En muchas culturas como la mexicana a la hora de comer tacos, la peruana con el maíz cancha o las del Lejano Oriente, comer con la mano es de lo más común: antes basta con lavárselas bien o limpiárselas con desinfectante, y al terminar, limpiárselas con una servilleta o hasta lavárselas. Se ve la mano como lo que es: una extensión natural del cuerpo, una herramienta ideal para llevarse el alimento a la boca.
En Colombia, sin embargo, por una exagerada “higiene” mal entendida, un prurito, casi un complejo, muchísima gente sigue siendo demasiado quisquillosa y prefiere usar guantes plásticos al comer presas de pollo asado, costillas de cerdo o hasta picadas de carnes y embutidos. Si son capaces de comer con la mano un simple chicharrón de cerdo, cuya grasa también ensucia, una papa criolla o una arepa, por qué no hacerlo con los demás alimentos.
A este mal hábito contribuyen expendios y cadenas de pollo asado como Frisby, Calimio o La brasa roja, entre muchos otros, que ofrecen los guantes plásticos indiscriminadamente, cuando en realidad, en una buena práctica de responsabilidad extendida, deberían evitar su uso o al menos desincentivarlo.
Es cada vez más difundida la llamada Jerarquía de Gestión de Residuos, que consiste en evitar, reducir, reutilizar, repensar (dar un uso distinto al concebido, por ejemplo una botella de PET rellena de tierra o arena para usarla como ladrillo), reciclar y desechar. Es decir, el primer paso es evitar.
Pero a falta de campañas masivas de sensibilización, la gran mayoría de los colombianos continúa con muy malos hábitos de consumo que generan toneladas de basura absurda. Por ello, en estos escenarios, donde la irresponsabilidad de fabricantes, restauranteros y consumidores se conjuga, cabe la prohibición de este tipo de plásticos de un solo uso, como la que se tramita en el Congreso de la República.
De poco sirve que en espacios como el aeropuerto internacional El Dorado haya una buena gestión de residuos sólidos, incluso certificada, si el consumidor promedio sigue desperdiciando tanto plástico innecesario, como el de los guantes para comer.
Por ensuciarse usted un poquito las manos al comer no le va a pasar nada, y en cambio sí va a ayudar mucho al tan maltratado planeta.