Definitivamente los burócratas comunistas son los corruptos más descarados que se conocen. Esto lo decimos porque en los últimos días hemos visto cómo de manera cínica la camarilla comunista venezolana ha acusado de corrupción a miembros de la oposición de ese país por unas ayudas internacionales, sin que haya pruebas serias acerca de algún destino fraudulento de dichos aportes por la crisis humanitaria de ese país. Sin embargo, el parásito comunista de Jorge Rodríguez, que hace parte de la banda chavista y funge como ministro para la comunicación y la información del régimen, se la pasa dando gritos sobre la corrupción de la oposición.
Si de corrupción, crímenes, torturas y mentiras se trata, el marxismo a través de la historia se lleva el campeonato mundial de lejos. Los lastres mencionados anteriormente están implantados en el ADN del comunismo totalitario del que hace parte Nicolás Maduro con su camarilla. Además, el señor Jorge Rodríguez, el de las denuncias acerca de la corrupción de la oposición, olvida que su padre fue un vulgar terrorista, por eso en cambio de darle vergüenza por su origen, mete alaridos en contra de una supuesta corrupción; es que las posturas inescrupulosas del marxismo no tienen límites, sin olvidar que el comunismo totalitario es la organización que más ha cometido genocidios en la historia de la humanidad.
Para las elites de la secta marxista-leninista en diferentes partes del mundo utilizar la corrupción es otra forma de lucha, ya sea para conquistar el poder o consolidar por siempre a sus camarillas en la dirección de algunos Estados. Con ello queda patentado que el Foro de Sao Paulo bajo la batuta de Lula Da Silva dio la orientación política para que se materializara la corrupción de la empresa brasileña Odebrecht, que pagó coimas en 12 países a funcionarios del sector privado y público, y también entregó dinero para campañas políticas, comprometiendo a futuros gobiernos con el proyecto del socialismo del siglo XXI, de diferentes maneras.
Los regímenes más corruptos que se han conocido en el planeta en el último siglo son los de las dictaduras marxistas o ¿quién puede controlar la corrupción en Norcorea, Cuba, Venezuela, China o Vietnam? No se conoce de algún castigo a funcionario. Y si lo hay es porque cayó en desgracia con la cúpula del partido comunista. De la misma manera, la corrupción de la pandilla del PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela) es inocultable y los controles a los bandidos de esa burocracia gobernante prácticamente son inexistentes, recordando que Venezuela fue el país en donde Odebrecht repartió más sobornos, pues la cuantía es cercana a 100 millones de dólares. Entonces ahí está retratado de cuerpo entero el comunismo totalitario con la corrupción.
En Colombia, aparentemente con el conocimiento de la dirección del Foro de Sao Paulo, entraron a las campañas presidenciales de Santos en 2010 y 2014 dineros que no se registraron de la empresa Odebrecht. Se podría pensar que dicho apoyo se enmarcaba para promover el proceso de paz entre el gobierno y las Farc, ya que desde que se creó el Foro de Sao Paulo en 1990, el sátrapa de Fidel Castro diseñó la siguiente estrategia para tomarse el poder en los diferentes países de Latinoamérica: utilizar las elecciones teniendo como tareas previas grandes protestas y movilizaciones sociales (como ocurrió en Bolivia, Ecuador y Argentina), o intentonas de golpes de Estado (como sucedió en Venezuela con Hugo Chávez en febrero de 1992). Ahora bien, para Colombia el proceso de paz era la mejor manera de poner a las puertas de la toma del poder a las fuerzas marxistas-leninistas, usando diferentes máscaras, así que las coimas que pagó Odebrecht no eran únicamente para enriquecer aún más a los propietarios de esa empresa, sino que también había un fondo político.
También se ha denunciado que las Farc durante 20 años recibieron dineros de compañías importantes y los cabecillas de esa organización no lo han negado, alegándolo como “economía de guerra”. Con semejante afirmación prácticamente cualquier argumento político es válido para justificar la corrupción en el país, porque si esa califa comunista totalitaria se exculpa de esa manera, un político corrupto o un empleado del sector privado o alto funcionario del sector público que haya sido sobornado tranquilamente lo puede justificar recogiendo lo expuesto por los jefes subversivo. ¿O será que por pertenecer al engendro marxista-leninista existe una patente de corso que les permite a los miembros de las guerrillas no solo ser terroristas, genocidas, narcotraficantes y violadores, sino que de paso la corrupción no le es imputable a esos grupos narcocomunistas?
Con esto queda claro que la corrupción para los seguidores del marxismo-leninismo es otra forma de lucha, pues no es cuestionada ni combatida sino que se usa únicamente en ocasiones de caballito de batalla para purgar a los enemigos políticos (como ocurrió en Cuba en 1989 con el general Arnaldo Ochoa). Como lo dijimos anteriormente, en los regímenes comunistas no se reprime a la corrupción cuando es practicada por la camarilla, ya que ella es inherente al marxismo-leninismo, cuyas pandillas buscan el poder del Estado eternamente. Para que eso ocurra la corrupción debe de ir de la mano del comunismo totalitario.
Ladinamente en Colombia, partidos afiliados al Foro de Sao Paulo, patrocinador de la corrupción de Odebrecht, se rasgan las vestiduras y promueven acciones en contra de ese flagelo, pero no renuncian a pertenecer a semejante engendro, buscando engañar a la ciudadanía. Por ello el repudio genuino a esa calamidad debe partir desde las masas que movilizadas denuncien y acorralen a los corruptos, sin olvidar que el marxismo-leninismo es un padre innegable de la corrupción y en Colombia las bandas narcoterroristas han sido fieles seguidoras.