En los últimos días se ha suscitado un debate a partir de las denuncias del senador Gustavo Petro, con la presentación de unos vídeos en los que supuestamente se tortura a militares que se preparan en el curso de Lanceros del Ejército Nacional, acompañados del testimonio anónimo de un supuesto integrante o exintegrante de la fuerza que se declara traumatizado por la dureza de las pruebas.
El senador de izquierda busca señalar que la dureza de estos entrenamientos es un laboratorio de experimentación para que los militares se conviertan en asesinos y torturadores despiadados de los civiles, recogiendo las especulaciones de una campaña de prensa que pretende indicar que retornaron los “falsos positivos”, como práctica de la contrainsurgencia en el país.
La mayoría de quienes han participado sobre el tema en redes sociales desconocen la ciencia militar y seguramente la primera impresión es que evidentemente existen malos tratos físicos y psicológicos a quienes se someten al rigor del entrenamiento psicofísico del curso de Lanceros o de cualquier especialidad militar, incluso en la formación en las escuelas militares o para los soldados que cumplen con el deber constitucional del servicio militar.
Mas allá, entonces, de la discusión política que se genera en torno al tema, es necesario que los ciudadanos colombianos entiendan las razones que asisten a las exigencias psicológicas y físicas de la preparación del militar para la guerra, como última ratio cuando fracasa la política (en el plano internacional), o para contener las amenazas criminales contra la sociedad (en el denominado conflicto interno). El soldado debe estar en todo momento para responder a las duras exigencias de su profesión.
En cualquier ejército del mundo la preparación para el combate es una preparación para la supervivencia. Entendemos por situación de supervivencia aquella en la que un individuo se encuentra inmerso en un medio generalmente desconocido y adverso, en el que deberá subsistir con los recursos que le proporciona el terreno, manteniendo las condiciones psicofísicas necesarias para sobrevivir. Un accidente aéreo, un amerizaje en el mar, quedarse aislado durante la ejecución de una misión o ejercicio militar son situaciones probables en la vida de cualquier militar. Por tanto, todo militar necesita aprender supervivencia para poder afrontar ese tipo de situaciones con posibilidades de éxito.
Y ese preparación para sobrevivir a situaciones reales de catástrofe o de conflicto, no puede ser puramente teórica, ni tampoco los avances tecnológicos en la ciencia militar suprimen del todo los riesgos físicos y reales de las situaciones de combate personal; aún no se ha llegado a la guerra cibernética como única manifestación de conflicto bélico, es apenas una parte de este; las guerras, y más la guerra asimétrica, exige la presencia física del combatiente para su desarrollo, para neutralizar al enemigo y hacer que cese toda amenaza contra un pueblo o una sociedad.
Las guerras aún se pelean en escenarios reales, no en escenarios de teatro o virtuales; hay que afrontar las exigencias del terreno, del clima, de los factores de flora y fauna, los accidentes geofísicos, pero también los geopolíticos y geosociales y humanos, que están presentes en cualquier teatro de operaciones donde la actividad militar se desarrolle. Y el soldado debe prepararse en escenarios similares para que cuando sea necesario afrontar la realidad del combate pueda desarrollar su misión con éxito y sobrevivir a ella.
Para el caso concreto del vídeo que exhibió el senador Petro sobre una hipotética situación de secuestro por parte de la delincuencia al personal militar, hay que ver la bondad de la exigencia en la formación; si esa exigencia no estuviera impregnada en el ser del Soldado, el índice de supervivencia de quienes fueron secuestrados por las Farc-Ont y sometidos a todos los vejámenes inimaginables, habría sido nulo; el pensamiento constante del soldado secuestrado era superar una prueba en la que la única alternativa de escape era la muerte.
Colombia debe saber y debe entender que el soldado secuestrado por las organizaciones narcoterroristas no tiene ninguna garantía de respeto a sus derechos humanos o de acatamiento al Derecho Internacional Humanitario por parte de sus victimarios; el secuestrador busca quebrantar la moral y la psiquis del soldado hasta llevarlo a grados de desesperación y muerte.
Según el Observatorio de Memoria y Conflicto, del Centro Nacional de Memoria Histórica, se calcula que entre 1976 y 2017, las guerrillas de las Farc y el ELN secuestraron a 1.214 militares y policías (fecha de corte: 10/04/2018), y su cautiverio duró 5, 10, 14 años, en condiciones inhumanas, similares a las de los campos de la muerte del régimen nazi durante la segunda guerra mundial o los gulags soviéticos o chinos. Un alto número de soldados y policías murieron en cautiverio, asesinados por sus captores o dejados morir por inasistencia médica; en la actualidad hay 196 soldados y policías secuestrados-desaparecidos por esas narcoguerrillas.
La gran mayoría de profesionales debe realizar duras y extenuantes prácticas para optar por un grado o una especialización; por su naturaleza, esas prácticas para el militar exigen el máximo de su capacidad física y psicológica, de ellas no solo dependerá su vida, sino la de sus compañeros y las de aquellos a quienes protegen, por eso resulta salida de toda realidad la propuesta del senador Petro de que estas se hagan solamente aprovechando los adelantos tecnológicos o en el muelle confort de escenarios virtuales. Las guerras exigen soldados con capacidad para vivir y triunfar, un combate, a diferencia de un encuentro deportivo, no tiene tiempos establecidos de duración de la batalla, puede durar minutos, horas o días y hasta meses, en los que el descanso se vuelve un lujo.
Para afrontar con éxito una situación de supervivencia no solo se requieren unos conocimientos técnicos, sino que es necesario también poseer y entrenar ciertas habilidades mentales o psicológicas. En efecto, en supervivencia hay dos grandes aspectos a considerar: el técnico y el psicológico. El aspecto técnico aparece en todos los manuales de supervivencia y se refiere a un conjunto de conocimientos y técnicas necesarias para sobrevivir: construcción de refugios, obtención de agua y alimentos, medios de orientación y posicionamiento, etc. La preparación técnica es necesaria, pero no suficiente para salir airoso de una situación de supervivencia. Un ingrediente clave en toda situación de supervivencia es la actitud del superviviente, como lo es aceptar inmediatamente la realidad de la nueva situación y reaccionar de manera adecuada. De hecho, personas bien entrenadas han muerto por perder la calma y no ser capaz de poner en práctica dicho entrenamiento. Por tanto, se necesita una preparación psicológica adecuada, basada en una actitud positiva del individuo y en su deseo de sobrevivir.
Cualquier manual de formación militar en el mundo enseña que el logro de una misión u objetivo en instituciones polifacéticas como el Ejército es el resultado de la suma de múltiples factores, en donde el soldado representa la unidad fundamental de la fuerza. En él radica el poder y eficiencia de combate, por esto es fundamental que el soldado posea una preparación integral en todas las áreas del desarrollo profesional, cognitiva, afectiva y física. La efectividad y logro de una tarea depende, entre otros aspectos, de su condición física. Durante la gran gama de operaciones de guerra y distintas a la guerra en las que debe ocuparse un soldado priman cualidades físicas como la resistencia, fuerza, agilidad, coordinación, entre otras. El cumplimiento del objetivo, la victoria o incluso la vida del soldado depende muchas veces de estos factores.
De tal manera que resulta cuando menos pueril el cuestionamiento que hace el senador Petro sobre el entrenamiento militar para tratar de vincularlo a sus objetivos políticos de minar la moral y la disciplina de las Fuerzas Militares y de Policía de Colombia, explotando la sensiblería de quienes desconocen la ciencia militar. Esos soldados, a diferencia de los terroristas, tienen todas las garantías de respeto a su integridad y su dignidad en la etapa de formación y solo quienes no fueron aptos para superar las duras pruebas pueden salir renegando y disociando como lo hace su supuesto militar arrepentido.