No es nada nuevo decir que la situación laboral en Colombia sigue estando difícil tanto para nacionales como extranjeros. Recientemente, el Departamento Nacional de Estadística (Dane) publicó que para mayo de 2019 la cifra de desempleo fue de 10.5%, superando los números registrados en el mismo mes del año pasado.
Esta cifra no es para nada alentadora, teniendo en cuenta que desde el año pasado ha ido en aumento y parece que seguirá así. Sin embargo, para personas como yo, que venimos de otros países por una u otra razón, esperando que esta hermosa patria nos dé una oportunidad para cumplir nuestros sueños, el tema se complica aún más.
Llegué a Colombia hace algunos años de la mano de mi esposa, quien es colombiana, al igual mis hijos. Soy ingeniero comercial y abogado, y tenía un trabajo estable cuando vivía en Chile. No obstante, cuando arribamos acá tuve que adecuarme a la situación laboral de la que hablaba anteriormente. Para mí, y creo que para muchos, es fundamental enseñarles a mis hijos valores que contribuyan a que crezcan como los seres humanos que serán en el futuro: trabajar por nuestra familia y nuestros sueños es algo que constantemente les repito sin parar. Esta es una bonita lección de dientes para afuera, sin embargo, ¿cómo podía yo predicar sobre trabajo cuando no tenía nada que hacer?
Este panorama es el diario vivir de muchas de las personas que viven en este país, pero por necesidad todos encontramos un camino para reinventarnos. En mi caso decidí voluntariamente vincularme con las plataformas de transporte. Después de varios experimentos, decidí quedarme con Beat, que era la que me ofrecía facilidades tales como conocer el destino solicitado por el socio pasajero.
Con lo anterior, me pregunto a mí mismo, y se lo pregunto a quien esté leyendo este artículo: ¿es justo juzgar o condenar un modo de subsistencia que no hace daño y que, por el contrario, permite contribuir a que tu familia y a ti mismo salir adelante?
Así como trabajar en estas plataformas, hay otro tipo de trabajos que son mal vistos por una u otra razón, pero creo que nuestra misión se encuentra en abrir un poco la mente y aceptar que, con el paso de los días, surgen nuevas formas de trabajar que dependen cada vez más de factores como la tecnología y la globalización.
Hoy en día puedo decir que mi familia y yo salimos adelante. Gracias este trabajo, que muchos critican o desaprueban, hoy puedo decir que logré uno de mis sueños: abrí las puertas de mi instituto de inglés y, orgullosamente lo digo, fue financiado gracias a esta labor que, con el compromiso y la rigurosidad necesaria, cumplí día y noche durante más de un año. Soy un papá orgulloso en poder decir que mis hijos se llevan un ejemplo valioso de trabajo duro y que, a pesar de las circunstancias, por más adversas que sean, siempre hay una forma de hacer bien las cosas.
Es cierto que la situación está dura para todos y que son pocas las oportunidades que hay en este momento, pero si nos detenemos a pensar en qué hacer, la vida nos ofrece un abanico de posibilidades que debemos considerar. Estoy seguro de que nuestra sociedad se va moviendo, a veces un poco lento, pero siempre avanza hacia el futuro. Es nuestra decisión subirnos a ese bus o quedarnos pensando qué hubiera sido si...
Aunque con golpes, de estar sin trabajo aprendí. Mi consejo para quien está pasando por estas en este momento es: de ahí saldrá, bájese una de esas apps si es necesario y, si tiene los medios, hable con el vecino, pregúntele a sus viejos conocidos. No hay vergüenza en pasar por malos momentos, solo es cuestión de levantarse un día y tomar la decisión de salir adelante. Por ahí hemos pasado todos.