"La justicia no ha bailado con los humildes, ha sido pareja de los favorecidos": Mateo Malahora

"La justicia no ha bailado con los humildes, ha sido pareja de los favorecidos": Mateo Malahora

Confesiones del poeta y activista político payanés

Por: Mateo Malahora
julio 19, 2019
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.

Felipe Solarte Nates: ¿Cómo interpreta la realidad política actual?

Mateo Malahora: Los últimos acontecimientos revelan que es posible una forma autoritaria más refinada en el ejercicio del poder, más depurada, y con nuevas formas de legitimación. Dejemos que Max Weber nos ilustre: “El poder es la capacidad de individuos, grupos y organizaciones para imponer su voluntad aun frente a la resistencia de otros”.

F.S.N.: ¿Cree que el poder vigente está engendrando nuevos dogmas?

M.M.: Es parte del juego político. Existe la necesidad de inculcar creencias según las cuales el orden es la expresión ecuménica de la justicia. Actúa como un demiurgo que establece a su favor el sistema preexistente. Los mass media son su aliado. La justicia de los vencedores es la justicia auténtica, la más completa. Si la justicia se rige por “dar a otro lo que es debido, según la igualdad”, a cuatro millones y medio de colombianos se les ha dado la pobreza que les pertenece, según el Dane.

F.S.N.: ¿Es, en esa dirección, la reforma a la justicia un problema ideológico?

M.M.: La justicia en todos los tiempos ha tenido un carácter ideológico, traduce intereses de grupo y de clase. Generalmente se torna en una cuestión ética y moral que soslaya y elude las violencias sociales. La corrupción, que es uno de los problemas fundamentales, está montada sobre el poder económico del capital que, como usted sabe, ha causado estragos desde su aparición histórica, es sistémica e institucional y no es fortuita.

F.S.N.: ¿Qué opina de las concepciones alternativas que están en juego?

M.M.: No serán admitidas, entran en conflicto con las ideas dominantes.

F.S.N.: Usted habla con frecuencia de vencidos.

M.M.: La historia política de los pueblos tiene esa constante. Para que haya poder es necesario que existan sujetados, que haya obediencia, sea por la fuerza, por las nuevas certezas, por enajenación o por astucia. Afortunadamente tenemos excepciones, hay países donde la libertad no es una estatua.

F.S.N.: ¿Y cómo se instala un nuevo orden?

M.M.: Quien vence necesita instalar nuevos mitos, destrozar pasados, extinguir huellas para ejercer dominio y conseguir credibilidad. Se aplicarán nuevas reglas de juego. La justicia se convierte en un órgano burocrático, en un ente juzgador, que traduce intereses de los grupos detentadores del poder.

F.S.N.: Suele hablarse justicia conservadora y justicia transformadora. ¿Cómo las define?

M.M.: La justicia del poder absoluto oculta las reales contradicciones existentes en la sociedad, disfraza las diferencias, la equidad, tiene como función evitar los cambios sociales, atajarlos, suspender la historia, de allí que todo orden que traduce los intereses de una minoría es arbitrario.

Alcanzado el poder se procura conservarlo por el tiempo más extenso posible, se buscará, además, que todas las fuerzas tradicionales políticas y, las ganables, mediante halagos gubernamentales, apuntalen el statu quo para que felizmente prevalezca.

F.S.N.: ¿La justicia es neutra?

M.M.: Para el conocimiento tradicional la justicia es imparcial y neutra, se presenta como un conjunto de principios eternos, que exhibe al mundo armónicamente y está allí, con su presunta probidad, para recobrar la armonía cuando se pierde. Sin embargo, es axiomático que el poder no se establece como una facultad sino como una relación. El dilema está en que la justicia no ha bailado con los humildes y, hasta ahora, ha sido pareja de los favorecidos.

F.S.N.: ¿Y cómo se impuso en Colombia la justicia vigente?

M.M.: Los discursos ya estaban elaborados: las divinidades, la razón, el orden natural y el contrato social fueron las expresiones más cultas de esa ideología que, dos siglos después, continúa representando el poder de los invictos. La justicia, que debe ser una práctica social comprometida, no lo es. La tarea de construir democracia es una exigencia de interés democrático.

Tan fuerte ha sido el poder de la ideología que, al Libertador, los dueños del orden colonial, le imputaron la responsabilidad del terremoto de Caracas ocurrido en los primeros años de 1800 por promover la separación política de la Corona española, donde hubo diez mil muertos; en esos momentos Bolívar respondió: “Si la naturaleza lucha contra nosotros, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca”. Por frases, de ese calado, fue calificado como supremo jefe de la masonería.

F.S.N.: Usted termina sus columnas con la frase “salam aleikum”, ¿qué quiere decir?

M.M.: Mantuve en Canadá relaciones de compañerismo con una musulmana que, infortunadamente, falleció cuando regresó con su familia a Irak, con motivo de la invasión que produjo un millón de muertos, suscitada por George Bush. De ella aprendí la expresión árabe que suelo utilizar y significa: “Que la paz esté contigo”.

Salam aleikum.

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