Aunque suene irónico y hasta burlesco, en algunas reuniones que sostuve con simpatizantes del eterno presidente y su ineficaz marioneta me di cuenta de que no todos tienen esa mentalidad de “plomo es lo que viene, plomo es lo que hay” o esa habilidad casi inherente para hacer de cualquier negocio un complot de corrupción.
No, no es así, y mayor fue mi sorpresa al enterarme de ello, mientras los líderes de aquellos equipos políticos daban sus discursos de odio y politiquería, otros de menor rango escuchaban, aplaudían y tomaban notas de todo lo que en la mesa principal se dictaminaba con ese característico acento paisa que al día de hoy me genera más temor que orgullo.
Fue entonces cuando surgió esa pregunta en mi mente: ¿acaso todos los uribistas son iguales? Era inevitable no hacerme dicha pregunta, pues al hablar tanto con los líderes del equipo, personas adineradas, dueños de haciendas y empresas o herederos de grandes sumas de dinero y los de menor rango, asalariados y administrativos de varios negocios, me daba cuenta de que sus discursos, su forma de hablar y de actuar era bastante diferente.
Mientras unos buscaban oportunidades de negocio y de apropiación política sin importar lo que se tuviese que hacer, chismorreo de opositores y chistes de mal gusto, los demás tenían pláticas sobre la gestión del presidente Duque y los grandes beneficios que el Centro Democrático había traído a la región, una diferencia entre la cruda realidad y la idealización de la realidad.
Fue entonces cuando terminó la reunión que llegué a la conclusión: no todos los uribistas son perversos, algunos solo son ilusos… Los líderes políticos y muchos de sus seguidores son esos que insultan, que hacen lo que sea por dinero, que corrompen la política y la empresa, tramposos, llenos de odio hacia todo lo que no se acople a su partido, xenófobos, homófobos, clasistas y racistas…
Mientras que los demás viven en una ilusión e ignorancia política en la que creen que todo eso que se menciona en los discursos baratos del CD es o va a ser una realidad, que los cultivos de coca han disminuido, que el presidente Duque va a acabar con la pobreza, que Santos le entregó el país a la guerrilla, que el país está en quiebra con el proceso de paz, que Uribe fue el mejor presidente de Colombia y que todos sus 300 procesos investigativos son un complot o una persecución política, ignorantes de todo evento macabro del país, soñadores sin razón ni pensamiento propio, casi alienados.
Con la incógnita casi resuelta llego a mi casa con una nueva conclusión: los líderes uribistas jamás van a cambiar, siempre serán lo que son, porque es todo lo que sus castradas mentes pueden procesar, pero a esos soñadores, ilusos e ignorantes sí que los podemos despertar, despertar con la verdad, esa a la que el señor Álvaro Uribe tanto le teme y que cuando sea develada dejará en ruinas su pseudoimperio.