Motivada por la tercera llamada del día, me levanté de mi siesta a escribir esta columna para protestar por la constante intromisión de llamadas comerciales a nuestro celular privado…
—Buenas tardes, ¿tengo el placer de hablar con la señora……?
—Si cómo no, qué se le ofrece
— Permítame saludarla, usted habla con Perencejo……. O Sutanejo, soy ejecutivo del banco Desocupado….
—Uhum….
—¿Cómo se encuentra Ud., en el día de hoy?
—Dormida, antes de esta llamada, ¿diga?
—Cómo me alegra que se encuentre bien…
—Y ¿para qué me llama?
—Tengo el gusto de ofrecerle una oportunidad única. Dígame tiene usted deudas con tarjetas de crédito… le falta renovar el soat…. Quiere adquirir un crédito
Aquí el o la ejecutiva varía según el “negocio” que nos va a proponer. Puede ser la renovación del Soat, un seguro todo riesgo, la compra de cartera, un préstamo de libre inversión, la suscripción a una revista… cuando no es un tumbao del corte de “usted es la feliz ganadora de un electrodoméstico….” Pero debe contestarnos unas preguntas sencillas, cuál es su número de tarjeta, etc. etc.
El telemercadeo, o teletumbis, ha crecido exponencialmente.
No importa si son las 7 a. m., la hora del almuerzo, o la de la comida,
si usted está en una cita médica o haciendo el amor
El telemercadeo, o teletumbis, ha crecido exponencialmente. No importa si son las 7 a. m., la hora del almuerzo, o la de la comida, si usted está en una cita médica o haciendo el amor. A los ejecutivos de los call centers eso no los mortifica, pero a usted sí.
Cómo han obtenido su número de celular no es un misterio, en cada transacción o compra que se hace lo solicitan y al parecer comparten esta información con cualquiera que la pague. De manera que su número privado se convierte en un bien público del que usan y abusan las compañías o los ladrones. Y usted lo único que puede hacer es contestar o no contestar. Claro, cuando no contesta generalmente es cuando ha debido hacerlo y cuando lo hace se arrepiente porque es para alguna oferta comercial.
Debería regularse esto pues se ha salido de madre. Es algo exasperante que no deja descansar y que lo hace a uno un peor ser humano, porque genera deseos de asesinar a quien llama. Sé que es su trabajo pero también sé que están interfiriendo con la cotidianidad de las personas. Hay gente que optó por no responder nunca a un número desconocido, lo que sería una solución de no ser porque esa llamada no respondida podría ser vital.
Sin embargo, que no molesten tanto, pero me tienen hasta la coronilla con tanta llamadera: los bancos, las cooperativas, las aseguradoras, las tiendas, las estaciones de servicio y hasta las inmobiliarias. El negocio de los call centers es parte de la tal economía naranja, pero ya se está pasando a economía roja, porque atraviesa el semáforo de la privacidad cuando debería respetar el verde de estoy ocupado.
Ah y para completar está el tema de las encuestas después de las susodichas llamadas comerciales que prolongan innecesariamente el tiempo que nos arrebatan de nuestras vidas.
No más llamadas comerciales, dejen que sea el cliente el que busque el negocio y no más negocios pescando clientes con esas irrupciones a nuestra vida cotidiana. Porque eso sí, cuando se trata de que uno llame a un teléfono comercial comienza la ronda: Para tal cosa, marque 1, para tal otra marque 2, 3 para esto o 4 para aquello y cuando uno opta por algún número vuelve y arranca. Es un carrusel de números que casi nunca termina bien. Por eso ¡No me jodan más en mi celular!