Sor Cristina solo quiere divertirse
Opinión

Sor Cristina solo quiere divertirse

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abril 23, 2014
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Nada me ha parecido más divertido en las últimas semanas que ver a Sor Cristina Scuccia ganando batallas en La Voz Italia con sus zapaticos de amarrar y su hábito roquero. Esta monjita siciliana de 25 años, sin permiso de El Vaticano, sorprendió y conquistó en su primera presentación al jurado interpretando No One de Alicia Keys y ganó su última batalla con Girls Just Want To Have Fun (Las chicas solo quieren divertirse) de Cyndi Lauper, ¡nada más y nada menos!

Me he reído viendo una y otra vez la cara de sorpresa de los jurados, comenzando por la nada recatada septuagenaria Rafaella Carrà que en los 70 ponía a nuestros papás a sufrir cantando: “Caliente, caliente, eh oh; caliente, caliente, oh oh; o “para hacer bien el amor hay que venir al sur…”. Cómo sería la sorpresa, que La Carrà le preguntó que si era una monja de verdad.

Sor Cristina es como Sister Mary Clarence, interpretada por Whoppi Goldberg en la película Sister Act (Cambio de hábito) de los 90, pero hoy. Es simpática, angelical, inocente, con la bondad en su rostro y su actitud, e igual de osada rompiendo parámetros de comportamiento cuando canta, es decir, que para subir su voz y mostrarla potente abre las piernas y se para con actitud, mueve sus manos con fuerza y no duda en brincar, en dejarse alzar por su entrenador y en gozarse cada presentación. Pero haciéndole barra desde el camerino están tres o cuatro monjitas sesentonas de su comunidad (Hermanas Ursulinas de la Sagrada Familia) que bailan, saltan, aplauden, le hacen barra y gozan a la par con ella. Y fue ahí donde me detuve, porque he visto las dos presentaciones una y otra vez, pero más concentrada en qué significa Sor Cristina para sus vidas, sus sueños alternos que de pronto no pudieron cumplir, y que paso a paso ven reflejados en esta pequeña religiosa que cada día sorprende más.

Me puse en la tarea de buscar monjas rebeldes, lanzadas y me encontré con Catalina de Erauso, La Monja Alférez. Como diría mi mamá, un almendrón. Hija de un militar español, se voló del convento a los 15 años disfrazada de hombre y luego vino a América enviada por la corona española a ejercer la milicia en la conquista. De ella se habla con discreción de su lesbianismo y se le atribuye la muerte de miles de indígenas en Chile y Perú, entre otros. Actualmente en España, en el monasterio benedictino de Montserrat, está la hermana ibérica Teresa Forcades (1966). Es médica, teóloga y política, y sus críticos la califican de indignada, independentista, feminista, guerrillera, anticapitalista, chavista, monja ye-yé y dicen que todavía le queda tiempo para rezar. Ha sido el dolor de cabeza de la industria farmacéutica. Mejor dicho, esta canta pero en los tribunales. También en España, desde hace 19 años, está la hermana Lucía Caram, una revolucionaria monja argentina que ayuda a miles de pobres desde hace 19 años. Esta carismática y polémica religiosa usa Twitter, alimenta a unas 4.500 personas y la llaman “La monja cojonera” por sus agallas desafiando a los políticos y expresando sin reparo su opinión sobre los problemas de la sociedad. En Brasil está Ivonne Gebara, de la congregación Hermanas de Nuestro Señor, una monja que se pasea por América Latina dando conferencias sobre teología feminista.Fíjense que hoy El Vaticano está preocupado por "ciertos temas feministas radicales que son incompatibles con la fe católica" y está interviniendo a la Leadership Conference of Women Religious (LCWR), una organización que aglutina a la mayoría de las superioras religiosas norteamericanas. Leyendo de estos calibres de religiosas, todavía me pregunto por qué le armaron tanto escándalo a la hermana Carmelita Henao, si mal no recuerdo, una monja manizalita de mi colegio que estuvo un día en Compre la Orquesta con Pacheco y él, muy a su estilo, la sacó a bailar. A la pobre casi la excomulgan; ¡qué tal!

¿A quién no le ha tocado una monja, así sea en un avión con rezo y todo, por si acaso? Por mi vida han pasado —además de las de mis colegios—, La Novicia Rebelde, La monja voladora, Sor Teresa de Calcuta, recientemente la Madre Laura y mi heroína, Sor Juana Inés de la Cruz, que revolucionó su entorno en la segunda mitad de 1600 y comienzos de 1.700 con su intelectualidad; destaco sus Redondillas:

Hombres necios que acusáis
a la mujer, sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis;

Le seguiré haciendo barra a Sor Cristina y a su entrenador —el rapero italiano J-Ax—, para que ganen La Voz Italia. Ellos son, como bien lo han dicho, el diablo y el agua bendita que quieren grabar un disco para construir un hospital. Mientras tanto, Sor Cristina sigue siendo el hábito que viste los sueños de todas las monjas del mundo. ¡Sor Cristina solo quiere divertirse!

¿Está de acuerdo?

¡Feliz resto de semana!

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