El 3 de enero Alexandria Ocasio-Cortez llegó a la Cámara de Representantes, con 29 años, como la congresista más joven en la historia de Estados Unidos. En tres meses, su primer discurso de cuatro minutos tuvo en el canal del Congreso un millón de visualizaciones en doce horas, y su audiencia sobre la financiación de las campañas en Internet 37 millones de visitas. Donald Trump la llamó “camarera de 29 años” al referirse a uno de sus proyectos, los jóvenes demócratas la corean ¡AOC! y los republicanos en los mítines ¡AOC apesta! Netflix se rindió a su popularidad y la ha hecho estrella de su propia vida en un documental.
Nacida en el Bronx, hace poco más de un año se ganaba la vida tras la barra de una taquería en Nueva York para evitar que a su madre puertorriqueña, Blanca Ocasio-Cortez le quitaran la casa porque sus ingresos como doméstica y conductora de autobús no le alcanzaban para cubrir la hipoteca ni los gastos de su hermano Gabriel tras el fallecimiento de su padre, el arquitecto Sergio Ocasio, víctima de un cáncer en el 2008.
Todavía está pagando la deuda de 25.000 dólares que tiene con la Universidad de Boston donde estudió y se graduó con honores en Economía y Relaciones Internacionales, gracias a la beca John F. Lopez, y hasta hace poco no tenía seguro de salud, por eso debía comprar uno de 200 dólares mensuales, más de lo que paga ahora como congresista.
En la universidad conoció al senador demócrata Edward Kennedy con quien trabajó en temas de inmigración como pasante, pero fue con Bernie Sanders con quien conectó cuando decidió entrar a la política. Él, autoproclamado socialista, se había lanzado en el 2015 en búsqueda de la nominación demócrata para Casa Blanca retando a Hillary Clinton, la candidata perfecta del manual. AOC fue activista de la campaña de Sanders, y tras su fallido intento, se echó su morral al hombro y fue a hacer su propia campaña de puerta en puerta repartiendo folletos en el barrio que conocía tanto como sus problemas. No quiso recibir ni un dólar de las grandes empresas y la tercera parte del millón que le costó la campaña lo consiguió de sus partidarios que le dieron pequeños aportes de hasta 200 dólares.
Alexandria en el Bronx de Nueva York, donde nació. Foto: Instagram/Alexandria Ocasio-Cortez
Como Sanders, ella hace parte de la Organización Socialistas Democráticos de América (DSA, por sus siglas en inglés) y tras de sí hay dos grupos de su mentor que le han ayudado tanto en las elecciones como en su labor en el Congreso: New Congress, nacido tras la carrera frustrada de Sanders, y New Consensus, un think tank que surgió en Chicago tras la victoria de Donald Trump.
El primero fue el que la contactó en su búsqueda de candidatos progresistas, para proponerle que retara en las primarias a una vaca sagrada de los demócratas, Joe Crowley. AOC aceptó sin vacilaciones y contra todo pronóstico barrió al congresista que por 20 años había tenido la representación del distrito neoyorquino que incluye partes de Bronx y Queens. Cinco meses después fue elegida representante a la Cámara por el distrito 14 de Nueva York imponiéndose al republicano Anthony Pappas por el 76,2 de los votos.
New Consensus le está “dando una mano” con sus proyectos del Congreso, donde ella es miembro de uno de los comités más poderosos, el de servicios financieros, que aborda la regulación bancaria y la independencia de la Reserva Federal.
El 7 de febrero presentó el que llamó Green New Deal, - recordando a Roosevelt- que encarna su visión y su ambición. En línea con las preocupaciones de los millennials, la batalla contra el cambio climático que permita un 100 % de energías limpias hacia 2050, y propuestas que incluyen la sanidad universal, educación superior gratuita, salarios dignos y acabar con la agencia encargada de aplicar las leyes de inmigración.
La agenda, más a la izquierda de cualquier congresista en Capitol Hill, ha sido el blanco de las críticas de la derecha. Fue del Green New Deal que Donald Trump dijo provenir de una “camarera de 29 años”, a lo que AOC respondió, como siempre, con rapidez e ingenio: "El último tipo que me minusvaloró perdió". El otro que tiró un dardo fue el exasesor de la Casa Blanca Sebastian Gorka: "una sandía: verde por fuera y profundo rojo comunista por dentro".
Los medios conservadores no le han quitado el ojo, Fox News la mencionó 229 veces en una semana, dice The Guardian, y el New York Post publicó 24 artículos sobre ella en solo seis días, dice Vanity Fair, la revista que ya la ha tenido en su carátula. Fue entrevistada por el editor en jefe de The New Yorker y Vogue le dio una sesión de fotografía con Annie Leibovitz, -la fotógrafa mejor pagada del mundo.
El mensaje de AOC le llega a los jóvenes a través de las redes sociales, la herramienta que ha sido clave en su vertiginoso despegue político. Ha creado una enorme y fiel audiencia en Instagram, donde cuenta el día a día menos conocido del Congreso, y sus trinos superan el volumen de interacciones al de cualquier gran medio informativo y cualquier otra figura demócrata, incluido Barack Obama, o republicana, con la excepción de Trump, el único que la supera.
Alexandria y las tres representantes demócratas de "El Escuadrón", denigrado por Trump. Foto:captura de video
En uno de esos trinos Trump utilizó un lenguaje marcadamente xenófobo contra ella y otras tres demócratas que llaman "El escuadrón". El revuelo fue mayúsculo. Además de Alexandria el grupo está integrado por Rashida Tlaib y Ayanna Pressley que nacieron y se criaron en Estados Unidos., mientras que Ilhan Omarse mudó al país cuando era niña.
Con Hillary Clinton, excandidata a la presidencia, y Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara, la millennial latina del Bronx, fresca y hermosa forma hoy el trío de mujeres más representativo del Partido Demócrata. En un país donde socialista se asocia con comunista, Alexandria Ocasio-Cortez ha decidido poner una pica en Washington. Y el presidente está con los pelos de punta.
