En esta sociedad ya polarizada es correctamente político dejarle claro a los radicales de los dos bandos que hay un grupo de ciudadanos que no estamos de acuerdo con el actuar de algunos que siendo de derecha o de izquierda pretenden con su lenguaje saturado de improperios imponer sus ideas.
Infortunadamente el fanatismo hace que alegremente si uno no está de acuerdo con el gobierno Duque, entonces lo ataquen señalándolo de que uno debe irse para Venezuela y que es castrochavista.
Estos hostigamientos no necesariamente vienen de adultos o adultos mayores, sino de jóvenes que ya empiezan desde temprana edad a señalar irresponsablemente de subversivos o de respaldar a Maduro porque se cuestiona a Duque, con lo que da al traste de algo que existe, que es el derecho a la oposición.
En este caso particular con la nación vecina que está pasando por una ya conocida situación grave, hay que tener en cuenta a los de “el futuro es de todos” que justifican que el país va mal por Maduro. Por favor no más ese cuento, ellos allá con sus líos y nosotros acá con lo nuestro, no es justo que además de llevar a cuestas una migración que impacta en diferentes aspectos a Colombia, tengamos que ver y soportar discursos de los dirigentes culpando a los vecinos de lo mal o regular que estamos acá. Y que sólo se centralizan en lo de seguridad, cuando hay realidades socioeconómicas complicadas.
Será que les queda muy complicado a los efervescentes de lado y lado entender que tenemos el derecho de cuestionar a las partes cuando sentimos que se están equivocando. Y cuando específicamente, se critica constructivamente algún proceder errático de la izquierda, eso no quiere decir que somos “uribistas”, “paracos” o fascistas.
Ahora bien, tampoco es que seamos de centro, ni “tibios”, muchos mantenemos orientaciones de apoyar decisiones que ayudan al desarrollo del país vengan de donde vengan. Y muy seguramente, en las elecciones de octubre, nuestros tarjetones serán como arcoíris, donde para alcaldía votamos por unos, para gobernación por otros y demás corporaciones por diferentes personas, o en blanco, porque de eso se trata la democracia.
Incoherentes para nada
Y por supuesto, nuestro criterio es coherente porque tenemos derecho a no votar por un partido que bien caídos que están en la percepción ciudadana. Elegimos a personas que por asuntos de protocolo tienen que inscribirse en una colectividad, eso no debe ser complicado de entender. Confrontamos las ideas con argumentos no con vulgaridades. Nos cansamos de los unanimismos de partidos, de sectas, de familias, tenemos un voto más consciente y no oportunista.
La invitación es a que cesen las groserías, el lenguaje agresivo que es como un combustible para generar más violencia. No caigamos en el juego macabro de los que quieren dividir para seguir reinando, que pensé era una frase de cajón, pero si analizamos la realidad, está más vigente que nunca.