no me conoce nadie, mi mamá me identifica porque soy el mayor de tres hermanos y mi novia a veces me confunde con otro que usa barba como yo. Solo soy un actor/director de teatro (básicamente soy un desempleado con experiencia) que quiere saber qué es lo que saben los candidatos y decidirme por cuál de ellos votar, pues hasta ahora los pienso de forma promiscua a todos.
Así que los invito a algo que he llamado el Changua Challenge (es importante un nombre rimbombante) que consiste en:
- Nos encontramos en el parque de los hippies a las 6:30 a.m.
- El candidato me dice en qué buseta nos vamos a la plaza de mercado del 7 de agosto (yo no sé qué buseta nos sirve podríamos perdernos).
- Llegamos a la plaza de mercado, ojalá de forma incógnita… para que nos dejen comprar en paz… o como quieran, no importa.
- Compramos los ingredientes para preparar una changua (el candidato decide qué ingredientes llevar, yo puedo pagar eso, pero si me invitan mejor).
- Regresamos a mi casa en Chapinero en un taxi o Uber (hablando con el conductor) y al llegar a casa preparamos la changua (el candidato y yo).
- Al final disfrutamos (o padecemos) de la changua que se ha preparado.
- En medio de la agenda el candidato me hablará de la ciudad, yo le preguntaré algunas cosas que me han dado vueltas en la cabeza y otras tantas sobre el tema de la cultura y las artes escénicas.
Al final del ejercicio podré saber por quién votar.
¡Claro! Lo normal es que nadie lea esto y yo siga sin saber por quién votar, ¿pero qué tal que sí? Así que están invitados, si es en parche mejor… sería lindo.
