Antes de que empiecen a llover toda clase de improperios, aclaro que no soy gobiernista, no sigo al innombrable y tampoco hago parte de alguna secta del mesías de izquierda, porque lastimosamente eso se volvió nuestro país. En el debate ideológico regresamos a la pelea de godos y cachiporros, solo que ahora desde el anonimato de las redes sociales —eso no es tan malo si se tiene en cuenta que no corren ríos de sangre por pensar distinto—.
Desde esta mañana, después del video del Sr. Márquez, empezaron a llover los señalamientos: que la culpa es de Uribe, que es de los que votaron por él, que es del imperialismo yanqui, que es de Duque o del Ekeko... siempre es fácil culpar a un tercero por los actos irresponsables de uno y veo que esa es la dinámica de muchas personas que han creído en el proceso de paz, incluso de algunos que no, cuando la responsabilidad de esta situación no es de nadie más que de estos tres señores miembros de las Farc.
Son ellos los que tiran todo por la borda, traicionan lo que firmaron y dijeron defender, y dejan en ridículo a los países garantes, a la JEP, a las organizaciones internacionales que acompañaron el proceso, a los miles de colombianos que los han apoyado irrestrictamente con marchas, protestas y todo lo que se les ocurra. Quizás hoy algunos de esos colombianos más pensantes y menos apasionados se den cuenta de que para Márquez, El Paisa y Santrich solo fueron idiotas útiles. Ellos nunca creyeron en la paz que firmaron, pero cada vez que hubo crisis los convocaron a salvar un proceso en el cual ni ellos mismos creían.
No hay que culpar a otros por lo que ellos no ha defendido. Ellos que tuvieron todas las garantías, que les perdonaron todas las atrocidades que cometieron, que tenían todos los beneficios con los que no cuentan las bases guerrilleras —quienes sí han dado muestras de estar comprometidas con cambiar el rumbo de sus vidas, de hacer algo por el país, de vivir en paz— y que iban a ser congresistas ganando 35 millones mensuales —más vehículo blindado, más tiquetes aéreos y otras cositas—.
Por lo menos Rodrigo Londoño ha sido consecuente con lo que ha hecho y se ha mantenido en lo convenido. Y si bien no ha sido fácil llevar todo con éxito, sí ha sido más sencillo seguir que volver a todo lo que ha dejado más de 40 años de masacres, viudas, huérfanos, oleoductos volados, extorsiones y demás.
Pido respetuosamente a quienes han creído en este proceso de paz que no culpen de este fracaso y de todo lo que pueda pasar a nadie más que a los disidentes de las Farc.