El papá del suboficial Jesús Mosquera no puede de la rabia. Su hijo le había dicho que él no quería ir al ejercicio de llevar una bandera colgada en un helicóptero, la parecía terrible, riesgoso, innecesario. En otros países, como Canadá o México, este ejercicio no lo hacen personas sino que se pone un peso al final de la cuerda para que la bandera flamee sin ningún problema.
Jesús no quería. Tenía una hija y una esposa y 25 años. Toda la vida por delante. El domingo, acompañado por otro muchacho, Sebastián Gamboa, quien acababa de llegar de su casa en Agua de Dios Cundinamarca en donde estaba celebrando un nuevo título en su carrera en el ejército, cayeron al vacío en un ejercicio estúpido, innecesario. Ahora el ministro de Defensa, el comandante de la FAC y todo el gobierno nos quieren hacer pensar de que estos jóvenes murieron sirviendo a la patria. ¡Mentirosos!
Lo que pasó es prueba más de la chambonada de las fuerzas militares. Volvieron a pegarse el tiro en el oído. Aún no se sabe nada, la investigación está en curso, pero no era necesario. Nuestros militares están para cosas más nobles que para hacer números de circo. Deberían pavimentar las carreteras de nuestros pueblos olvidados, educar a los niños de las regiones olvidadas, esas partes a donde nuestros profesores no pueden llegar. Ahora dos familias lloran esta muerte absurda. Estoy seguro que ellos no tienen el consuelo de que sus hijos murieron como héroes. No, ellos no se van a tragar entero ese cuentico. Nosotros tampoco. Exigimos que la justicia sea severa con los responsables. El crimen no siempre se da porque usted quiere matar a alguien. Existen crímenes que se producen por descuido, por desidia. En un ejercicio de este calibre es criminal hablar de accidentalidad. Acá no existen los accidentes. No deberían. ¿Quién fue el responsable de la tragedia del Olaya Herrera? No nos metan los dedos a la boca. Queremos responsables ya. Ellos no fueron héroes, fueron solo víctimas de un descuido.
