Se cumplen 20 años del asesinato al humorista y periodista Jaime Garzón. Aquel 13 de agosto del 99 se apagó la sonrisa de miles de colombianas y colombianos que disfrutaron con Zoociedad y Quac el humor de crítica política más contundente, consecuente y divertido, pero también comenzaba a inmortalizarse en la memoria del pueblo colombiano personajes como: “Néstor Elí”, “Compañero John Lenin”, “Dioselina Tibaná”, “Godofredo Cínico Caspa”, “Emerson de Francisco” y por último, uno de sus personajes más emblemáticos y queridos, el lustrabotas “Heriberto de la Calle”.
La indignación de su cobarde asesinato generó una enorme movilización nacional, un rechazo general a los actores que no solamente asesinaron a Jaime sino a miles de personas que se pensaban un país distinto, pues vale recordar también que se había exterminado a punta de guerra sucia a todo un partido político legal, como lo fue la Unión Patriótica y varios movimientos políticos amenazados y estigmatizados, a su vez, con este fenómeno se intentó matar los sueños, esperanzas e ideas de miles de personas, todo ese panorama de décadas de conflicto social y armado se convirtieron en miles de críticas que cayeron sobre los hombros de un gobierno nacional que era incapaz de detener la barbarie.
Jaime criticó siempre a las estructuras de poder como la iglesia, el Estado y los actores del conflicto armado. En últimas, fue una persona que tuvo la capacidad de combinar sus conocimientos en periodismo y derecho constitucional con su humor para generar conciencia. Fue muy criticado e incomprendido en ocasiones, críticas dirigidas a su humor “fuerte”, “indecente”, etc. Dichas críticas lo tildaron de incomprendido, loco y desmedido, y es que Jaime era así, simplemente no conocía de “diplomacias”, para él en un país que se estaba desmoronando de tantos asesinatos y guerra, además con una clase política corrupta y que priorizaba la desigualdad social, la diplomacia no tenía cabida, a la gente se le tenían que decir las cosas como son, sin tapujos, mencionando los actores directos y a su vez, burlándose de ellos.
A pesar de la triste y desoladora situación colombiana, Jaime siempre creyó en un proyecto de país distinto, donde el diálogo tendría que ser un método de urgencia para entendernos como sociedad, en varias ocasiones invitó a “tirios y troyanos” a su casa, a que dialogaran y tomaran vino, en últimas fue un agente de construcción de tejido social, es decir, para Jaime el debate de ideas tenía que agotar todos los recursos que existieran, y que la única forma para entendernos como pueblo colombiano, era mediante el diálogo.
Creo importante señalar que a pesar de su partida física, Jaime sigue vivo en tanto sus ideas continúen vigentes, y vale la pena decir que la acción política de las y los jóvenes es en cierta medida la recuperación de la memoria histórica de este personaje, es la dignificación de un saber y una experiencia de miles de líderes y lideresas sociales que entregaron su vida para dar el ejemplo como Jaime, y casos como el Colectivo Jaime Garzón que conforman algunos y algunas estudiantes de la Universidad de la Salle, son importantes a la hora de demostrar su legado.
En dicho colectivo, llevan un largo tiempo dedicándose al activismo y a la sensibilización social por medio de foros, voluntariados, conversatorios, exposiciones y performance que giran en torno a temas como la lucha en contra de la mercantilización de la educación, la doble explotación social y económica hacia la mujer, la necesidad de la construcción de paz en el país, la relación entre la Universidad y la sociedad civil para la transformación, nuevas relaciones entre la humanidad y la naturaleza, etc.
Todo esto desde luego no se ha generado como un fenómeno aislado que acontece solo en la Universidad de la Salle, dicho proceso va de la mano con la participación activa del colectivo en escenarios nacionales y distritales dentro de uno de los referentes más importantes del movimiento estudiantil universitario, la Asociación Colombiana de Estudiantes Universitarios (Aceu) que opera en la mayoría de universidades del país y se ha pensado el conocimiento más allá del aula de clase, resumiendo además la función social que debería tener la universidad en su consigna: ¡Por una universidad crítica, creadora y transformadora”.
Lo anterior nos dice en cierta medida que ese sueño de Jaime de ver a las juventudes dispuestas a movilizarse y que tengan la capacidad de cambiar su país es un tema de primera agenda a nivel nacional, y que los movimientos juveniles adquieran su narrativa y forma de ver la vida como símbolo de lucha social nos muestra un claro ejemplo de que sus ideas de un país distinto se materializaron en acción, en movilización y pensamiento crítico para y por el cambio social.
Según, Laura Tatiana Cruz, estudiante de Trabajo Social, dirigente estudiantil y actual integrante del Colectivo, expone en las siguientes líneas lo que representa dicho escenario en la Universidad de la Salle:
El colectivo Jaime Garzón en la Universidad de la Salle simboliza la participación juvenil en temas políticos; en sus poco más de dos años de creación le ha apostado a pensarse un país diferente, a partir de actividades que buscan que el estudiante promedio se siente un rato a pensar qué papel juega en la construcción de una sociedad más equitativa, donde el pensamiento crítico no se estigmatice, enfrentándose, sin embargo, a la dolorosa cifra de 702 líderes asesinados y asesinadas después de la firma del acuerdo de paz, enfrentándose también a los gobiernos neoliberales de Peñalosa y Duque, a unas instituciones educativas que siguen viendo la educación como negocio. Lo que se recupera de Jaime es su invitación a las y los jóvenes a que participen, a que cambien este país, a que no pierdan la esperanza de hacerlo cada vez mejor.
Laura Cruz nos menciona sobre la base de la práctica cuál podría ser el rol de un o una activista joven en Colombia, que para ella es el siguiente:
Mi papel como joven activista en Colombia es el de incidir y promover una lectura crítica de la historia de Colombia, donde se pueda develar cuáles son las causas de los problemas que tiene el país. Si el país empezará a tener memoria, tendría también conciencia de sus decisiones y de su lugar, ese lugar que para la clase dominante es el de la exclusión, pero que debería ser el de la voz, la voz de la clase oprimida; las y los jóvenes, las y los afros, las mujeres, las disidencias sexuales, el ciudadano de a pie, el señor de la esquina que trabaja en una empresa, la señora de la otra esquina que vende arepas, el del joven que se levanta todos los días para su colegio y se va con una agua panela en el estómago, en fin, todos los que mantenemos este sistema capitalista que se roba la libertad y el bienestar de las personas.
Como las y los estudiantes del Colectivo Jaime Garzón actualmente existen cientos de jóvenes que a pesar de esa historia sangrienta que ha vivido el país, hoy se siguen pensando otra realidad y rechazando el destino que se les ha fabricado, estas subjetividades políticas juveniles hoy se encuentran en colectivos de género, ambientales, artísticos, estudiantiles y hasta sindicales. Entonces podríamos decir que el sueño de Jaime en cierta medida se está cumpliendo, pero también es importante señalar ¿Cómo veía Jaime el papel de las y los jóvenes en el país? Y para ello, es importante rescatar sus años de activismo en la Universidad Nacional de Colombia, cuando en conjunto con sus amigos y amigas creó el colectivo “Rotundo Vagabundo” donde su filosofía se daba a conocer con una metáfora de Lao Tzu, pensador chino, Cuando Jaime propone el título de dicho colectivo de la mano de un proverbio de dicho pensador, el cual era el siguiente:
Mientras Lao Tzu viajaba con sus discípulos, llegaron a un bosque donde varios leñadores talaban árboles. El bosque se había reducido apenas a un gran árbol con centenares de ramas.Era tan grande que cien personas podían sentarse cómodamente bajo su sombra.
Lao Tzu les dijo a sus discípulos que preguntaran por qué ese árbol no había sido talado. Uno de los leñadores contestó: Es inútil. No se puede hacer nada con él porque las ramas tienen demasiados nudos. Tampoco se puede usar como combustible porque el humo es peligroso para los ojos. Este árbol no sirve para nada, por eso no lo hemos cortado.
Cuando los discípulos le contaron la respuesta del leñador, Lao Tzu se rio y dijo: Sean como este árbol. Si son útiles, los cortarán y servirán como muebles en la casa de alguien. Si son hermosos, los venderán en el mercado. Sean como este árbol, absolutamente inútiles, y entonces crecerán grandes y con muchas ramas, y cientos de personas se refugiarán bajo su sombra.
Teniendo en cuenta ello, el mensaje es claro, Jaime hoy por hoy nos sigue invitando a las y los jóvenes a que no sirvamos para un sistema que nos instrumentaliza, que nos invita a reproducir la discriminación, la desigualdad y la injusticia, en un mundo donde cada vez estamos más alejados de la humanidad y se reproduce una moralidad hipócrita dirigida al fascismo social desde las estructuras de poder, se debe reflexionar sobre nuestra historia como pueblo y entender de una vez por todas que no existen las “masacres con criterio social” como alguna vez el senador Álvaro Uribe afirmó; es decir, para Jaime la alienación y la resignación no son una opción de vida, entonces para él la única tarea de las y los jóvenes es la contracultura, tratar de que no nos encasille el mercado laboral, la iglesia, la sociedad, dedicarse a vivir para el cambio, para ser nosotros mismos y proyectarse para esos otros y otras, es decir, aportar para la rebeldía, para su conmemoración hay que dejar un mensaje claro y de advertencia: Jaime Garzón no murió, ¡se multiplicó en miles!
