Guerra cibernética y embargo para implosionar a Irán

Guerra cibernética y embargo para implosionar a Irán

La situación cada vez se complica más en esta república islámica. Son muchos los factores en juego. Análisis

Por: Carlos de Urabá
julio 09, 2019
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Guerra cibernética y embargo para implosionar a Irán

Irán es un país donde más del 80% de su territorio es un desierto y por lo tanto desde tiempos inmemoriales el pueblo ha tenido que adaptarse a un medio ambiente muy extremo y hostil. Paradójicamente allí es donde tan ha surgido una de las más grandes civilizaciones del planeta.

La religión y el nomadismo estaban directamente ligados pues Dios nació en el desierto. Dios solo se revela a los peregrinos, es decir, a los que caminan y observan las estrellas. En Irán existen miles de kilómetros de túneles subterráneos o Qanat donde brotaban los pozos de agua y que servían de refugio a las caravanas de la ruta de la seda o de las especias que cruzaban su territorio. Hoy apenas quedan algunas ruinosas fortalezas y edificaciones de adobe como fiel recuerdo de ese pasado milenario.

En estas latitudes el sol puede convertirse en una caldera en verano y un gélido témpano de hielo en invierno. En medio de la nada el silencio se ve alterado por las ráfagas de viento que levantan una irrespirable polvareda. Este paisaje áspero y reseco engendró un ser humano de una alta perfección espiritual que se conectaban directamente con el creador del universo. Los místicos sufistas o irfán, los santos ascetas del Tafsir dedican la vida a meditar y estudiar cada verso y cada palabra del Corán para llegar a la iluminación.

La televisión nacional iraní como de costumbre inicia desde muy temprano sus emisiones con programas dedicados a los poetas Saadi, Hafiz o Ferdowsi. Los locutores recitan sus poemas más sublimes mientras en la pantalla se proyectan paisajes de ensueño plagados de rosas, amapolas y tulipanes. Pero las verdaderas estrellas televisivas son los imanes que con tono imperativo van adoctrinando a la audiencia para que se comporten como buenos musulmanes y recen por la salvación de sus almas.

En la carretera que conduce de Yazd a Teherán sobre el kilómetro 100 se distinguen perfectamente las baterías cañones antiaéreos que vigilan la planta atómica de Natanz, cavada en las entrañas de un cerro en prevención de un ataque aéreo israelí o norteamericano. Aquí comenzó a desarrollarse en secreto el programa atómico iraní. En el año 2010 un espía insertó en la computadora de mando una llave USB infectada con el gusano o virus informático Stuxnet (creado en laboratorios de Israel) que le dio la orden de autodestruirse a las más de 1000 centrifugadoras que enriquecían el uranio. El programa atómico sufrió un serio retraso por culpa de este sabotaje hasta que con el tiempo pudo recuperar sus funciones. La misión del sionismo en alianza con el imperialismo norteamericano es la de impedir que Irán obtenga el arma nuclear.

En Irán se libran en la actualidad dos batallas: una a nivel militar en el Golfo Pérsico y el estrecho de Ormuz y otra en el ciberespacio. Esta última quizás sea la más encarnizada pues occidente intenta lobotizar los cerebros y manipular las mentes para crear un clima enrarecido que provoque la implosión del sistema.

El Ministro de Comunicaciones Azari Yahromi confirmó a la prensa que Irán ha neutralizado millones de ataques cibernéticos lanzados tanto por el Departamento de Defensa de EE. UU. como el Mossad israelí. En todo caso el territorio iraní está vigilado atentamente por los satélites espías, drones o los aviones awacs. (Las bases de la OTAN se hallan en Turquía)

La administración Trump califica a Irán de “Entidad patrocinadora del terrorismo” y unos de los ejes del mal junto a Corea del Norte, Siria, Cuba y Venezuela. El Departamento de Estado hace poco ha incluido a los Guardianes de la Revolución en la lista de organizaciones terroristas.

Los movimientos de protesta se han multiplicado en los últimos años pues la sociedad iraní exige reformas urgentes. Los opositores (buena parte de sus líderes han sido encarcelados) reclaman democracia real y libertades. Pero, como de costumbre, la única respuesta del régimen teocrático no son más que falsas promesas. Estamos asistiendo a una confrontación entre la vieja guardia y las nuevas generaciones que reclaman poder político.

El pueblo iraní está desesperado ante la extraordinaria magnitud de la crisis económica. Por ejemplo, en Teherán, la megalópolis de 13 millones de habitantes, la gente vaga por las calles cabizbaja y deprimida. Para colmo escasean los productos básicos o las medicinas que se cotizan a precios desorbitados en el mercado negro. Ante tantos sacrificios el único consuelo que les queda es resignarse religiosamente a los designios del destino.

La noticia se publicó en grandes titulares: “Donald Trump se retira unilateralmente del acuerdo nuclear firmado en el 2015 con el P5+1 (China, Francia, Rusia, Gran Bretaña, EE. UU. y Alemania)”. Acusa a Irán de seguir enriqueciendo uranio en secreto con el fin de obtener una bomba atómica.

De inmediato el dólar llegó a cotizarse a 128.000 riales cuando unos días antes estaba a 45.000 riales, algo que provocó el pánico en los mercados de Teherán. A partir de entonces la gente desesperada busca refugio en el oro o a la compra de dólares como una forma de ahorro ante el fantasma de la devaluación, la inflación y la recesión. La palabra mágica es oro, oro de 18 quilates que como de costumbre es el regalo que se le ofrece a las mujeres en sus aniversarios o como dote matrimonial. La alta sociedad, las clases medias y muchos comerciantes invierten su patrimonio en barras y monedas de oro en un intento por atenuar la pérdida de poder adquisitivo. El Banco Central de Irán ha sido desconectado del sistema Swift lo que le impide liquidar facturas de importación y exportación con el que se realizan las transacciones a nivel internacional. Ese es el talón de Aquiles de la economía iraní.

Se prohíbe usar dólares, vender petróleo (con las que obtiene las divisas del país) las tarjetas de crédito extranjeras, vender oro, autos, acero la importación de alimentos o medicinas o alfombras. Igualmente las operaciones con puertos y empresas marítimas, El turismo que era una importante fuente de ingresos también se ven seriamente afectado. Todas las compañías extranjeras deben cancelar sus negocios con la República Islámica “quien siga comerciando con Irán que se atenga a las consecuencias”.

La sociedad iraní contemporánea experimenta un desgarrador choque entre la tradición y la modernidad. Estamos ante una santa cruzada cibernética que hace parte de la guerra de cuarta generación (guerra psicológica y guerra sucia), una agresión muy bien planificada gracias a una compleja maquinaria de propaganda que no tiene otra finalidad que despojarlos de su identidad cultural y destruir la Revolución Islámica. En el ciberespacio se desarrolla una cruenta batalla en la que occidente como la madre de todos los vicios enajena a la masa con el fuego fatuo del consumismo capitalista. A su favor tiene a millares de científicos expertos en inteligencia artificial, computadores cuánticos, robótica y nanotecnología. Sus misiles y obuses cargados de pornografía y lujuria apuntan directo al corazón de los creyentes. Las televisiones, antenas parabólicas, internet, redes sociales, computadores o teléfonos celulares transmiten el virus del erotismo, el adulterio, el divorcio, las relaciones prematrimoniales, la homosexualidad, las drogas, el alcoholismo, los casinos y burdeles. Los genios maléficos se encarnan en: Google, Facebook, Instagram, Twitter, YouTube, Appel, Amazon, Windows, Coca Cola, Mac Donalds, Hollywood, Disney channel, Netflix, la BBC o la CNN.

La misión del Tribunal de la Promoción de la Virtud y Prevención del Vicio es la de arrestar a todos aquellos que se dediquen a la corrupción e inmoralidad. Ante la creciente ola de materialismo que invade la vida diaria se necesita una respuesta contundente para erradicar las perversiones que envenena el alma de los fieles.

Ciberpolicía iraní (FATA) se dedica las 24 horas del día a perseguir los crímenes en internet. En la última década se han producido millones de ciberataques dirigidos a los centros de control hegemónico de las redes informáticas tanto físicas como virtuales. Los usuarios de los cibercafés o los ciudadanos particulares requieren de una identificación especial para prevenir la más mínima amenaza a la seguridad nacional. El régimen se entromete en los asuntos más íntimos de la vida en un sistemático rastreo de activistas y opositores. La contrarrevolución se mimetiza, se esconde y se disfraza, es un enemigo tanto interno como externo que en el momento menos pensado lanza su zarpazo siniestro.

El gobierno realiza denodados esfuerzos por promover un internet sano y moralista coartando la libertad de expresión y de opinión. Su prioridad es impedir al público el acceso a las redes sociales y webs tóxicas que fomentan el ateísmo. Pero la población busca ansiosa el oasis del libertinaje virtual que los evada de la cruda realidad.

Existen mil maneras para saltarse la censura desde las llaves USB que entran de contrabando cargadas con los contenidos de internet en el que se incluye cine, música, series, apps, hasta los antifiltros o servidores que se encuentran fuera de Irán VPNs. La penetración de Internet en Irán es de un 55% lo que se traduce en 45 millones de usuarios. Irán está conectado al sistema GSM de telefonía celular que supera los 96.000.000 de unidades.

Las violaciones a los derechos humanos son más habituales de lo que uno se piensa como lo demuestra el caso del bloguero iraní Sattar Beheshnti, que por sus críticas contra el gobierno publicadas en la red social Facebook fue torturado hasta la muerte por agentes de la FATA. “el islam no reporta soluciones efectivas y por eso es mejor evadirse en alucinaciones como es el caso de los 3.000.000 adictos a estupefacientes como el speed, cristal, anfetaminas, la heroína, opio, cocaína, crack o drogas sintéticas”, subrayó en una alocución en París la opositora iraní Rajavi del CNRI.

“La mente de la mujer iraní es propiedad de la revolución islámica” ha llegado a afirmar el Consejo de Guardianes constituido por venerables ancianos dedicados a estudiar los libros sagrados y recitar de memoria el Corán. Ellos hacen parte de ese “gobierno celestial” que con sus fatwas deciden las políticas de estado.

“Hay que preservar la pureza y la virginidad de la mujer que es el símbolo del honor de la República Islámica”. “Porque la mujer iraní está siendo abusada y violada por el satán occidental”, “su finalidad es quitarles el hijab, desnudarlas y prostituirlas”. “A nuestras madres, a nuestras hermanas e hijas se les ha inoculado el virus del hedonismo, el narcisismo y la vanidad”. Señala el gran ayatolá Yazdi.

La única solución (de los ulemas) para corregir las “desviaciones antinatura” es castigar con las máximas penas la homosexualidad y el lesbianismo. Primero con 100 latigazos y si el reo reincide, con el ahorcamiento. “Los actos inmorales e insultantes contradicen la Sharia y los culpables han de llorar lágrimas de sangre para purificar sus pecados”. El puritanismo chiita considera al cuerpo humano algo sucio y fuente de todas las tentaciones.

Pero a estas alturas del siglo XXI las mujeres comienzan a emanciparse de la tutela ejercida por el patriarcado y exigen derechos de igualdad. Han escalado posiciones en la sociedad y ocupan puestos de relevancia tanto a nivel público como privado. La mitad de la población iraní son mujeres (de ellas un 40% universitarias) pero solo el 4% está representado en el parlamento. Es increíble que una fuerza tan mayoritaria esté excluida de la toma de decisiones políticas. ¿Podrá el naciente feminismo destronar a la dictadura machista? Me temo que estamos ante un fenómeno muy poco representativo y cuyo “proceso revolucionario” se alargará indefinidamente en el tiempo.

La República Islámica tradicional y patriarcal es una especie de barricada o trinchera que se resiste a claudicar a ante las múltiples agresiones de los “cruzados occidentales” en complicidad con el sionismo y los wahabitas saudíes. “Allah ha elegido al pueblo iraní para construir un mundo más justo y mejor”. Irán tras la victoria de la revolución islámica en el año 1979, guiada por el Imam Jomeini y después de siglos de colonialismo por primera vez en su historia logró su independencia. Desde ese instante se ha venido forjando un hondo sentimiento ultranacionalista en defensa de sus raíces e identidad. Por algo se jactan de ser la “superpotencia comercial, industrial y cultural de Asia central”.

Las exigencias de la República Islámica al grupo de los 5+1 son bien claras: poder seguir vendiendo petróleo y que se liberen las transacciones bancarias. De lo contrario, seguirá enriqueciendo uranio. Es una forma de chantaje para que se deroguen las sanciones que comienzan a crear un clima social insoportable en especial entre las capas más humildes que son las que cargan sobre sus hombros todo el peso de la crisis. El PIB iraní depende de sus exportaciones de petróleo y de ahí sus grandes pérdidas económicas a causa del bloqueo que igualmente golpea al sector energético, bancario y comercial.

La ultraconservadora Asamblea de Expertos es la máxima expresión del principio conocido como el Velayat-e faqih, doctrina impuesta por el Imam Jomeini y que es la herencia de los imanes descendientes y sucesores del Profeta Mohamed. En el aspecto jurídico la Sharia determina las leyes que rigen la vida de la comunidad según lo establece el Corán. Estos principios son de riguroso cumplimiento y aquel que los contradiga será considerado un apóstata y blasfemo. Así lo ha decidido el sector más fundamentalista y puritano del gobierno que cada semana condena a varios delincuentes a ser colgados en plena la plaza pública. Sembrar el terror es el mejor método de control social.

El 8 de mayo del 2018 el presidente Donald Trump anunció la retirada de EE. UU. del tratado nuclear con Irán por “su comportamiento provocador y desestabilizador” y soberbio amenazó que si continúan con su programa atómico, tomará represalias militares.

Irán no está resuelto a dar su brazo a torcer y sigue desafiado a EE. UU.: “cualquier agresión contra a Irán será respondida con contundencia”. Existen grupos proiraníes en Irak, Siria, el Líbano (Hezbollah) la Franja de Gaza (Hamas) y Yemen (Hutíes) decididos a realizar atentados contra intereses americanos o sionistas. Un serio desafío que hizo recapacitar a Donald Trump cuando quiso dar la orden de atacar las baterías de misiles iraníes en represalia por el derribo de un “dron de vigilancia” americano en el estrecho de Ormuz. Pero al final se arrepintió porque sus consejeros le comunicaron que la ofensiva podría causar más de 150 muertos. Muertes que sin duda alguna hubieran sido aprovechadas por el régimen para convocar manifestaciones de exaltación patriótica en homenaje a los mártires. Lo única respuesta punitiva fue un ciberataque efectuado por la USCC para desactivar sistemas informáticos y centros de control de las bases de misiles subterráneas de Khorramabad e Isfahan.

Los EE. UU. no olvida la humillante toma de rehenes en la embajada de EE. UU. en Teherán (1979) y la voladura del cuartel de los marines en Beirut (1983). Movidos por la sed de venganza el máximo objetivo es derribar al régimen de los ayatolás.

Ya lo dijo el presidente Rohani: “si alguna vez EE. UU. y sus aliados intentan boicotear nuestras exportaciones de petróleo entonces ningún país del golfo podrá hacer lo mismo”.

La versión de los portavoces de la República Islámica es que los atentados de los últimos meses contra los barcos petroleros en el estrecho de Ormuz son obra de comandos sionistas y la CIA (Navy Seal) con el propósito de justificar una intervención militar. En todo caso la clásica táctica de Irán ha sido la de culpar al enemigo para intentar lavarse las manos. Esto es algo que siempre ha sucedido cuando se le ha acusado de patrocinar atentados contra intereses occidentales cometidos por sus agentes o sus filiales.

Igualmente un ataque militar contra Irán provocaría un conflicto impredecibles consecuencias que superaría con creces la guerra de Irak y Afganistán. Además de implicar a superpotencias como China y Rusia.

El estrecho de Ormuz es una de las vías marítimas más importantes y geoestratégicas del mundo pues conecta África, Medio Oriente y la India. Entre Omán e Irán hay 33 kilómetros pero el paso con calado tan solo tiene 2 km. Por aquí transitan los barcos petroleros más grandes del mundo que transportan una quinta parte (20%) de la exportación mundial, es decir, unos 19.000.000 de barriles de petróleo, más el gas natural licuado de Qatar.

El portaviones nuclear Abraham Lincoln y los destructores de la V flota con base en Bahrein patrullan el estrecho de Ormuz para garantizar la navegación de los superpetroleros en aguas internacionales. Irán lo considera una “provocación imperialista”.

La actividad militar en la región es casi prebélica. Existe un antecedente histórico cuando se produjo la “guerra de los petroleros” durante la guerra de Irán e Irak que convirtió en un infierno las aguas del golfo, la zona de Basora, la gran refinería de Abadán. El cierre del estrecho de Ormuz por parte de Irán seria visto como un acto de guerra.

El presidente de los EE. UU. tiene que medir sus palabras pues el más mínimo error puede desencadenar la hecatombe. Si el ejército de EE. UU. ataca, Irán lanzaría un diluvio de misiles contra los pozos y oleoductos de Arabia Saudita. Tal conflagración podría desencadenar una crisis petrolífera muy parecida al de la guerra del Yom Kippur en 1973. En consecuencia el precio del barril de petróleo podría situarse por encima de los 100 dólares. El petróleo y el gas aportan la mayor parte del consumo mundial de energía primaria. La dependencia del mundo superindustrializado con respecto a los hidrocarburos es vital para mantener sus índices de crecimiento económico.

Los países europeos firmantes del pacto con Irán intentan por todos los medios rebajar la tensión con EE. UU. Aunque Teherán los acusa de ser ambiguos y ponerse al lado de Washington. Y es que el PAIC (Plan de Acción Integral Conjunto) que ha contribuido al crecimiento económico con restablecimiento de las sanciones se ha ido a pique. Ante las sedes de organizaciones humanitarias y de caridad islámica se forman largas colas de desheredados reclamando alimentos de primera necesidad. Las sanciones de Donald Trump no tienen otra intención que desatar una guerra civil.

Entramos en una fase muy severa de guerra económica y comercial. Donald Trump el 9 de mayo del presente año ha anunciado nuevas sanciones al sector de los metales industriales (hierro, acero, aluminio y cobre) que es el segundo rubro del PIB iraní. La guerra cibernética y el embargo es el método elegido por la Casa Blanca para que los ayatolás se sienten a negociar un nuevo acuerdo nuclear y cesen su campaña de terror en Siria y Yemen. Una invasión militar supondría gran cantidad de bajas entre sus tropas y eso es algo que la opinión pública no podría soportar.

El maquiavélico plan de Donald Trump, como en el caso de Venezuela, es que la ruina económica provoque la insurrección popular que derribe al régimen teocrático. El general Suleimani, héroe nacional iraní, soberbio amenazó a Trump “te tenemos localizado, estamos más cerca de lo que tú piensas”.

Los iraníes residentes en EE. UU., que se calculan en 3 millones, agrupados en Organización de Comunidades Irano-Americanas apuesta por instaurar una república laica, democrática y antinuclear.

La oposición más radical al régimen de los ayatolás, que cuentan con el apoyo incondicional del poderosísimo lobby compuesto por Trump, Netanyahu, Kushner y Kissinger, se muestra favorable a que se eleve la tensión en el golfo Pérsico y a que EE. UU. intervenga en la zona. De otro lado, el CNRI Consejo Nacional de Resistencia Iraní, con sede en París, encabezado por Maryam Rajavi, y los Muyahidines lanzan un llamado al pueblo iraní para que se levante y pongan fin a la “oprobiosa dictadura de los ayatolás”. Considerados por Irán terroristas a órdenes de EE. UU., Israel y Arabia Saudita y causantes de masacres y sangrientos atentados. Otra de las opciones que se baraja es la restauración del monarquía Pahlavi en la figura de Reza, hijo del extinto Sha y heredero a la corona, residente en California y depositario de una de las más grandes fortunas del mundo. “El león persa vuelve a empuñar la espada alumbrando un nuevo amanecer”.

Una de las secciones más activas del Pentágono es la especializada en Irán y sus miembros son nativos mercenarios que dominan la lengua y códigos culturales. Los servicios de inteligencia se encuentran en plena actividad especialmente los agentes de la CIA encargados de la guerra electrónica y la propagación de noticias falsas que contribuyan a sembrar el caos y desestabilizar al régimen. Además se han incrementado el número de espías sobre el terreno (CIA, Mossad y el Istakhbarat saudí) listos a complotar, recabar información e infiltrarse como topos en los organismos oficiales o centros científicos y militares.

Recordemos que Irán es un país multicultural con una gran variedad de etnias y lenguas. Hay comunidades de judíos iraníes, cristianos iraníes, sunitas iraníes, turcomanos, azeríes, kurdos, belochis. Muchas de las cuales hacen parte de la disidencia activa pues tienen cuentas pendientes con el régimen.

Tenemos que rememorar lo sucedido con los Muyahidín Jalq (de ideología islámico marxista) y del Partido Comunista Tudeh comprometidos en la lucha antimonárquica que tras la victoria de la revolución islámica fueron acusados por el Ayatolá Jomeini de “apóstatas del islam y moharebs o enemigos de Allah”. Miles y miles fueron detenidos y encerrados en distintas cárceles del país hasta que en 1988 los tribunales los condenaron al paredón y la horca. Este espantoso genocidio silenciado por los ayatolás ha quedado completamente impune.

Dentro del mismísimo seno del Consejo de Guardianes surgió una corriente crítica a favor de los derechos humanos y la democracia encabezada por el gran Ayatolá Ali Montazeri, arquitecto de la constitución de la República Islámica. A este sabio ulema que el ayatolá Jomeini nombró su sucesor a partir de su disidencia al condenar: “la imposición de una dictadura en nombre del islam y la ejecución de millares de opositores". Fue defenestrado. Juzgado por el Tribunal del Clero fue recluido de por vida bajo arresto domiciliario en la ciudad santa de Qom.

El gobierno de Irán está decidido a continuar su proyecto expansionista como lo demuestra su intervención militar en Iraq, Siria o el Yemen en auxilio de sus hermanos alawitas y chiitas y en defensa de los santos lugares. (Según la versión oficial) Un gasto militar de tal envergadura es el directo culpable de la quiebra de la hacienda pública. Se olvidaron de la política interna y ahora tendrán que pagar las consecuencias.

El amor a la muerte es uno de los máximos mandamientos del chiismo ya que la vida realmente comienza en el yenna o paraíso. El pueblo iraní ama el arte de la guerra, ama las armas. Su ADN es militarista. Desde niños han sido educados para alcanzar el martirio en honor a Allah, Husein y el ayatolá Jomeini. Espiritualidad y guerrerismo es una dualidad esquizoide difícil de asimilar.

En la Persia antigua, teología y poder militar han ido siempre de la mano, como se describe en el arte escultórico de Persépolis que refleja el carácter belicista del imperio persa. Un imperio que en su momento de máximo esplendor quiso invadir Grecia pero que cayó derrotado primero con Darío I en la batalla de Maratón y luego con Jerjes en la batalla de Termopilas y la batalla naval de Salamina. Si hubieran conseguido la victoria el destino histórico de occidente habría sido totalmente distinto.

A pesar de que ya han pasado 30 años del fallecimiento del Imam Jomeini su presencia es eterna e imperecedera. Por los pueblos y ciudades se observa su clásica imagen retratada en los grandes murales que adornan las paredes de los edificios. El imam Jomeini sigue ejerciendo su eterna tutela sobre sus hijos indicándoles el camino recto.

Entre las unidades más importantes del ejército iraní debemos destacar los Guardianes de la Revolución Islámica-Pasdarán, las tropas de élite al Quds, los Basij o milicia revolucionaria del pueblo que suman un gran total de 523.000 efectivos. Existen cientos de comandos suicidas listos a atacar por tierra, mar y aire a los enemigos del Islam. El desarrollo de una industria armamentística propia ha sido una de las grandes prioridades del gobierno y para ello han invertido millones de dólares en investigación y desarrollo tecnológico (incluido el programa atómico) El inventario bélico no para de crecer: misiles de corto y de largo alcance, cazabombarderos, helicópteros artillados, carros de combate, destructores, cruceros lanzamisiles, submarinos, mini submarinos, minas, torpederas, drones y hace pocas semanas se ha puesto en marcha el sistema de defensa aérea Jordan 15. Todas las unidades se encuentran en estado de máxima alerta y preparadas para “responder la agresión del satán americano”.

"Hay gente que tiene dinero, hay gente rica, muy rica. Estos ricachones disfrutan de un estilo de vida completamente diferente al resto de la población". En esos barrios altos de la capital se violan todas las leyes éticas y morales de la República Islámica fundada por el Ayatolá Jomeini. En Teherán existe una extensa red de bares y discotecas clandestinas en las que hombres y mujeres sin velo consumen alcohol y drogas, escuchan música estridente y bailan abrazados. Todo lo prohibido se puede hacer realidad frotando la lámpara maravillosa de Aladino.

La juventud ha optado por la solución más fácil que es la de emigrar legal o ilegalmente a algún país occidental. Muchos se apuntan a la Lotería de Visas de la Diversidad que periódicamente convoca el gobierno de los Estados Unidos y en la que los ganadores reciben como premio la United States Permanent Resident Card. Otros prefieren huir a través por la frontera turca para luego dirigirse a la UE a pedir asilo político. En los últimos 5 años han emigrado 1.500.000 jóvenes hastiados por la falta de democracia y de libertades. Los abruma la fatalidad al contemplar el horizonte tan sombrío que les espera. El éxodo de cerebros fugados es un capital humano de incalculable valor casi imposible de reemplazar. Entre esa masa crítica y contestataria también hay insumisos y pacifistas que se niegan a prestar el servicio militar.

La dramática situación económica ha situado la tasa de desempleo en el 29%. Es tal la emergencia social que miles de marginados se dedican a recoger basuras en las calles para venderla en las recicladoras de papel, cartón o metales. Mientras la oposición acusa a la cúpula gubernamental chiita de estar implicada en múltiples casos de corrupción y nepotismo. “Son mounafikines o hipócritas que conducen a su pueblo a la autodestrucción”.

En el 2010 el gobierno abolió las subvenciones al combustible, agua, electricidad y muchos productos básicos que ahora solo se transfieren en efectivo y con restricciones a la población más vulnerable. Entre los que habría que incluir un millón de refugiados procedentes de Afganistán e Irak.

Irán reclama su derecho a fabricar su propia bomba atómica como un seguro contra cualquier agresión externa de sus enemigos. “La bomba atómica es el único elemento disuasorio para garantizar la soberanía y preservar la vigencia de la revolución islámica”. Así lo han manifestado el ayatolá Jamenei. “El programa atómico iraní es con fines pacíficos porque el Corán condena las armas de destrucción masivas”. En todo caso El Imam Jomeini dejó escrito en su testamento que el principal deber de sus hijos es liberal la ciudad santa de Jerusalén y borrar del mapa a Israel. Mientras no se resuelva el problema palestino la inestabilidad de la zona será permanente.

El estado sionista de Israel es el principal factor de desestabilización en Oriente Medio. Según el Centro Contra la Proliferación de la Fuerza Aérea USA, Israel posee más de 400 bombas termonucleares (no sujeto a las inspecciones de la AIEA) Occidente lo respalda y considera “un bastión geoestratégico en la lucha contra el terrorismo islamista”

Trump hace un año en una conferencia de prensa en la Casa Blanca dejó abierta la posibilidad de reunirse con el Ayatolá Ali Jamenei sin condiciones previas para resolver cara a cara el asunto del programa atómico. ¿Si ya se ha reunido en dos ocasiones con el presidente de Corea del Norte Kim Jong-un, por qué no puede hacerlo con el líder supremo de Irán?

Donald Trump indignado por el ataque a los petroleros en el golfo de Ormuz le ha impuesto sanciones nada menos y nada más que al líder supremo del Ayatolá Jamenei y ocho mandos militares. El Departamento del Tesoro pretende cortar su acceso a los recursos financieros y bloquear cualquier activo bajo jurisdicción estadounidense y penar a los bancos de otros países que faciliten transacciones con la “cúpula terrorista iraní”. Mike Pompeo le atribuyó al Ayatolá Jamenei una fortuna de 83.400 millones de euros.

Pero el gobierno de los ayatolás se niega a negociar con EE. UU. un nuevo acuerdo nuclear. El presidente Rohani ha calificado a Trump de “retrasado mental", mientras los diputados reunidos en el parlamento cantaban “¡muerte a Estados Unidos!”, “EE. UU. propaga el caos y patrocina grupos terroristas”. “Si EE. UU. ataca a Irán, a Israel le quedará tan solo media hora de existencia”, sentenció Mojtaba Zonnour presidente de la Comisión de Seguridad Nacional y Política Exterior del Parlamento Iraní.

En la cumbre del G20 los líderes mundiales hicieron votos para que “Irán y EE. UU. lleguen a un entendimiento que preserve la paz mundial” No son más que frases retóricas llenas de buenas intenciones pero carentes de trascendencia.

Irán acaba de superar el límite de uranio que le permite almacenar el acuerdo nuclear. Una infracción que supone violar el pacto firmado en 2015 .“El reactor nuclear de Arak retornará a sus funciones previas”, aseguró el presidente Rohani. ¿Se encaminan a fabricar su propia bomba atómica? “Están jugando con fuego al enriquecer uranio”, afirmó Donald Trump.

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