Al norte del continente sudamericano, con una posición geográfica envidiable, se encuentra ubicado un país maravilloso llamado Colombia, en el que hace un poco más de dos decadas nacía esté humilde servidor. Menos de cinco lustros me han bastado, para vivir una serie de acontecimientos que me han demostrado lo complejo que es haber nacido en ese suelo sagrado. Lo más extraño de las situaciones por las que pasamos los de pasaporte colombiano, es el motivo de escribir estas líneas. Sin importar que tipo de situación exista, en Colombia nos creemos especialistas de cuanto tema, de actualidad, toca las fibras del país.
En el mundo deportivo, podemos encontrar una cantidad de ejemplos pintorescos, crudos y claros a lo largo del tiempo en el que mi corazón ha estado latiendo, que apoyan mi afirmación. Nosotros no tenemos tradición en ciertos deportes, pero cuando un criollo estalla en el escenario internacional, la mayoría, asumimos (incluyéndome por supuesto) una capacidad, importante, de análisis técnico y táctico del deporte en cuestión, sin importar que hace apenas dos días, no teníamos idea alguna sobre el mismo. Por esa razón, mi generación está marcada por haber escuchado términos y análisis que otras no escucharon. Juan Pablo Montoya incluyó en el léxico colombiano palabras como chicana, pits y pole position; aún recuerdo escuchar a amigos de mis hermanas (mayores) debatir sobre la cantidad de combustible que debía cargar el Williams del bogotano para pelear una carrera contra Schumacher en Mónaco, sabiendo que hacia apenas días o semanas, esos mismos personajes, no tenían idea alguna del significado de una bandera amarilla en la Fórmula 1. Camilo Villegas, llegó a estar en la élite de un deporte ajeno para muchas personas en nuestro país. El golf, de un día para otro, pasó de ser un tema charlado y debatido en el Club Los Lagartos a ser comentado en cualquier tienda de barrio popular. Fabiola Zuluaga, durante un enero, introdujo al público colombiano en temas que antes no comentaba comúnmente. Escuché en ese tiempo a decenas de personas que analizaban, profundamente, el primer servicio de Justine Henin, aún cuando dudo que supieran quién fue Rod Laver. Hace menos de dos años, Mariana Pajon rompía piernas rivales en Londres; lo paradójico, era ver como un colombiano promedio, sin conocimientos (básicos) sobre BMX, soltaba juicios de valor sobre cada uno de los hit donde la hermosa paisa aplastaba a sus contrincantes.
En la cultura pasa lo mismo. De un momento a otro, tras la presentación del film "María llena eres de gracia", hubo un surgimiento de críticos de cine en el país, debido a la nominación de Catalina Sandino al premio Oscar, sin importar que el 99% de ellos, no tuvieran en su cerebro la más remota noción de la existencia del Festival de Cannes, por ejemplo. William Ospina, hizo nacer una superpoblación de críticos literarios, con su premio Rómulo Gallegos, aunque esos críticos no hayan leído siquiera una línea de la obra de Cervantes. Shakira, con sus Grammy, ha logrado convertir a personas sin una base teórica, elemental, sobre un término como "melodía" en auténticos maestros musicales.
El plano político, por supuesto, no está fuera del tema de mi texto. Muy pocos colombianos, tienen ideas claras sobre la aplicabilidad de un referendo, pero cada vez que hay alguno, medianamente, cerca todos se convierten en magister en Derecho Constitucional. La CIDH, era una sigla, que para gran parte de la población colombiana, podía significar tranquilamente Clara Inés Díaz y Hermanos, pero tras el caso Petro, es una de las instituciones más respetadas en el
ámbito del Derecho Internacional, como debe ser, según ellos.
Hay unos, tan audaces, que cuestionan decisiones de la Corte Constitucional cuando en su vida, jamás, han interpuesto una demanda o por lo menos leído un artículo de la carta magna colombiana.
Estos ejemplos, simplemente, evidencian que somos un país en el que no tenemos identidad, en muchos casos, porque no creo que McLaren algún día ponga sus ojos en Buenaventura para generar empleo, abriendo una fábrica allí, aunque muchos compatriotas se declaren aficionados de las flechas plateadas. Por otra parte, nos marca una hoja de ruta para entender por qué en el país, pasan tantas cosas graves y nadie dice nada; estamos más pendientes de hacer una analisis profundo sobre el traje de Sofia Vergara, en la entrega de los Golden Globes, que de aportar una propuesta que mejore la calidad de vida de nuestra comunidad. Finalmente, evidenciamos la facilidad con la cual opinamos de temas, trascendentales, desde la ignorancia completa del mismo; celebramos el hecho de no tener más Visa Schengen cuando no comprendemos que es terrible para la economía del país que miles de compatriotas vayan a dejar sus pesos, convertidos en euros, a una importante cadena hotelera en París, en vez de visitar Armenia o el Huila.