Europa: 70 años en paz. ¿Aprenderemos?
Opinión

Europa: 70 años en paz. ¿Aprenderemos?

Aun con extremismo, populismo y xenofobia, en Europa paz y democracia. ¿En Colombia, algunos felices de auspiciar una nueva guerra siempre y cuando los muertos los pongan otros?

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septiembre 02, 2019
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En estos días, en los que algunos sectores hablan con gusto de la guerra, vale la pena reflexionar acerca de experiencias de paz y democracia en naciones que, en su momento, fueron desoladas por la brutalidad de la guerra.

Fue tan devastador el resultado de la guerra en 1945, tanto para perdedores como ganadores europeos, que no tuvieron alternativa diferente a comprometerse con la paz o, mejor, a temerle a la guerra.

El libro de Ian Kershaw, La era global: 1950-2017, biógrafo de Hitler e historiador de las guerras mundiales, no deja duda. A pesar de las incertidumbres actuales, del brexit, de la xenofobia, de los abusos de Putin en Ucrania, de las inclinaciones del primer ministro húngaro Orban, de líderes como el italiano Salvini, de Erdogan en Turquía, en Europa reina la paz. La democracia es la regla.

Cierto: la violencia de los Balcanes en los años noventa, con miles de muertos por limpieza étnica; la toma violenta de Crimea de parte de Rusia en su pretensión de recuperar la imagen del todopoderoso imperio ruso y truncar la cercanía de Ucrania con la Unión Europea; los actos terroristas tipo Isis en Francia, Reino Unido, Bélgica, España, Alemania en pleno siglo XXI; del IRA, ETA, las Brigadas rojas italianas, Baader Meinhof en Alemania en los 70, son lunares de violencia en Europa. Sin embargo, palidecen frente a la magnitud del sufrimiento de las dos guerras.

La experiencia de los 80 millones de muertos, de los heridos y mutilados, de la destrucción de la infraestructura de los servicios públicos, del transporte, de parques industriales, de decenas de millones de viviendas, del desplazamiento de millones, desposeídos absolutamente de sus haberes, hizo de los europeos pueblos que se comprometieran con la paz. El mejor ejemplo de temor a la guerra son las relaciones de estrecha cooperación que, a partir de 1950, se construyeron entre Francia y Alemania que, entre 1870 y 1945 se habían enfrentado tres veces a muerte.

Antes de comenzar la Segunda Guerra Mundial, dos terceras partes de la población europea vivían bajo regímenes autoritarios. Hitler, Mussolini, y tiranos menores como Franco en España y Oliveira en Portugal, de un lado, y Stalin, del  otro, aplastaron toda disidencia, impidieron la libertad de prensa y reunión, y mataron mucha gente.

Claro, entre el 45 y el 89 no conocieron la democracia los países europeos de la órbita soviética, Alemania Oriental, Bulgaria, Rumania, Hungría, Polonia…, cuyos regímenes se desmoronaron en días y que, abandonado el comunismo, sufrieron con los procesos de ajuste de los noventa y que, como en el caso de Polonia, empezaron a florecer, en democracia, apenas comenzando el siglo XXI.

Hay un coctel, según Kershaw, que ha estremecido a Europa, a pesar del cual el continente ha sido capaz de mantener la paz y la democracia. La crisis del 2008-9, que generó las tasas más altas de desempleo desde el final de la Segunda Guerra, condujo a procesos de ajuste fiscal prácticamente en toda Europa y el Reino Unido, aunque en forma extrema en casos como el griego, el portugués y el español.

El descontento de millones, afectados por la reducción en sueldos, pensiones y diversos subsidios, encontró el chivo expiatorio preciso: los migrantes procedentes de Irak, Siria, Afganistán y África.

Es el coctel preciso para el florecimiento de liderazgos como los Boris Johnson y Nick Farage, los demagógicos artífices del brexit, y de movimientos como Alternativa para Alemania, ansiosos estos de prohibir las mezquitas y salvaguardar la “cultura cristiana de Occidente”.

Aún así, con tanto extemismo y populismo, xenofobia rampante, la resiliencia europea es ejemplar. Paz y democracia por encima de cualquier contingencia.

 

 

La violencia de cinco décadas en Colombia dejó un saldo aterrador
con sus más de 200.000 muertos y 8 millones de desplazados.
El conflicto de Irlanda del Norte 3.500 muertos y el de la ETA 1.000

 

 

Un dato interesante, triste para nosotros: La violencia en Colombia en cinco décadas dejó un saldo aterrador con sus más de 200.000 muertos y de 8 millones de desplazados y de 25.000 desparecidos y de hechos dramáticos y mudos como el reclutamiento de miles de niños y niñas y la violencia sexual. El acuerdo del Good Friday en 1998, que culminó 30 años de conflicto en Irlanda del Norte, dejó 3.500 muertos. El provocado por ETA en sus pretensiones separatistas, 1.000 muertos desde los años 60 (Kershaw).

¿Y anuncios de más guerra en Colombia por parte de un grupo de extraditables, con eco en sectores que se sienten felices de auspiciarla siempre y cuando los muertos los pongan otros?

(Entre otras, según el historiador británico Erik Hobsbawm, en la Primera Guerra Mundial una cuarta parte de los estudiantes de Oxford y Cambridge murieron o fueron heridos o desparecieron porque tuvieron que combatir en sus fuerzas armadas).

 

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