CINCO MIL CHIGÜIROS NO ES NADA
Por: Oscar Vanegas Angarita*
Siento pena ajena con la Ministra del Medio Ambiente por la desafortunada frase con la que he titulado esta columna, la cual utilizo como referente para expresar mi preocupación por el desastre ambiental que posiblemente generará, o está generando silenciosamente, el proyecto STAR de combustión in situ que adelanta Pacific Rubiales Energy en el campo Quifa desde noviembre de 2011.
Y es que esta semana llegó a la oficina del Senador Jorge Robledo un funcionario del Servicio Geológico Colombiano (SGC), con un informe elaborado por la Red Sismológica Nacional de Colombia (RSNC), dando cuenta de las estadísticas sobre los sismos atípicos que se han venido presentando al sur de Puerto Gaitán, desde 1997 hasta el 23 de febrero de 2014. El Senador quedó sorprendido al enterarse que no es típico que se presenten sismos en los llanos orientales, lejos de la cordillera, tal como lo demuestran las estadísticas del periodo 1997 - 2010; en el cual sólo se presentaron cinco sismos de menos de 2 grados en la escala de Richter, a profundidades mayores de 30 km. A este comportamiento se le llama "silencio sísmico". Pero quedó anonadado cuando observó que desde el inicio del proyecto STAR y hasta el 23 de febrero pasado, se han presentado 176 sismos, generados a una profundidad promedio de 1.15 Km (3.400 pies: la profundidad del yacimiento de los campos Quifa, Rubiales y Pirirí), y con una intensidad promedio de 2.7 grados en la escala de Richter.
Lo anterior significa que muy posiblemente la combustión del yacimiento está quemando más del 70 por ciento del petróleo, convirtiéndolo en coque, generando temperaturas cercanas a los 1.000 grados centígrados, y presiones tan altas producto de la acumulación de los gases de combustión, que se está fracturando el yacimiento y la roca sello (formación León); pues esta última se fractura a menor presión.
En columnas anteriores anuncié el fracaso del proyecto STAR y denuncié la contaminación ambiental generada por la explosión del primer pozo inyector y de uno de los productores, como consecuencia de esas altas presiones que están fracturando las rocas y generando sismos cada día con mayor frecuencia (80 en los últimos dos meses) y mayor intensidad (últimamente han llegado a 4.1 grados en la escala de Richter, lo que es equivalente a la energía liberada por una bomba atómica de baja potencia).
Si con estas evidencias tan claras, el gobierno nacional y Ecopetrol no le ordenan a Pacific apagar la combustión del yacimiento, probablemente en unos años o meses los gases de combustión (CO2, H2S, dióxido de azufre, entre otros), las cenizas y el petróleo crudo lleguen hasta la superficie a través de las fracturas y el anular de los pozos; contaminando los acuíferos subterráneos y los cuerpos de agua superficial, extinguiendo la totalidad de la fauna acuática; contaminando el aire y afectando considerablemente el hábitat de la fauna terrestre que necesita los humedales para su supervivencia. Cuando eso ocurra, los cinco mil chigüiros que murieron en este verano en Paz de Ariporo, no serán nada comparado con semejante desastre.
¿Será que las petroleras y el gobierno le echarán la culpa a los paperos boyacenses, al cambio climático, a los ganaderos y a los agroindustriales de la palma, el arroz y el caucho? Amanecerá y veremos.
*Ing. de Petróleos. Presidente del ORSEME.
BLADIMIR SÁNCHEZ ESPITIA
Realizador Audiovisual y Periodista
Con énfasis en comunicación comunitaria y derechos humanos.
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