Cada cuatro años comienza un padecimiento, el inicio de una enfermedad que poco a poco invade lo más profundo de cada ser, como aquel mal que solo logramos sanar de manera momentánea pero que con el pasar de los días vuelve a surgir. A ese padecimiento lo llamamos “política”.
Vivimos en un país político, nuestra sociedad es política, existiendo dentro de ella muchos “politólogos”, los cuales son el verdadero problema; nuestros municipios respiran política, aunque ese respirar se puede confundir con ahogo, o la sensación de que tu cuerpo se acelera y se llena de demasiado aire hasta llegar al punto de generarte los más profundos deseos, buenos o malos, dependiendo de cada persona.
La sensación de que comienzan las épocas de las conversaciones extensas sobre qué persona es o será peor o mejor para ocupar cada cargo público de nuestra municipalidad, y no solo sobre esa persona, sino también, sobre su familia y las personas que la rodean, porque la política logra tanto, que no se trata de una sola persona, sino sobre toda aquella que saluda o se le acerca, o que simplemente apoya su idea de ser candidato, porque es esa persona, sobre la primera a la que se le hace un juicio de valor, toda vez, que por costumbre general, decimos que tendrá “beneficios” en dicha administración, con lo cual lograría darle una mala imagen a la misma.
Y es que la política no viene sola, se liga con envidias, reproches y odios. Sí, hasta odio, ese sentimiento que es la cúspide de lo peor que se puede sentir por otra persona, aclarando que “si una amistad se pierde por política, no es amistad”.
Cada 4 años, encontramos los “líderes políticos” esas personas que esperan esta época para demostrarle al pueblo que tienen la razón, que conocen del asunto, para así llevarlos a escoger a quien consideran la mejor opción, la situación radica en que nunca sabremos a que se refieren con esa “mejor opción”, porque al final nunca explican, aun cuando lo dicen, que la misma sea para el municipio o para alcanzar un beneficio propio.
También encontramos los ríos de personas que enaltecen a una sola persona, porque es la opción, porque es el que más publicidad ha logrado y más dinero ha invertido… ese grupo de personas, rara vez, conocen el proyecto político de dicho candidato. Además, rara vez tendrán un argumento válido sobre lo que quiere y no quiere la persona por la cual caminan, gritan, se asolean y hasta aguantan más calor que en ningún otro momento de su vida. Lo único extraíble de toda esa situación es que esos mismos son los que un año después están resaltando los errores del elegido y haciéndole ver a los demás ciudadanos que el error fue de todos, no solo de ellos.
“La política es sucia”, esa frase falsa que se repite innumerables veces, pero la realidad es que los sucios somos nosotros, las personas “de a pie”, que cada 4 años escogemos, para luego renegar por nuestra elección, ganándonos en el camino, discordias y disputas innecesarias, las cuales, nos llevan a emitir conceptos débiles, frente a nuestro retiro de dichas actuaciones políticas, pero que vuelven a surgir en la próxima contienda electoral.
La sociedad creó en la política una salida a su más reprimida forma de actuar, es cuando “se vale un todo” para alcanzar su fin, desde sonreír de la manera más falsa, cambiar su tono de voz para sonar más maduro, abrazar niños, ancianos y tomarse fotos con los “más necesitados”, en aras de lograr lo que tanto sueñan, tanto así, que al final, hasta venderle el alma al diablo es válido. La situación se complica, cuando las personas que lo siguen, aplauden dicho actuar, porque nos volvemos cómplices de una mala praxis, una costumbre que usan día a día mientras los eligen, y que olvidan una vez son elegidos.
Esto no es un ataque, no es una burla, es solo un despierta. La alarma sonó, el sueño terminó. Eso que una vez dijiste que harías, eso sobre “no escoger siempre a los mismos”, “no hacer siempre lo mismo”, “no vender nuevamente a tu municipio” ,“no llegarle los bolsillos a personas lejanas a tu localidad”, es momento de hacerlo realidad. Hazlo como un nuevo día, un nuevo comenzar, una oportunidad en la que puedes demostrar que las palabras son actos y los actos dan el poder a la comunidad de expresar su inconformismo, de decir no más.
Escoger es democracia, tanto elegir y ser elegido. Háganlo, pero al menos escuchen, miren, lean y sepan qué proyecto están apoyando. Sepan por qué lo hacen, si comparten esas ideas de municipio que tiene dicha persona, pregunten si esa idea es viable, si se puede aplicar en su localidad, si lo beneficia y afecta. Crean en un todo, no piense en un uno, porque sociedad son muchos, no solo usted. Su elección sí nos afecta, sí nos beneficia, porque todos estamos en el mismo sitio. Jáctese de no ser egoísta, pero demuéstrelo, no siga a una multitud, siga su pensamiento, sea autosuficiente y vuélvase su propio político. Juzgue, critique, pero hágalo bajo la creencia y el conocimiento de que todo puede ser diferente, de que la política no es un corte de cabello que puede hacerlo cada 4 año, porque al final algunos somos calvos en este terruño que todos compartimos.