Hace seis años vivimos una epopeya: Nairo Quintana lograba el segundo lugar del Tour de Francia en un hecho sin precedentes para el deporte nacional. En el 2015 el capo del Movistar casi logra la hazaña en su ya legendario ataque en la penúltima etapa de ese tour, la ascensión al Alpe d’Huez. Como no sabemos perder la excusa que sacamos es que Chris Froome había conseguido sus tour usando “esa vieja costumbra europea”: inyectarse Epo.
Sacamos la excusa de que Froome había burlado los controles antidoping que le ponían médicos europeos. Afirmamos que además usaban bicicletas con motor eléctrico en un complejo y ultramoderno forma de dopaje mecánico. Acusamos sin medirnos al INEOS, entonces Sky, de usar un elaborado sistema que potenciaba a sus corredores. En el 2019, lo más inesperado pasó: un corredor colombiano, Egan Bernal, lograba el triunfo en el Tour de Francia sirviendo a este equipo inglés. Yo me pregunto, ¿a dónde fueron todos los que hablaron de esas calumnias? ¿entonces ya Froome no se dopa?
Esto no fue solo un caso nacional, al pobre inglés los franceses le arrojaban orines en la cara ya que lo acusaban directamente de ser el sucesor de Armstrong en esa ignominia que casi termina con este deporte. Con el tiempo conocimos a Froome. Los resultados no volvieron a acompañar a Nairo y mientras tanto Froome mejoraba con los años. Y vino a Colombia y supimos que era un tipo lo más de querido que además adoraba a Egan.
Lucho Herrera contó en la F.M hace poco que la orden que le dio al equipo de que dejara ganar a Egan por encimo de Thomas había salido del propio Froome quien se recupera de su terrible accidente que lo marginó de este Tour. Hay que saber si es cierto. La única verdad es que todo lo malo que dijimos de los ingleses nos lo vamos a tener que tragar nuestras palabras y nuestras columnias. Si usted sigue diciendo que Froome le ganó a Nairo tendría que aceptar, entonces, que Egan ganó este tour dopado, un absurdo.
