Donald Trump, además de presidente, un gran vendedor de armas

Donald Trump, además de presidente, un gran vendedor de armas

Él es el típico hombre capaz de venderle su alma al diablo y este es un negocio lucrativo, cosa que sabe más que bien

Por: Francisco Henao
junio 07, 2019
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Donald Trump, además de presidente, un gran vendedor de armas
Foto: Instagram @realdonaldtrump

Mejor hubiera sido ver a Donald Trump vendiendo sus edificios, o coronando a la bella Miss Universo, con esa sonrisa agradable, carismática, contagiosa que lucía en esos días de jolgorio en Las Vegas, que verlo hoy de presidente de los Estados Unidos, empeñado en inundar el mundo de armas, dado que esta industria proporciona unas pingües rentabilidades. Así como es de los mejores negocios del mundo, a la vez es el más ruin que se ha inventado la extraña criatura humana.

¿El hombre es consustancial con las armas? No ha parado de guerrear. En las Termópilas los atenienses derrotaron a los persas. En plena reforma protestante, se inventaron la guerra de ‘los treinta años’, devastadora. Acabamos de recordar los tristes 20 años de bombardeos a Yugoslavia, y los 75 años del desembarco en Normandía, donde hubo dieciséis jefes de gobierno, todos hablando de paz, de concordia, de un mundo acogedor y capaz de albergar amor. Parecía que era hasta hoy que se hacían eco del mensaje de los hippies de San Francisco en el verano de 1975, donde pedían hacer el amor y no la guerra.

Pero los hechos niegan sus palabras. En Ohio, Estados Unidos, hay una fábrica de armas que produce el célebre tanque blindado M1-Abrams, en problemas económicos por falta de pedidos. Hoy ha recuperado su fortaleza gracias a que Trump aumentó su presupuesto de Defensa en 2017. La construcción del tanque recuperó lozanía. Trump acudió allí en marzo último y se dirigió a los trabajadores: “Gracias a mí, este lugar sigue abierto”. Les pidió que votaran por él.

Peter Navarro, uno de los halcones de Trump como asesor comercial, declaró en el NYT después de la visita a Ohio del presidente: “La administración de Trump ve nuestra industria de defensa como el sólido cimiento de nuestra seguridad nacional y económica”.

Trump por naturaleza es un vendedor, cambió la venta de coronas por la de armas. Adonde llega, es recibido como un salvador. Un salvador para los que ejercen el poder. Aquellos líderes autócratas y ricos lo aman. Como el rey saudita Salman bin Abdelaziz, que no sabe qué hacer con los archimillonarios ingresos del petróleo —Arabia Saudí puede producir 11 millones de barriles de petróleo diarios, si quiere—. Hasta allí se desplazó la comitiva Trump con su rico portafolio de armas. A Salman se le salían los ojos hojeándolo. Donald lo observaba, pero su sonrisa ahora es asustadora, siniestra, perturbadora. Consiguió que Salman le hiciera un pedido por $ 110 mil millones de dólares. Cifra 20 veces superior al tesoro que encontró Edmundo Dantès en la novela de Alexandre Dumas.

Donald ha engañado a todo el mundo con la historia del America first. Fabricó la guerra comercial para favorecer la industria y el empleo nacional, según él. Los primeros resultados del arma letal de los aranceles, muestran que todo ha sido un ardid. Pero él sabe jugar su carta con los medios de comunicación a su favor. Cajas de resonancia que proclaman éxitos —en realidad, hasta ahora, ficticios—. Le había comido el coco a todo el mundo, hablando de replegarse a su propio país —lo que lo llevó a la presidencia—, para que América fuera de nuevo grande. Pero se salió de su horma para sorprender con su decisión de bombardear dos veces Siria. En 2017 largó 59 misiles Tomahawk y en abril 2018 soltó 66 misiles Tomahawk en territorio sirio, además estrenó un nuevo misil de Rango Extendido, con un alcance de más de 1.000 kilómetros y casi indetectable, lanzado por un avión. Cada uno de los misiles Tomahawk tiene un costo superior a un millón de dólares. Son misiles de alta precisión que a veces se equivocan, en el bombardeo de Serbia y Montenegro en 1999, un Tomahawk fue a dar a Hungría. Así, en Siria, en una noche, Donald, como buen olfateador del dólar, soltó $ 66 millones de dólares; con el propósito de reactivar la economía nacional, solucionar el desempleo de los obreros blancos que votaron por él, y asegurar la reelección.

Según los datos de un instituto de paz, SIPRI, en Estocolmo, que lleva estadísticas confiables, en 2017 se vendieron armas en todo el mundo por un monto de $ 398.200 millones de dólares. El 57% de la venta de ese armamento está controlado por empresas de Estados Unidos. Según SIPRI, en 2017 Rusia se convirtió en el segundo vendedor de armas, lejos de Estados Unidos, pero desplazó a Reino Unido, en tercer lugar, seguido de Francia y Alemania. A este listado hay que agregar a China e India, que buscan abrirse paso en este tipo de mercado. Como se ve, los países que hablaban de ‘nunca más a la guerra’, en los 75 años de Normandía, para hacer crecer sus economías se dedican a vender armas. El negocio más rentable, pero el más infame. En los lugares donde se usan esas armas, crece la pobreza, el subdesarrollo, el atraso que trae desolación.

Y, siguiendo a SIPRI, el comercio mundial de armas ha crecido un 7,8% debido a que las monarquías del Golfo han aumentado sus presupuestos militares. Arabia Saudita es tal vez el mayor comprador de armas hoy. ¿En dónde se usan las armas sauditas? En Yemen, un país que está siendo destruido, como Siria. En Yemen se libra un pulso por el dominio de la zona entre Arabia e Irán, suníes contra chiítas. Es una cuestión de orgullo, ni siquiera religiosa, sino de decir “aquí gané yo”. Incluso, los senadores republicanos se han opuesto a la venta de armas a los saudíes, más con el caso del asesinato de Jamal Khashoggi. Pero Trump les replica haciendo énfasis en sus lazos de amistad con el príncipe Salman, un jovencito veleidoso que impone su ley, pero al que Trump dice admirar y puntualiza que “el príncipe nada tiene que ver en el asesinato de Khashoggi”. Trump es la ley de la arbitrariedad.

Donald es un maestro para agitar las aguas. En Europa no cesa de hablar del nuevo peligro de Rusia y China. En marzo 2018, Putin mostró al mundo sus nuevos misiles intercontinentales, con una velocidad 20 veces superiores a la velocidad del sonido. “Ataca como un meteorito, como una bola de fuego”, amenazó Vladimir. China en la provincia de Shandong acaba de lanzar su primer portaaviones fabricado por ellos mismos. Entonces Trump pide a los europeos gastar más dinero en defensa, pero que esas compras de armamento sean con empresas estadounidenses. ¿A qué va Netanyahu a Estados Unidos? Según el diario Jerusalem Post, abril 2017, Israel hace un pedido de armas por 440 millones de dólares. Netanyahu pidió 13 cañones navales de 76 milímetros. Hay una foto de un abrazo entre Neta, dichoso, y Trump con su sonrisa macabra. Pero Trump aísla a Irán y desconoce un acuerdo nuclear considerado como un paso de paz. Lo que demuestra su carácter voluble, acomodaticio y prepotente.

Donald Trump es el típico hombre capaz de venderle su alma al diablo. El diablo es sabio en camuflar sus recónditos deseos, que jamás deja traslucir. Tírate, que tus ángeles te salvarán, dice a Jesús. Acude satán al argumento del poder, que doblega a los seres humanos. Pruébame que tú eres poderoso, que por encima de ti no hay nada. Quiere ver si el ególatra que hay que cada hombre/mujer se manifiesta y termina cediendo. Jesús echa mano de su mansedumbre para soportar la prueba. En Trump lo que habita es un ególatra, sentado en el trono más poderoso del mundo. Su perdición es que cree saber más que Satán. Su poder arbitrario irá hasta 2024. Los paisitos que están en guerra no deberían ceder a los falsos cantos de sirena, que semeja la voz de Trump, para venderles sus armas.

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