En Occidente la clase media-alta y alta tradicional se contrae y se debilita. Y emerge una nueva clase en la frontera entre el bienestar y la exclusión. Una masa creciente de jóvenes desideologizados que se independizan cada vez más temprano que tarde, que ingresan en el mercado laboral, y otros a edades más avanzadas, que son padres a partir de los treinta y que van a vivir ingresando a lo justo para tener lo justo. Unos se mueven dentro del acoplo de la honestidad y el esfuerzo de la transparencia de su superación. Otros resaltan, se destacan y descuellan usando esas estrategias, habilidades, peripecias y destrezas para buscar una superioridad en lo económico desgarrando todas las reglas del decoro, honestidad y pudor. Esa nueva clase económica y social, numerosa y homogénea, de consumidores subprime, que está desplazando ese viejo y minoritario linaje que dominaba todas las aristas de la sociedad: política, industrial, comercial y profesional.
Esto no es un fenómeno doméstico ni geográficamente limitado, sino que afecta, aunque con intensidades variables, a todo el occidente desarrollado. Así por ejemplo en Estados Unidos durante mucho tiempo los trabajadores podían criar una familia y enviar a los hijos a la universidad sólo con el ingreso de uno de los padres (y que en estados como California y Nueva York la universidad era casi gratuita). Cualquier persona que quisiera un empleo con un sueldo decente podía tenerlo. Pero hoy ya no es así. Llega la crisis y está sucediendo el mismo fenómeno nuestro, influenciado por ese querer ser “alguien” de la manera más fácil posible.
A los que han arribado de esta manera buena o mala adquieren la denominación de “nuevo rico” El término ha sido usado despectivamente a lo largo de la historia con propósito de la distinción entre clases sociales y económicas, para describir a personas con riquezas recién obtenidas que actúan de forma vulgar y sin delicadeza para utilizar la riqueza de la misma manera que los viejos ricos, personas de familias que han tenido la abundancia a través de muchas o pocas generaciones adquiriendo la denominación de (antigua burguesía). Porque la “aristocracia” de nuestros países no existe, es una aristocracia de educación. Las muchas o pocas generaciones que pertenecen a la burguesía adquieren modales y bienes materiales. Modales por tener la oportunidad de salir a países desarrollados a educarse y adquirir, como decían nuestros abuelos, “buenas costumbres”.
Pues bien, esta comunidad, como dije arriba, se contrae y debilita dándole paso al “nuevo riquísimo”, que arriba con las muletas de la burguesía, que necesita de sus obsequios y regalos para supervivir, creciéndole el ego del cual eran huérfanos. Los otros, algunos, les queda un ego supérstite, que lo utilizan nostálgicamente para “castigar socialmente” a los que creen ellos que viven de esa entelequia superflua, exponiéndose a la burla.