“Un cuento chino se define por la RAE como embuste, mentira disfrazada de artificios, pero vale aclarar que no se trata de un engaño simple o evidente, sino de una mentira disimulada, ingeniosa, encajada dentro de una historia fantástica o de dudosa veracidad” (internet).
Ahora bien, la última semana de julio, la mayoría de los colombianos se dieron cuenta de que el presidente Duque estaba de nuevo fuera del país, otra vez de viaje en el extranjero, ahora en la inmensa China, por la comidilla de la polémica que suscitó en redes su propio partido (Centro Democrático) por su sentido homenaje a Mao, el hombre que dirigió el cambio del imperio milenario feudal a república comunista, sin pasar por la etapa capitalista.
Sin embargo, la grande, mediana y pequeña prensa patrióticamente ha exaltado las tres monumentales bondades de tal viaje:
1. La posible venta de algunos miles de toneladas/año de aguacate Hass (que como candidato había minimizado casi con burla).
2. El vuelo directo China-Colombia y viceversa.
3. La repatriación de algunos o varios presos colombianos que llegan allá, casi todos, como mulas del narcotráfico.
Ahí por los laditos la prensa también medio mencionó que platicaron sobre lo inhumano de la situación venezolana. Sin embargo, como los aguacates Hass, el vuelo directo y la repatriación de los presos coparon los cientos y miles de informes de prensa desde China, y casi nada de la “situa” de Venezuela, uno si fuera un mal pensado podría suponer que esta “charlita” sobre Venezuela no sería más que un “saludito” a la bandera por parte de Xi Jinping para no quedar como un patán, como otro Trump con nuestro Duque, que ese sí “no se para en palitos” cuando de aporrearlo se trata, pórtese o no a su gusto.
Si se siguiera siendo mal pensado se podría preguntar: ¿eso fue todo, señores? O mejor, ¿solo esos tres “punticos” más la mención “por los laditos” de la “situa” de Venezuela eran el objetivo fundamental del viaje? ¿Se seguiría siendo mal pensado, hasta la perversión, si se supusiera que la verdadera razón que llevó a Duque a China fue “apretar el cerco al castrochavismo madurista”?, ¿de qué manera?, ¿llevando propuestas de real politik (económicas, ante todo), atractivas al gobierno de Xi Jinping, que compitan con las del corrupto círculo de la actual dictadura venezolana?
Además, ¿sería malvado pensar que al gobierno chino se le fue a decir que nosotros también estábamos dispuestos a “bajarnos los pantalones”, siempre y cuando ellos… (deposite aquí su maligno o perverso pensamiento)?, ¿cuáles podrían haber sido esas propuesta concretas que o no se lograron (ya que no han tenido publicidad como el resto) o que quedaron en stand by?
Por otra parte, ¿podría ser mal pensado decir que este fue otro “deseo” del patán Trump, que “lo ordenó sin ordenarlo”?, ¿fue otro mandado “de nosotros” al patán? ¿El cambio del entrometido embajador Kevin Whitaker por el más entrometido aún Philip Goldberg casará (dentro de esas sutiles jugadas en el ajedrez gringo) con “nuestro” mandado en la China? ¿El próximo mandado (perdón, viaje de Duque) será a la Rusia de Putin, a lo mismo?
Como afirmaban nuestros viejos: “Piensa mal y acertarás”.