Un año antes de aceptar la propuesta de entrenar a la pareja de colombianos Robert Farah y Juan Sebastián Cabal, el sudafricano Jeff Coetzee todavía jugaba para su país en la copa Davis, el torneo más importante a nivel de naciones en el tenis profesional. Se había convertido en pocos años en uno de los deportistas más importantes de su país y estaba dispuesto a gastarle varios años más de su vida a las canchas y los torneos alrededor del mundo.
Como casi todos los que juegan en dobles, Coetzee no pensó que su sueño inicial de ser el número uno del mundo terminaría compartido con una pareja. Su carrera como jugador individual no tuvo grandes sorpresas, y sin muchos triunfos su nombre no ascendía en el ranking ATP. No pasaba lo mismo con cuando salía a la cancha con su compatriota Chris Haggard, con quien ganó 3 de sus 6 torneos ATP que sumó a su palmarés.
Pero en 2013 sufrió una fuerte lesión que lo hizo pasar por el quirófano, y aunque Coetzee todavía creía que iba a regresar a sus 36 años, como lo aseguró en varias entrevistas a medios sudafricanos, lo cierto es que en diciembre de ese año bajó la raqueta para convertirse en el nuevo entrenador de la dupleta colombiana Cabal-Farah.
Ese mismo año los colombianos habían decidido juntarse para siempre. Cada uno tenía un recorrido individual y en dobles con algunos triunfos pero sobre todo muchas derrotas. Los amigos sabían que su carrera se acabaría en menos de un año si no tomaban una decisión. Y el matrimonio caleño no pudo tener mejor arranque. En el Gran Slam de Australia, uno de los grandes torneos, llegaron a los cuartos de final.
Estrenando a Coetzee como entrenador, los colombianos consiguieron su primer torneo ATP de su carrera en febrero de 2014. En una final que no estaba a su favor, Cabal y Farah derrotaron en tan solo una hora al brasileño Marcelo Melo, quinto del mundo en dobles, y al español David Marrero, séptimo del mundo, para quedarse con el ATP 500 de Río de Janeiro.
Coetzee se dedicó a pulir a los caleños. Farah, un tigre en la cancha, tenía que controlar su fuerza desbordada y su ansiedad por atacar cada pelota. Con Cabal trabajó en su técnica y afinó cada tiro para que las pelotas terminaran en las esquinas de la cancha. Era la combinación perfecta: potencia y técnica, combinada con la experiencia de Coetzee, era cuestión de tiempo para que el entrenamiento diera resultado.
Los años siguientes fueron todos fructíferos, ganando diferentes torneos ATP, entre ellos el Masters 1000 de Roma, título que obtuvieron en 2018 y defendieron con éxito este año. Cabal y Farah ya sabían lo que era jugar una final de Gran Slam, pero en 2018 perdieron en Australia frente al austriaco Oliver Marach y el croata Mate Pavić. Pero era tanta la constancia que Coetzee había logrado uno de los objetivos más difíciles: dejar a los colombianos entre la élite del tenis mundial con la fama de ser tal vez la mejor dupleta del mundo.
La clave siempre estuvo en la confianza y la cercanía entre los jugadores, algo que Coetzee supo explotar a la perfección. En Wimbledon, donde los colombianos acaban de coronarse campeones para subirse a lo más alto del ranking mundial, el sudafricano no dejó de darles indicaciones un solo segundo. Sabía que era el momento de aplicar tantos años de entrenamiento, y lo lograron.
Durante 12 años el sudafricano representó a su país en la Copa Davis. Como entrenador acaba de coronarse en el templo del tenis, el lugar donde los mejores tienen un espacio reservado para ellos. Sin embargo, su gran sueño es ponerse al frente del equipo sudafricano para apostarle a una nueva generación de tenistas que podrían hacer un revolcón en el ranking mundial. Por el momento, seguirá trabajando con los colombianos para hacer de la técnica y la potencia la mejor fórmula para llegar al Olimpo del tenis.