El desorden organizado
Opinión

El desorden organizado

¿Tiene opción el sur del Hemisferio?

Por:
mayo 01, 2014
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Opinadores y, con razón, concluyen que atravesamos por una crisis —nada nuevo—; la nacionalidad, en símbolo, se debe representar por el signo de interrogación y agregar, en cada lateral, varias personas con gesto de sorpresa, mirando… al infinito. Si un discípulo le inquiere al profesor sobre cuáles son los indicadores de crecimiento, de proyección económico, del empleo, responderá que existen estudios que resuelven tan punzante cuestionamiento, pero en los que, de la verdad oficial al anuncio de expertos, son varios los dígitos de diferencia, es decir, los números no solo son maleables, sino que dependen de la orilla de dónde se escrute la economía. ¿Qué tal? La matemática, supuestamente ciencia exacta, posee tonos. Sorprendente, pero es así. El aventurado párvulo, entonces…, sin respuesta.

Se fijó una única estructura estatal que aparece como roca, como consenso social: Constitución Política; no obstante, ha sufrido tanto cambio que, de una fórmula magistral, pasamos a un Frankenstein, normativo; además, paquidérmico. Varios reflejos: (i) la situación en Bogotá, la Atenas Suramericana —¿amerita un comentario?—; (ii) para garantizar el equilibrio de poderes, se prohibió, contundentemente, la reelección presidencial —cláusula de compromiso—, es decir, los períodos de los funcionarios, todos, fueron objeto de especial diseño, a punto que, el poder Presidencial quedara como uno más, pero no sobre los demás; pero, se reformó; ahora, se llega al punto de considerar que la reelección es un derecho; qué ironía, ¿el derecho a qué? ¿A seguir en la cosa pública?, cuando es, una carga pública y, se propone (¿?) en época electoral que, será nuevamente prohibida. ¡Vaya! ¡Vaya!, qué hazaña: cabe para mí, pero que no se repita; incoherencia total; (iii) de ese panorama surgen los demás: (a) el presidente en ejercicio designaba el próximo fiscal, garantía de independencia y autonomía, frente a la nueva administración; no habrá; (b) que no coincidiera el período del Ejecutivo, con los de los magistrados de la Corte Constitucional, bajo el mismo principio para el control de las leyes y los actos legislativos; no habrá; (c) igual con la Junta del Banco de la República, para que el presidente no combinara ejecución y populismo económico; y, (iv) en dicho panorama, los órganos de control se han rebozado, a buena cuenta de la posibilidad del siguiente cargo o función que, por arte de magia se empieza a vender, vislumbrar desde el momento mismo en que el funcionario toma posesión; en una frase: no se controla, se está en campaña. ¿Qué tal?

El Congreso, además de cooptado por el Ejecutivo —excepciones de resalto las hay, pero en minoría—, se debe registrar que ya están a piel las nuevas investigaciones contra sus miembros, por contactos con las denominadas bacrim —paramilitares que cambian de mote, no de jefe— y, a punto de posesionarse para que el fuero los cobije y, sean perseguibles por la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia: ¡aspiro!

En fin, es el cuadro del desorden organizado. ¿Es lo que conviene? ¿O, es lo que toca? No lo sé, pero es la vivencia: ¿la clase dirigente en stand by o… ? ¡¡Alerta!!

¿Y, solo aquí? ¿Es un fenómeno exclusivo y excluyente de Colombia? No. Pandemia hemisférica. Recuerden ustedes la sentencia puesta en boca de Bolívar, por Arciniegas: "... Esta América es un caos: no se puede hacer lo que se piensa ni pensar lo que se debe... Marchar, es una palabra, a ciegas..."[1]. En pocas palabras y, ejemplos: un vecino, con una proyecto en ruta a la dictadura; al sur, en imposición de los cánones de gobierno fuerte y de economía pasada de moda; entre los dos, en atentado contra la libertad de expresión; en fin, los símbolos, rastros del siglo de la guerra fría nos atropellan, con fórmulas, eso sí, más refinadas.

Y con todo, las crisis no son malas. Por fuerza de los hechos se pasa del desorden organizado a lo que se podría llamar ‘nuevo orden’, es decir, un cambio estructural, con partidos políticos, normas de inclusión y respeto por la democracia, es decir, de la micro concepción de Establecimiento (organización personal de prebendas excluyentes), al Estado (cosa pública). ¿Demoraremos? Esa es la preocupación. Amanecerá y veremos… ¿Veremos?

 

[1]ARCINIEGAS, Germán. Bolívar, de San Jacinto a Santa Marta. Juventud y Muerte del Libertador. Ed. Planeta. Bogotá. 1988. pág. 139.

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