El análisis fundamental que debemos hacer urgentemente, por el preciso momento que estamos viviendo, para todas y todos, como un conjunto de sociedades de seres que nos identificamos y llamamos humanidad, radica en que si conociendo las problemáticas que se están produciendo, y que a la vez generan el calentamiento global que ellas están desarrollando, y que nos están situando ad portas de nuestro inminente final, como consecuencia, y a razón, de esas múltiples actividades que producimos como sociedades humanas, se pueden arreglar, o modificar a tiempo; o sí por el contrario, los intereses creados por esas mismas actividades, prevalecerán y se mantendrán, aun conociéndose de antemano las graves, y complicadas, consecuencias que estas provocan, y que siguen incrementándose día a día, y por ellas acelerándolos, y mucho más a raíz que se suman con cada año que pasa, y con las que, por su acumulación, nos estamos complicando la existencia, y la de las demás criaturas sobre la faz del planeta, al demorar en cambiar esas actitudes, y por esas actividades, lo que nos está llevando inexorablemente a enfrentar esas temibles puertas.
Por eso nunca como ahora, a través de todo nuestro proceso evolutivo, como humanidad, desde cuando estábamos en las cavernas hasta los actuales momentos, habíamos tenido que enfrentar un instante igual, y ante ello tener que decidir de manera inmediata nuestros próximos pasos a seguir, siendo que estamos limitados por esos intereses creados, los que le están perteneciendo a unos pocos individuos pero que afectan a toda la humanidad, y que por ello surge la pregunta, y con ella los interrogantes que definen nuestro destino inmediato, y las dudas que se presentan para su respuesta, ¿ somos seres conscientes, de nuestra realidad, o simplemente somos seres, al igual que un insecto, un simple animal, un hongo, virus o bacteria, sometidos al vaivén de las circunstancias? ¿Y que por ello seamos incapaces de modificar ese inexorable destino?
Esta difícil, y hasta extraña situación, nos estaría llevando a dos especiales conclusiones, la primera qué determina que la ciencia, la filosofía, el conocimiento, la psicología, y cualquier tipo de pensamiento, no definen ni modifican nuestros procesos de desarrollo, solo los matizan, y la segunda que define qué nuestro destino general esta determinado por unos intereses individuales, en los cuales, quienes los tienen en sus manos, no hacen uso del desarrollo evolutivo mental de la especie, la humana en general, concluyendo con esto que apenas somos otra de las tantas criaturas sobre la Tierra, y que cuales simples animales, insectos, hongos, virus o bacterias, seamos incapaces de modificar sus destinos, por más que somos seres que parecemos diferentes, consientes de él, y que de paso sepamos con ello de sus terribles consecuencias sin poder reaccionar y sin siquiera modificarlas ni cambiarlas.
