La exposición al aire libre, el murmullo de la gente, los comentarios de los que juegan a la experticia en ese mágico mundo del color, la brisa, los vendedores de cachivaches, las mujeres que convierten el espacio en una pasarela, los de la autofoto o selfie que llaman, la maravillosa luz del atardecer, ponen una dinámica distinta a este espacio que cada vez es más querido y apreciado por los habitantes de la ciudad.
Reproducciones de los cuadros a los que escasamente nos hemos acercado mediante los libros, se exhiben en medio del agite citadino. Velásquez, Goya, Rafael, Caravaggio, Botticelli, Tintoretto, entre otros, son presentados en toda su belleza gracias a la magia de la fotografía que nos regala un pedacito del Prado, museo en el que rinden culto a la creatividad humana del lado de allá de nuestras fronteras.
Los organizadores, con esta exposición, proponen “un recorrido por las diferentes escuelas de arte europeo” y es una muestra de las obras que son propiedad del Museo Nacional del Prado, localizado en Madrid, España.
Para quienes son aficionados a los datos dicen que el inventario de los bienes artísticos el Museo era para el año 2017 de 35 mil objetos, de los cuales 8045 son pinturas; 9561 dibujos; 5973 estampas; 971 esculturas 1189 piezas de arte decorativas, 38 armas y armaduras; 2155 medallas y monedas, unas 15 mil fotografías y 155 mapas entre otros objetos que hacen que este museo sea uno de los más visitados anualmente.
La afluencia de público en el Bulevar para presenciar esta exposición le dice a los encargados de los asuntos culturales de Cali que la ciudad recibe con beneplácito este tipo de muestras de la cultura que ponen a los caleños en contacto con expresiones que les permite el deleite y la formación del espectador.
Y entre el murmullo de voces, comentarios e ideas que se filtran mientras uno observa El triunfo de la muerte de Pieter Bruegel, algunos dicen que lo mismo se debería de hacer con los artistas locales, con los fotógrafos de la ciudad: ofrecerles un espacio en el que mostrar su creatividad.
“Eso se puede y no debe costar mucho", señalaba un hombre de boina con pinta de intelectual.
Estos contactos con el quehacer artístico, estas propuestas que mueven otros públicos, bien vale la pena que tengan alguna continuidad en estos espacios abiertos que ofrece la capital y que se vuelve punto de encuentro para sus habitantes y una pausa al arrebatado ritmo que tiene la ciudad,
En estos espacios uno encuentra a los que saben, a los que simulan saber, a los amigos que se habían perdido entre la carrera sin pausa de las calles caleñas, a las chicas que regalan sonrisas y también escucha comentarios como: “¿viste la pintura de Tiziano?, ¿será que Darío Gómez también pinta?”.
