La campaña mediática para convencer al país sobre la urgente necesidad de utilizar el fracking con el objeto de extraer petróleo, gas y aliviar la presumible escasez de estos recursos, está llegando al paroxismo. Para emplear el fracking se han producido informaciones engañosas y se conformó una Comisión de expertos, que recomendó pruebas con “pilotos de exploración”, “controladas y transparentes”, para abrir el camino a una “licencia social”. Esta campaña culmina con la estrategia errada de Ecopetrol de invertir 1.500 millones de dólares para explorar hidrocarburos en Texas, utilizando fracking.
Las campañas mediáticas acerca del posible agotamiento de hidrocarburos se han utilizado desde hace años cuando se quiere impulsar su extracción. Siempre señalan que las reservas se agotarán en 5 a 7 años. Esto coincide con los 6,3 años que anuncian ahora, un horizonte de urgencia, pero que da un respiro, si se procede a hacer inmediatamente lo que se propone: fracking.
Son tan exitosas estas campañas que muy pocas personas cuestionan las cifras del casi inmediato desabastecimiento de hidrocarburos; tampoco se examinan otras alternativas distintas al fracking, ni otras fuentes de energía y nuevas realidades planetarias, ni la responsabilidad, por manejar horizontes de planeación tan cortos, de quienes tienen a su cargo las políticas energéticas ¿Cómo se llegó a esto?
La verdad sobre los yacimientos de hidrocarburos, al igual que sobre el impacto real del fracking, la conocen y mantienen las empresas interesadas como secreto industrial; pero tener esta información es clave para tomar decisiones que afectan seriamente la naturaleza, la sociedad y la economía del país.
En la trampa del presumible agotamiento de petróleo y gas, para impulsar el uso del fracking, han caído algunas figuras del ambientalismo colombiano, que lo han apoyado directa o indirectamente, participando en la Comisión de expertos o con artículos y declaraciones públicas. Así se refuerza la campaña para desorientar y confundir a la opinión.
A pesar de esto se mantiene la resistencia de muchos ambientalistas, líderes y comunidades que defienden el territorio. Su voz se neutraliza, los medios la reconocen ocasionalmente, cuando las comunidades protestan o sus líderes son asesinados, como parte de un proceso sin control, de terror y aniquilación de las expresiones democráticas.
El debate actual no debe ser sólo sobre el fracking, sus importantes impactos y la necedad de usarlo para el abastecimiento de hidrocarburos a un inexistente largo plazo, sino sobre la urgencia de preparar al país para enfrentar la crisis climática y reemplazar al máximo el uso de combustibles fósiles a corto plazo. La estrategia política del Estado debe orientarse a lograr una transición rápida a un modelo de crecimiento sostenible, al ahorro energético y una matriz de energías más limpias.
La solución no es acelerar la extracción de petróleo y gas usando fracking con “licencia social”, hasta reventar las entrañas de la tierra, y quemarlos para enviar gases de efecto invernadero a la atmosfera y sufrir los efectos, sino construir urgentemente propuestas de mitigación y adaptación al cambio climático y sus posibles escenarios catastróficos.
Frente a la crisis ecológica, económica y social a la que nos enfrentamos se requieren la verdad, mejor información y conocimiento disponible, los mayores recursos, una amplia participación social, el respeto por la naturaleza y solidaridad con la población más afectada. No hay tiempo.