El pasado domingo decidimos, entre quienes integramos la empresa periodística Proclama del Cauca, hacer un homenaje a las mujeres de Proclama. Todo porque ellas han logrado gran parte del prestigio de esta red de medios de comunicación; se han defendido como seres capaces de interpelar al poderoso, poner agenda y defender la igualdad; y se han enfrentado a fuentes, entrevistados, hombres que ostentan el poder y que no pocas veces intentan deslegitimarlas como periodistas por el simple hecho de ser mujeres.
Con las mujeres de Proclama el domingo nos “tomamos” a Popayán. Llegar a la capital del Cauca una mañana dominguera es como aterrizar en un oasis de tranquilidad, una experiencia inspiradora, grata y acogedora. Sin duda, la mañana airosa que brindan los frondosos árboles que enlucen su parque principal, las riberas del río Molino y el refulgente sol cambia los esquemas mentales habituales de prevención, incertidumbre y búsqueda permanente de solución a los problemas, por los de alegría, la sensación de libertad y la frescura.
Ese día la reunión fue pública, en las calles y parques, cuando la ciudad se toma una pausa, se recupera de la agitación de los días laborables, y el entorno urbano cambia para adquirir otros ritmos y dinámicas más saludables y tranquilas. Fue una auténtica delicia para los cinco sentidos mientras dejábamos que el tiempo pasara sin medida, renunciando al reloj, que es para otros días.
Esa ruptura de la cotidianidad fue fascinante y optimist nos demuestra que sí es posible lograr otro ambiente en nuestro entorno; que el día a día, teñido siempre de cierta melancolía por las noticias que a borbotones, nos induce a la desilusión, pues nos pone a pensar en qué nos espera: un futuro más contaminado, más problemático, más conflictivo, con más problemas personales que satisfacciones, que también puede superarse, así sea fugazmente.
En domingo Popayán percibe diferente, se deja degustar generosamente ofreciendo actividades y experiencias inolvidables que muchas veces resultan más edificantes que cualquier otro destino, y más, si lo hacemos en compañía de las mujeres periodistas y colaboradoras de Proclama del Cauca, para quienes el ejercicio profesional ha sido un gran desafío, un enorme reto, como el de enfrentarse a un ambiente patriarcal, sobre todo cuando ellos se sienten amenazados por una periodista bien informada, lista para hacer preguntas acuciosas y dispuesta a insistir para obtener respuestas. Esa actitud, necesaria en el ejercicio del periodismo, es vista como “agresiva” si es que viene de una mujer. Incluso hay hombres y mujeres que se sorprenden e incomodan cuando una mujer aborda con suficiencia temas políticos, económicos, culturales o científicos.
En su trabajo de exponer injusticias y violaciones a los derechos humanos, las periodistas ofrecen prácticas renovadoras y son defensoras de los derechos humanos; como tales, necesitan mejores mecanismos de seguridad y protección.
La crucial contribución que las mujeres hacen al periodismo debe ser reconocida y valorada y qué mejor que los parques y calles de una ciudad llena de motivos para la inspiración, desde el parque de Caldas, por ejemplo, donde hubo tiempo incluso para admirar y escuchar hasta al matemático callejero que, además de entretener con su facilidad de expresión, enseña e invita a la gente a leer: “No leemos. Los europeos se leen 18 libros al año. Los norteamericanos 12. Nosotros apenas uno. No leemos. A la gente no le gusta aprender. A la gente le gusta todo gratis”, señala, y entonces vende sus libros, haciendo malabares con los números.
También saludamos al maestro “Foto-agüita”, a quien Proclama Junior ya le había hecho un reportaje, y al retratista ambulante que en el parque abre su portafolio, extrae cartulinas con retratos y caricaturas, y un puñado de lápices y borradores para dibujar a la perfección al transeúnte que lo desee; impresiona el realismo de sus obras. Es un artista callejero que entre semana pasa casi desapercibido.
También nos tomamos fotos en el Puente del Humilladero, que fue una de las entradas principales de la ciudad; por él ingresaron los ejércitos libertadores durante la gesta de la independencia. Teníamos que posicionarnos allí pues, precisamente, se acerca el bicentenario de la Independencia y este será un sitio obligado de ceremonias, al lado de la Casa Valencia y el Banco de la República.
En fin, el domingo se convirtió en la mejor opción para conocer otra cara de Popayán, la que nos permite ser turistas en nuestra propia tierra, respirar otro aire para fortalecer el cuerpo y llenar el alma de los colores blanco de su histórica arquitectura y del verde de su extraordinario paisaje. Asunto difícil de percibir y disfrutar en medio de la congestión y la estridencia rutinaria.
Fue un homenaje a las mujeres de Proclama y a la misma Ciudad Blanca de hermosas casonas que por varios siglos ocuparon las familias más destacadas de la ciudad, y que hoy han sido rehabilitadas en su mayoría para diferentes usos. Igualmente, por la impresionante profusión de templos coloniales, lo que recuerda el papel protagónico de la iglesia en la formación de la ciudad a lo largo de su historia.