Medellín aposto por transformarse físicamente, por modernizarse. Se edifica una ciudad moderna con bibliotecas, parques y colegios, pero se les olvido edificar una sociedad moderna, hablo de los ingresos monetarios que pueden cerrar la brecha de desigualdad, de los puestos de trabajo con garantías, de las empresas responsables y verdaderamente innovadoras, no especuladoras ni de intermediación, que contraten directamente y según dicta la ley. Que sean realmente modernas e innovadoras, como los edificios y las aspiraciones sociales que tanto proclaman.
La igualdad no se logra exclusivamente con ladrillos y cemento, es una parte muy importante, pero no cambia la situación social de base. Se educa a niños que no tienen espacio en el mercado laboral, desafortunadamente les hacen creer que ser el más verraco y rebuscador, ser el que más trabaja y aguanta es sinónimo de ser echao pa´lante, que eso es progreso, pero realmente significa que viven en la ley del más fuerte y la ley del estado ausente.
Flexibilizan las normas para construir, habilitan suelo en zonas de riesgo y la postura de la empresa es de maximizar la rentabilidad, el precio social no importa siempre que obtenga una ganancia monetaria. Se caen los edificios que construyen multimillonarios que todos conocen con nombre y apellido, ¿Cuál es la solución? La solución es levantar un muro de abogados para no perder dinero y sobre todo, evadir la responsabilidad.
La finalidad social de la empresa es crear riqueza por medio de sus fuentes de trabajo, su innovación tecnológica y se retribución tributaria para el estado. La finalidad individualista de la empresa es la de crecer y devorar todo lo que gravite en su entorno, llámese competencia o cuota de mercado, sin un fin definido, solo crecer, para crecer más y tener más, para crecer más…
Ni los acomodados del poblado se salvan de estos buitres. Ellos están usando la calculadora. Si lo más rentable es pagar abogados y no pagar nuevos apartamentos no habrá duda en sus mentes y eso se hará, si la calculadora dice que es mejor pagar un juez y hundir un chivo expiatorio en vez de reconocer sus errores, pagar con humildad y reconocer los errores cometidos, así será. No es cuestión de política, es la política del no-estado.
Si avanzamos en la liberalización de la economía, renunciamos a la política y al estado, nos volvemos simples observadores de las acciones empresariales. Esto sucede en Medellín, donde por medio de decisiones corporativas que poco tienen que ver con la política se desarrolla una ciudad, esto trae resultados ambiguos. Físicamente bonita, socialmente podrida.
El gremio debe hacer una autocritica profunda, en la base moral de su oficio, la arquitectura y la ingeniería no son oficios para hacerse rico o famoso, son oficios con una finalidad social real, no retórica. ¿Cuántas oficinas pagan consultorías serias a precios justos para apoyar sus procesos? ¿Cuántas oficinas innovadoras pagan contratos fijos con todas las garantías laborales a sus diseñadores? ¿Cuántas respetan el tiempo libre de sus arquitectos junior? ¿Cuántas justifican no pagar sueldos a sus practicantes bajo la falsa premisa de que el practicante es quien más se beneficia?
Ahora, mírate al espejo… ahora, mírate otra vez, esta vez sin reírte y sin llorar… ¿Para qué ganar bienales internacionales de arquitectura si los edificios se te desmoronan?, ¿Para qué foros internacionales de ciudades sostenibles si los vuelves ruedas de negocios? ¿Para qué hacer un parque en el rio, si se derrumba su canal? … con tres empresarios como tú, con la ética que solo tú entiendes, mejor cerremos y vámonos.