En tiempos donde la más importante de las revistas del país cede ante la presión del uribismo, es realmente valiente que Julio Sánchez Cristo haya podido formar un equipo de gente frentera como Yamit Palacio y Juan Pablo Calvás. Hoy lo entrevistaron en la W y fue penoso. Quería pasar de agache mandando sus cifras incontrastables, salidas solo de su imaginación. ¿Cómo va a decir que 5.000 guerrilleros, casi la mitad de los que entregaron sus armas a finales del 2016, se han devuelto al monte? ¿Qué interés personal hace que intente desprestigiar durante tanto tiempo el proceso de paz? Menos mal que María Camila Díaz lo pudo confrontar y le preguntó de dónde sacaba las cifras. Uribe, como siempre, dio vueltas y volvió a dejar en evidencia que cuando no sabe enreda, que es el heredero de Laureano Gómez y sus sofismas distractores.
Por el respeto que le tiene Álvaro Uribe a Lucas Pombo, el mejor de los periodistas políticos del país, el expresidente salió a hablarle a la W, pero no creo que lo vuelva a hacer. No creo porque los muchachos de Julio y Alberto Casas no tienen pelos en la lengua y no le lamen ni le rinden pleitesía como otros Vélez por ahí. Con el solo hecho de decirle senador o expresidente lograron poner nervioso al presidente eterno, tan acostumbrado a beber de las miles del elogio fácil, del miedo que produce entre sus interlocutores.
Ahí están los uribistas, ladrando de nuevo contra Julio, diciendo que es un vendido de Santos. Por favor, Julio Sánchez Cristo es amigo personal de Iván Duque y ni siquiera eso influye su juicio, su ecuanimidad. Además, recuerden el papel protagónico que tiene María Isabel Rueda dentro del programa. Desde sus columnas de El Tiempo y su espacio en la W, la señora Rueda, decana del periodismo nacional, defiende sin aspavientos a la derecha: desde Uribe, pasando por los militares y terminando por el inverosímil alcalde Peñalosa. Ecuanimidad es lo que le sobra a nuestro Julio Sánchez de todos los días.
Y eso que no estuvo el mejor periodista de este país, el gran Félix de Bedout, un hombre coherente, incorruptible, incansable, atributos que lo han convertido en el objetivo de cientos de campañas de desprestigio que desde redes perpetra el uribismo más extremo.
En síntesis, gracias Julio y W Radio por evidenciar lo que todos sabemos: que Uribe no es una idea, es solo un sentimiento que se combate con razones, como las que bien supo esgrimir su mesa de trabajo.