“Trabajé más de dos años como obrero raso en una construcción, tan raso que era el único no negro de la obra”
Cordial saludo, mi nombre es Claudia, soy una mujer negra, con una construcción étnica y social afro, desde niña tuve que ir puliendo mi carácter, al nacer en un país con gran diversidad étnica pero también gran racismo institucionalizado y discriminación no solo racial si no de clase, dónde los negros a pesar de ser los primeros en liberarse del yugo español, son los más pobres y abandonados por el estado.
Desde chiquita era la “Memín Pinguin” del colegio, ya que nací en una zona mayormente mestiza, otros me llamaban Kunta Kinte y no me tocaban por que se “untaban de negro”, tuve que ganar el cariño de los niños con dedicación, y mostrando al doble mi capacidad, para obtener el respeto de los profesores que, a veces no me llamaban por mi nombre, si no “ a ver la negrita, trajo la tarea”. La negrita siempre hizo la tarea, siempre tuvo buenas notas y fue segundo mejor ICFES del colegio, pero esta negrita salió rebelde y se enfrentó al reclutamiento de jóvenes para los paramilitares, convirtiéndose en activista de derechos humanos, perseguida y ahora exiliada.
En Argentina dónde ahora vivo, existen aún rezagos enormes de ese racismo implantado por la invasión europea, pero desde hace 10 años ha empezado un cambio de paradigma que rescata la inclusión , la diversidad del que piensa distinto, del que ama distinto, del que se ve distinto. En Argentina he obtenido logros que nunca obtuve en mí país, fui la primera mujer negra que habló en el principal congreso de abogadas activistas sobre el tema de trata de personas y he sido premiada dos veces con reconocimientos por mi labor activista en el senado.
Ser negra y negro no es fácil. En una nota de prensa usted lanza una frase por la cual no lo condeno pero es el momento quizás de que usted reflexione, ya que demostró en su lenguaje un racismo naturalizado, como tan naturalizado es en Colombia que los obreros rasos sean “los negros”. Usted pretendió que se le aplaudiera por ser el “único no negro en una obra” que trabajaba como obrero, a mí eso me produjo un enorme dolor, y no por qué ser obrero sea algo indigno, ¿que sería nuestra América Latina sin esas manos obreras y valientes que mueven y construyen maravillosas obras?. Duele la estigmatización y la radicalización del lenguaje discriminativo en la sociedad colombiana, sobre todo en un hombre que pretende llevar las riendas de una nación pluricultural y plurietnica como Colombia , un candidato con tanta experticia política y preparación académica pero tan carente del sentido común del respeto por la diversidad , por el otro, por el negro, por el obrero.
Las negras hemos sido estigmatizadas, que somos calientes en la cama y por ellos servimos a la perfección para ser esclavas sexuales. Los hombres negros lo tienen “largo” y nunca se enferman , según el estereotipo son “burros de carga” que no se cansan y el sol no les molesta. Esos estigmas deben desaprenderse en nuestra sociedad, país de Memines, dónde el negro con bata “es vendedor de helados o de periódicos”. Enrique, quiero que se dé usted mismo la oportunidad de conocer un poco sobre nuestra construcción afro, cultural, plural, política social y sexual, y asuma suyo el planteamiento de cambiar todos esos paradigmas.
Gina Escheback (Claudia Quintero)
Voz del pueblo Latinoamericano