La semana pasada en Caquetá nos despertamos con un estruendo que dejó sin piso a la primera autoridad del departamento: la Corte Suprema de Justicia condenó en segunda instancia a 7 años y medio de prisión al gobernador Álvaro Pacheco Álvarez por haber promocionado grupos paramilitares en Caquetá con fines electorales.
Aunque en las bases del liberalismo la decisión del alto tribunal cayó como un baldado de agua fría, era algo que se veía venir desde hace un tiempo. Por supuesto, las opiniones entre la gente no se han hecho esperar. “En época de elecciones es cuando se sabe todo”, “en últimas todos los políticos terminan siendo cortados con la misma tijera pero uno si sigue igual de pobre o cada vez más pobre”. Incluso, entre la confusión que genera la desinformación hay quienes se atreven a afirmar que fue en su período de gobernador que Pacheco incurrió en este delito. Pero lo anterior resulta algo curioso que deberíamos detenernos a analizar.
Según el fallo condenatorio de la Corte Suprema contra Álvaro Pacheco, las relaciones entre él y los paramilitares venían desde 1997, año en el que se desempeñaba como Secretario de Tránsito Municipal del exalcalde Héctor Orozco Orozco, y ocupó el mismo cargo durante la gobernación del liberal Luis Antonio Serrano Morales, período en el cual, según la Corte, Pacheco “prestó su colaboración en trámites relacionados con vehículos y aportó recursos económicos, como formas de promoción del grupo ilegal”. Posteriormente es elegido alcalde de Florencia para el período 2001-2003, y tres años después, representante a la Cámara por el Caquetá en 2006, años en los cuales “participó en varias reuniones con comandantes paramilitares” y “empleó la función pública al servicio de la causa criminal”.
Desde relaciones cercanas con líderes paramilitares como alias José María, hasta confesiones de más de cinco miembros del Bloque Caquetá y de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (Accu) —que posteriormente entra a llamarse Frente sur Andaquíes (Fsa) del Bloque Central Bolívar (Bcb) de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc)—, son apartes del proceso condenatorio que existe contra Pacheco.
Curioso que quienes adoptan el discurso de “ya se sabía”, sean (una buena parte) sus electores. Escabroso. El departamento que renace de las entrañas del conflicto, que aún no perdona los azares de la guerra, uribista pura sangre, terminó eligiendo de gobernador a un aliado paramilitar que se fue en detrimento de la fe pública, del erario y de los intereses del territorio de donde era gobierno. Terminaron eligiendo (y no digo “terminamos”, porque como yo, muchos no lo hicieron) a un personaje que cargaba sobre sus hombros serias sospechas que respectaban a alianzas de dudosa conveniencia para el departamento y para el país, condenándonos a todos los caqueteños a la incertidumbre, a la zozobra y a la expectativa de una pronta solución al limbo jurídico que el mismo Pacheco orquestó con el fin de evadir la justicia, renunciando al fuero como congresista, apelando a segundas instancias, etc.
Estamos a más de 3 meses de las elecciones, un punto medio en donde vale la pena hacer un alto en la carrera por las ideas que estamos avalando. Podríamos tener la oportunidad histórica de cambiar el rumbo del departamento y de sus municipios, castigando en las urnas a quienes heredan ese capital político y lo siguen usando para propósitos que no son los que aclama el ciudadano de a pie como constituyente primario. Dejarle las banderas del departamento nuevamente a los liberales o al uribismo sería la crónica de una muerte anunciada.