Independencia: del grito a la victoria

Independencia: del grito a la victoria

Una mirada a la serie de sucesos que derivaron en el fin del período de dominio del imperio español en el actual territorio del país

Por: Guillermo Segovia Mora
agosto 09, 2019
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Independencia: del grito a la victoria

Tras el grito de independencia en Santa Fe el 20 de julio de 1810 —que juró lealtad al  monarca— y manifestaciones similares en varios pueblos de la Nueva Granada, como reacción a la invasión francesa a España y la abdicación de Fernando VII, sucesivamente las juntas creadas para gobernar en nombre del rey declararon su autonomía e independencia rompiendo lazos con la “madre patria”. En la definición sobre qué tipo de organización político administrativa se debería acoger, los criollos se debatieron, hasta con las armas, entre el centralismo y el federalismo, con el infortunio de que aun sin zanjarse el debate, en 1816, “El deseado” rey Fernando VII regresó al trono y organizó una poderosa flota de reconquista al mando de Pablo Morillo que puso fin al  interregno republicano, primera fase del proceso independentista.

Morillo en un recorrido de muerte, confiscaciones y extrañamientos, sembró el terror entre los notables y el pueblo criollo, llevando al cadalso a los mas destacados dirigentes republicanos. Pero en un tiempo corto, embestida por las guerrillas y el ejército patriota, bajo la lúcida conducción estratégica de Bolívar, la tropa realista sucumbió sucesivamente hasta ser desterrada del centro del país, el 7 de agosto de 1819, no obstante conservar algunos perturbadores bastiones hasta casi una década después

Los reductos patriotas sobrevivientes a la represión de “Regeneración” se retiraron a los Llanos orientales para organizar la resistencia, mientras en poblados y veredas de los actuales departamentos de Tolima, Cundinamarca, Boyacá, Santander y Casanare, las partidas o guerrillas, como las del “Mosco” Rodríguez, la de los Almeyda o la de Coromoro, liderada por Antonia Santos por los lados de Charalá, se convirtieron en un dolor de cabeza de las tropas realistas con sus acciones diarias de hostigamiento, emboscada, sabotaje y espionaje. Los abusos de la “pacificación” y la persistencia del ideal patriota de ganar la independencia conquistaron al pueblo neogranadino.

Francisco de Paula Santander fue designado por Bolívar para reagrupar los contingentes dispersos en huida al Llano. El general criollo juntó guerrillas dispersas, llaneros, indígenas y voluntarios extranjeros para  conformar en Arauca un ejército capaz de confrontar el poderío militar español. Tarea que asumió con propiedad dando cara a los destacamentos realistas al mando de Barreiro que en abril de 1819 intentaron desalojarlo de sus posiciones.

En territorio venezolano desde 1817 se libraba una dura confrontación militar sin que  los patriotas pudieran expulsar a las huestes españolas mas allá del territorio liberado en Guyana (Angostura). Esa situación  llevó a Simón Bolívar a concebir como alternativa expulsar los ejércitos de la monarquía de la Nueva Granada y luego independizar Venezuela. El plan final fue avanzar para atravesar el río Arauca y juntar su tropa con la de Santander en los llanos colombianos, ascender y trasmontar la cordillera oriental por el Páramo de Pisba y enfrentar por sorpresa a la Tercera División de los Ejércitos del Rey al mando del coronel José María Barreiro, en territorio del actual departamento de Boyacá (Sogamoso y Tunja).

Luego de la importante victoria de Queseras del Medio, el 25 de mayo parten de Mantecal Bolívar y el mando patriota (Anzoátegui, Soublette, entre otros) con 1.500 hombres, avanzan por Guasdualito  y atraviesan en pleno invierno caudalosos arroyos y el río hasta Arauca en medio de aguaceros, con el agua hasta la cintura, soportando la rudeza del medio y con las armas y vituallas en alto para evitar su deterioro. En Tame, el 12 de junio de 1819, se produce el encuentro entre Santander y Bolívar y proceden a reorganizar el ejército patriota (Santander dirige la vanguardia, Anzoátegui  la retaguardia). Así emprenden el heroico paso de los Andes.

El 27 de junio, la vanguardia del Ejército Patriota al mando de Santander toma el fuerte realista de Paya, primera gran victoria en la campaña libertadora, en la que se destacó Simona Amaya. El 30, Bolívar proclama al pueblo neogranadino "no habrá mas culpables que los tiranos españoles, y ni aun estos perecerán si no es en el campo de batalla". En la primera semana de julio, Santander y la tropa a su mando superan el paso por Pisba y llegan a Socha. Bolívar y la retaguardia padecen cuchillos de hielo, silbidos aterradores, resbaladeros de vértigo, pierden cargas y caballos. La muerte acecha, hombres emparamados son revividos con calor. Los sobrevivientes dan lástima. Sin ropa y famélicos, conservan sus lanzas y fusiles. Un sacrificio descomunal.

El pueblo solidario, curas y autoridades acuden a apoyar con ropa, frazadas y alimentos al disminuido Ejército Libertador y a promover la causa. Hay júbilo popular en Tasco, Socha y Socotá. Según testimonio del canónigo Andrés Gallo sobre los hechos, Bolívar expresó su gratitud ante el gesto “La mujer… la mujer… Dios la ha dotado de gran perspicacia y sensibilidad, y ha puesto en su corazón fibras delicadísimas, cuerdas muy sensibles a todo lo noble y elevado. El patriotismo, la admiración y el amor hacen vibrar esas cuerdas, y de ahí resultan la caridad, la abnegación y el sacrificio. Si así no fuera, las damas de la provincia de Tunja,  ante cuya caridad y abnegación me descubro con respeto, no habrían podido realizar el milagro que han hecho y que todos palpamos.” Justo reconocimiento a  aquellas que como Juana Velasco de Gallo, Justina Estepa, Teresa Izquierdo, Estefanía Parra, Simona Amaya, Clara Tocarruncho, Juana Escobar, Estefanía Neira de Eslava, Juana Plazas, Matilde Anaray, Antonia Santos, entre tantas, dieron su vida o fueron perseguidas en su apoyo crucial a la independencia en Sogamoso, Tunja, Socha, Paya, Cómbita, Corrales, Bonza, Sativa, Gámeza, Tópaga,  Charalá, El Socorro y tantos lugares de la patria.

Recuperada la tropa, el 10 y 11 de julio, patriotas al mando del coronel Justo Briceño golpean a los realistas en Corrales pero son derrotados en Gámeza. Barreiro ordena matar a lanza a 38 patriotas prisioneros. El 11 la confrontación es en Tópaga. Betéitiva recibe al ejército libertador el 17. El  25 se enfrentan en el Pantano de Vargas, cerca de Paipa, donde una heroica acción de la caballería y los lanceros al mando de Juan José Rondón logra revertir la batalla a favor de los patriotas. En vil venganza el 28 de julio es fusilada Antonia Santos. El 4 de agosto, los chapetones masacran el pueblo de Charalá en resistencia. El 7, tras 77 días de heroica marcha, 2.850 republicanos al mando de Bolívar —“el ejército de pordioseros”  del que se burlaba Barreiro— derrotan y ponen en desbanda a la  tropas realistas (2.500 hombres mejor armados) en el Puente de Boyacá. Levantamientos populares consolidan la liberación del centro de la Nueva Granada. Comienza el fin de la dominación española en América del Sur.

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