Al levantarme la mañana de ayer descubrí con estupor que, según los hallazgos de Medicina Legal y la Fiscalía, se puede afirmar que en la toma del Palacio de Justicia no hubo desapariciones forzadas sino malas identificaciones y cuerpos mezclados [1]. Será que lo único que se vio fue Millonarios contra Unión Magdalena.
Al levantarme la mañana de hoy recibí un mensaje con un enlace a una noticia que decía Iván Márquez anuncia nuevo levantamiento en armas. Esto, he de reconocer, no me causó estupor. Al contrario, generó en mí cierta sensación de satisfacción al haber corroborado algunos pensamientos. Y es que la estupidez me demuestra que no tiene límites.
Los ilusos del proceso de paz o de no paz, llámenlo como se les venga en gana, pensaron que, o más bien no pensaron, la oligarquización era solo un proceso perteneciente a una determinada clase y no que podía ser un reflejo espectral de las formas modernas de hacer política. Creían que los privilegios solo pertenecían a las elites de procedencia criolla y no que durante años de guerra también se habían conformado elites en el bando opuesto, con el mismo idealismo con que Dorian Grey se había cautivado de su belleza.
Y es que la intuición juega un papel fundamental en el conocimiento de los fenómenos, pues estos no solo se basan en la experiencia, sino también en el análisis de conceptos que ya han sido representados. Es decir, en la Dialéctica o como en la sentencia lampedusiana “que todo cambie para que todo siga como está”. Retomar las armas supone no solo para la población colombiana en general sino para los militantes de la Farc y allegados el subterfugio ideal para que se mantenga el estado de pobreza que ha llevado a esta guerra.
¡Ah! Y permítanme decirles, amigos, que en los 32:33 minutos que dura el video no encontré argumento alguno salvo un halo de querer poetizar aquello que no se sostiene sobre argumentos lógicos, que además la experiencia nos ha demostrado, o como diría un man que conozco, “mediante juicios sintéticos”. Claro que no los han derrotado porque se negaron a reconocerlo, no porque la realidad fuera otra. Esto solo le conviene a nuestros amigos como Romaña, El Paisa, Iván Márquez, El Cieguito y algún otro que se me escapa. Como observamos, dejar los privilegios cuesta mucho.
A los que sí veo que no les costó fue a aquellos pobres que se destaparon cual gladiador quitándose la armadura y a los que les rodean, pues por ignorancia o inocencia, que para mí tienen ciertos parecidos, van a ser los realmente jodidos por esta decisión.
Pero bueno, como diría Gaitán: “Pueblo, por la derrota de la oligarquía, ¡a la carga!”. O como saludaban los naumachiarii antes de las batallas, en la que sabían que iban a morir: "¡Ave, César, los que van a morir te saludan!" [2].
[1] La fiscalía colombiana dice que no hubo desapariciones forzadas por la toma del Palacio Justicia [2] Frase con la que saludaban los naumachiarii (luchadores de las batallas navales-Naumachia) al César (título con que se designaba al emperador). Suetonio, 1992. La vida de los doce césares II. Madrid: Gredos. Pp. 98.