"La ciudad insegura" es la expresión que los medios y buena parte de sus habitantes usan para referirse a Cali, mientras se esconden de criminales que puedan acecharlos al salir a la calle.
Y esta preocupación parece atribuirles culpas a muchos factores, entre ellos, la reciente ruptura de relaciones interinstitucionales entre la administración del gobierno de Maurice Armitage y el Ministerio de Defensa, el impacto de delitos que son incontrolables para la fuerza pública como el raponeo, el hurto callejero, el agresivo virus del expendio de drogas en parques, zonas rosas, colegios, etc., el imparable éxodo de migrantes venezolanos que agonizan en la mendicidad y el sicariato que ha venido disparando los índices de homicidios que no se muestran en las estadísticas oficiales.
La seguridad de la Sultana del Valle se ha visto afectada por actores globales como las bandas dedicadas a la minería ilegal, las células del Cartel de Sinaloa que se encuentran asentadas en barrios vulnerables donde se instalan numerosas centrales de operaciones criminales que se suman al listado de 120 bandas que estructuran grandes y poderosas redes de negocios ilícitos, todos remunerados con el lucrativo negocio del narcotráfico.
Por su posición geográfica, Santiago de Cali es un atractivo para los focos del delito puesto que es un epicentro de tránsito de droga, además, por la herencia narco que dejaron los carteles de Cali y el Norte del Valle, por lo anterior, se deben encontrar soluciones que mitiguen el impacto de la inseguridad.
Para ello es fundamental la justicia, ya que, de cada 100 homicidios, 85 quedan en la impunidad, por eso, para darle prontas y efectivas soluciones al tema de la seguridad, el próximo alcalde de la ciudad tendrá en sus manos la titánica labor de replantear a como dé lugar, un eficiente aparato judicial y un nuevo proyecto que descongestione la Cárcel Villahermosa, el establecimiento penitenciario más hacinado del país, el cual alberga un 300% más de su capacidad, toda una universidad del delito que congrega a quienes han cometido errores, sometiéndolos a malos tratos, incomodidades y torturas y no a un pertinente proceso de resocialización que prepare al condenado para servirle a la sociedad después de cumplir la condena
El próximo alcalde de la ciudad deberá tener en su programa de gobierno un eje de intersectorialidad donde todo el gobierno trabaje de manera transversal en torno a la seguridad, desde la salud, la educación, arte, la cultura, el deporte, el emprendimiento, etc., para erradicar los focos del delito desde el trabajo social, asimismo, deberá plantear una política social que vincule directamente al actor nacional, es decir, buscar el apoyo del gobierno de Iván Duque para fortalecer el pie de fuerza de las autoridades, puesto que la actual política está atomizada en múltiples factores que no funcionan oportuna ni eficazmente y está parametrizada bajo las lógicas de las métricas de las muertes violentas, cuando se tiene que tener en cuenta los delitos que cotidianamente afecta al ciudadano.
Juiciosamente me he leído el programa de gobierno de los candidatos que buscan ocupar el primer cargo de la ciudad y aplaudo de manera enérgica los ambiciosos retos que ha presentado, por ejemplo, el médico Jorge Iván Ospina, quien desde una acertada política social busca replantear los retos de la seguridad en Cali, sin necesidad de caer en el populismo ni en ideas meramente caudillistas para atraer electores.