La cruel situación de los profesores de artes en Colombia

La cruel situación de los profesores de artes en Colombia

Se enfrentan a escenarios muy poco favorables: no los contratan por estar sobrecalificados o los contratan pero no les pagan lo suficiente

Por: Mónica M. Arenas
junio 06, 2019
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La cruel situación de los profesores de artes en Colombia
Foto: Pixabay

Para los últimos gobiernos y empleadores, el docente de artes (en general) ha perdido cada vez más valor y presencia, no solo por los requerimientos a la hora de hacer el proceso de contratación sino por las labores que debe realizar. El docente pasó a ser el que “rellena” el horario, el que es más prescindible, el “no necesario”.

Las universidades entonces deberían ser consecuentes y no ofrecer los programas de pregrado y posgrado para no perder años de estudio, de conservatorio y especializaciones para ganarse prácticamente un mínimo porque entraríamos en el segundo conflicto: la sobrecalificación. Y no hablemos de los institutos técnicos que están “preparando artistas integrales” con todos los vacíos cognitivos que se puedan imaginar. Programas donde se sigue dando prioridad al instrumento principal o énfasis, pero las “materias de relleno” siguen presentes en las mentes de los estudiantes para graduarse por un cartón a medias y no por convicción y con un mínimo desarrollo cognitivo. Recordemos que serán los futuros profesores de artes del país, los que vienen detrás de nosotros y los que probablemente no cumplirán con las expectativas planteadas desde el empleador.

He visto casos de colegas con incluso dos pregrados, especialización, maestría, que se enfrentan a las tres opciones más comunes:

1. Los contratan por el mínimo.

2. No los contratan por estar sobrecalificados y “no tener con qué pagarles con base a sus estudios”.

3. Los contratan pero no les permiten avanzar en el escalafón interno para no pagarles lo que por ley y estudios debería ser. Sin contar con los cursos, diplomados y seminarios que suelen complementar el perfil docente.

Varios colegas de conservatorio optaron por irse del país, no solo a especializarse sino a tener una carrera musical digna y decente, donde se reconocieran no solo sus habilidades sino el valor económico de estas. En muchas formas apoyo que se hayan ido a buscar un futuro más cierto y menos incierto como el que tenemos los que decidimos quedarnos a vivir de nuestra profesión en este país.

Cabe preguntarnos si Colombia seguirá siendo un país que utópicamente dice que apoya el arte en todas sus expresiones o seguirá siendo el mismo país consumista que por medio de la famosa “economía naranja” —que no es más que una utopía que no funciona en este país por la forma como está planteada— solo está incentivando el turismo comercial y nada más.

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