Irónicamente, exactamente la misma vaina de la que se burlaba Gabo en Los funerales de la Mama Grande, está sucediendo con su muerte. Gabo hacía mofa en dicho cuento de toda la pompa artificial y subida de tono con la que se honraba a la Mama Grande, y parece que los diarios colombianos, no solo están copiando el cuento como si fuera un libreto, sino que están exaltando a Gabo a grados tales, que si estuviera vivo, al mismo Gabo le daría asco de lo que están haciendo en su nombre… Basta con leer las palabras de Gabo en los “funerales”:
Poco antes de las once, la muchedumbre delirante que se asfixiaba al sol, contenida por una élite imperturbable de guerreros uniformados de dormanes guarnecidos y espumosos morriones, lanzó un poderoso rugido de júbilo. Dignos, solemnes en sus sacolevas y chisteras, el presidente de la república y sus ministros, las comisiones del parlamento, la corte suprema de justicia, el consejo de estado, los partidos tradicionales y el clero, y los representantes de la banca, el comercio y la industria, hicieron su aparición por la esquina de la telegrafía. Calvo y rechoncho, el anciano y enfermo presidente de la república desfiló frente a los ojos atónitos de las muchedumbres que lo habían investido sin conocerlo y que sólo ahora podían dar un testimonio verídico de su existencia. Entre los arzobispos extenuados por la gravedad de su ministerio y los militares de robusto tórax acorazado de insignias, el primer magistrado de la nación transpiraba el hálito inconfundible del poder.
Y, parece que lo mismo está sucediendo con los funerales de Gabo: Dignos, solemnes en sus sacolevas y chisteras, el presidente de la república y sus ministros, las comisiones del parlamento, la corte suprema de justicia, el consejo de estado, los partidos tradicionales y el clero, y los representantes de la banca, el comercio y la industria, hicieron su aparición por la esquina de la telegrafía.
La prensa no se cansa de adular, exaltar, adorar, idolatrar, halagar, lisonjear, alabar, agasajar, loar, camelar, incensar, embelecar, requebrar y demás sinónimos de “adular” que aparezcan en diccionarios escritos y por escribir. He aquí algunos de los titulares de prensa de estos días:
Adiós Gabo, hola 'Gabismo'
Gabo era el novelista más grande, después de Cervantes
Macondo de luto
Inmortal: Se nos fue el colombiano más importante de todos los tiempos
El reportaje que Gabo escribió para Semana
Homenaje a Gabriel García Márquez, el más universal de los colombianos
Las primeras manifestaciones de un genio, por Aída García Márquez
Nadie lo puede negar, Gabo era un genio, pero los titulares de prensa van más allá, llenando columnas de amelcochados elogios, como si la pobre Colombia hubiera quedado huérfana de prestigio, ya que según parece, Gabo era lo único digno de mostrar de Colombia a nivel mundial, y lo que queda en el campo de las letras es un ejército de envidiosos o aduladores, que no sabe qué hacer con las palabras para tratar de alcanzar o superar al dios de todos los tiempos de la literatura colombiana y universal…
Pero, salgámonos por un momento del sainete montado por la muerte de Gabo, que entre otras cosas servirá para crear un boom de ventas de sus libros y de los folletines que sacarán los periódicos, como en una telenovela, exponiendo detalles de la vida íntima del muerto, a pesar de que el muerto siempre hubiera rehuido toda esta propaganda mercantil, que como un rémora, iba pegada a su nombre.
La pregunta es, ¿de dónde salieron García Márquez, su estilo de escritura y su universo Macondiano? ¿Fue aquello generación espontánea de un autor genial, sentando ante una hoja de papel en blanco y una máquina de escribir?
Según algunos estudiosos, la respuesta a esta pregunta es un rotundo NO, el genio de Gabo consistió NO en inventarse esa peculiar forma de escribir y ese universo macondiano, sino en adaptarlo (¿copiarlo tal vez?) de otro gran novelista, nacido en Tolú, Sucre, en 1921, el también pintor, Héctor Rojas Herazo.
La novela de Rojas Herazo, Respirando verano, parece ser la plantilla que usaría Gabo para crear su gran obra. Allí en Respirando verano, están todos los métodos de escritura del realismo mágico, las exageraciones fantásticas, las listas interminables, los personajes que viven eternamente, narrando sus propias desdichas pasadas y aún las que vendrán… en resumidas cuentas, ¿cómo no ser une escritor genial si todo lo que iba a escribir en su vida estaba calcado de una novela donde Macondo ya había sido prácticamente inventado?
Seymour Menton, en su artículo “Respirando el verano, fuente colombiana de 100 años de soledad” asegura:
“Como Cien años de soledad, Respirando el verano es la crónica de una sola familia, que abarca poco menos de cien años, en un pueblo tropical de la costa norte de Colombia. En lo que más se parecen las dos novelas es en la caracterizaci6n de los personajes que integran las dos familias, en la visión magicorrealista del mundo y en el estilo de ciertos pasajes, aunque hay que hacer constar que el estilo en general de las dos obras no es nada semejante. Por mucho que se parezcan los personajes macondinos a los de Rojas Herazo, no hay entre ellos una equivalencia total, o sea que a veces un personaje de Respirando el verano parece influir en más de uno de Cien años de soledad, y otras veces, son varios personajes de Rojas Herazo los que contribuyen a la creación de uno solo de los Buendía.“
Aquí un ejemplo de la novela de Rojas Herazo:
Celia llegó al pueblo la mañana del veintiséis de diciembre de mil ochocientos setenta y uno... Desmontó y penetró allí y allí se quedó por espacio de setenta y siete años, en el transcurso de los cuales parió once hijos y sufrió siete velorios entre ellos el de su esposo. Nunca más montó a caballo y durante esos setenta y siete años, no salió sino doce veces al pueblo (ella llevaba, al respecto, una cuenta rigurosa) y sus otras salidas, esta vez por los lados de la playa, fueron con sus nietos para tomar los baños de mar. Su ausencia en un hospital de Panamá, cuarenta y seis años después duraría dos meses. (p. 131).
Y como este ejemplo, hay cientos más, basta con leer la novela de Rojas Herazo.
Como puede ver el lector, Gabo adaptó e hizo suyo el lenguaje de Rojas Herazo. Se puede incluso afirmar que sin Rojas Herazo no habría habido Gabo. El trabajo de Gabo fue en verdad continuar con la obra de Rojas Herazo, metiéndola en el Macondo que llevaba en la cabeza, lo cual le dio cuerda para ser el mejor escritor de Colombia, ganarse un Nobel y como él mismo decía, ser la persona que más prestigio le había dado a Colombia en toda su historia.
Confrontados con la realidad de Macondo, García Márquez, artesano fabuloso de palabras, resultó ser en la práctica un plagiador de otro escritor que se inventó todos los “garcíamarquizmos” que harían famoso a García Márquez. Hora de bajar del cielo a nuestros héroes inventados y de buscar en la tierra a los escritores que realmente han desarrollado su propio lenguaje, sus propias, imágenes, su propia fantasía… en resumen, Gabo no deja de ser más que otro personaje de la fantasía prestada de García Márquez…