En Colombia, todos los días hay escándalos por corrupción en la clase política y aunque se lucha por acabar con la paz (algo que es promovido por los que no han ido a la guerra ni la han sufrido), se presentan desapariciones de líderes sociales, feminicidios, se apoya el fracking, crece la inseguridad, aumenta del desempleo, hay un pésimo sistema de salud y ni hablar de la educación. En este contexto, es bueno preguntarse: ¿qué están haciendo los jóvenes colombianos en sus comunidades?
En el 2018, se realizó la convocatoria #NextGenerationInspira, organizada por British Council Colombia, que buscaba resaltar las iniciativas que estaban desarrollando jóvenes colombianos. Fueron más de 45 proyectos, enfocados en confianza y capital social, participación política, educación, trabajo y tiempo libre, violencia y salud mental, resiliencia, sueños y expectativas, que se postularon y decidieron mostrar lo que hacían en sus comunidades.
En Ubaté, Cundinamarca, Daniel Cruz, un docente del área de inglés, con su proyecto “Juventud en Marcha”, dirigido a jóvenes de la ciudad de Ubaté, promovía desde el área de inglés procesos de cambio, campañas contra el embarazo adolescente, drogadicción y alcoholismo en la población juvenil. Con este buscó crear, en los jóvenes, conciencia sobre la necesidad de ayudar a quienes lo necesitan, por medio del talleres de lectura, escritura, arte e inglés, enfocados a promover el mejoramiento de su comunidad.
En Istmina, Chocó, Yohana Ballesteros, una ingeniera ambiental, y un grupo de profesionales, crearon el proyecto “Mariposas de paz”, una iniciativa que desarrollaron en la comunidad De pie de Pepe, en el municipio de Medio Baudó en el Chocó. Trabajaron de manera integral con los niños y jóvenes, desarrollando actividades pedagógicas, servicios sociales, recreación y deportes. El objetivo principal era mejorar su autoestima y calidad de vida. Actualmente, Ballesteros tiene “Plus Mariposas”, donde se centra en el amor propio, la aceptación, respeto e inclusión.
En Medellín, Antioquia, Tomás Agudelo, un estudiante de diseño de modas, con su proyecto #HILOROJO, fomenta la sana convivencia y el trabajo en equipo, por medio de la creación de camisetas con los habitantes de las comunidades vulnerables en la ciudad de Medellín, en estos espacios se tejen historias entre voluntarios-habitantes y se han logrado hacer aproximadamente 1.800 camisetas.
En Putumayo, Neyder Culchac Gómez, representante de los jóvenes rurales emprendedores del departamento del Putumayo, hace parte de un ASAPIV, una asociación sin ánimo de lucro, en donde se sustituyen los cultivos ilícitos con cacao y pimienta. A este proceso, se encuentran integradas 480 familias y se busca construir un mejor vivir.
En Tuluá, Valle del Cauca, Mario Mejía, junto con colegas de Trabajo Social, conformaron una organización llamada Corporación Equilibrio. A través de esta iniciativa lideran proyectos de investigación, pedagógicos y de intervención social. Por medio de sus estrategias buscan impactar a líderes y lideresas, familias, organizaciones juveniles y jóvenes el municipio de Tuluá.
En Sincelejo, Sucre, Sebastián Martínez y Sandy Lagares, crearon el proyecto llamado +Inclusión, dirigido a chicos entre los 6 – 19 años, donde lograron movilizar más de 50 voluntarios que aportaron a las construcción de un proceso de liderazgo, autoestima, resiliencia, respeto, aceptación, recreación e inclusión. Como resultado de ese proceso, nació INSPIRA, una corporación sin ánimo de lucro constituida por 5 jóvenes, a la que se han sumado voluntarios para crear procesos culturales, educativos y sociales, buscando impactar a toda la comunidad. Sandy Lagares, fomenta la lectura y valores en su club ¼ de lectura. Cintia Alfaro fomenta la investigación por medio de la caracterización de los habitantes del barrio. Yulieth Cárdenas usa el teatro como herramienta de exploración y recreación. Marcos Portacio emplea la guitarra como instrumento de enseñanza y Sebastián Martínez continúa coordinando +Inclusión.
Asimismo, hay muchos jóvenes como Joseph Valdelamar, que por medio de su organización dancística Furia Latina, crea espacios de formación para chicos de bajos recursos. Pedro Bertel, uno de los jóvenes líderes de Nuestro Unicef, dedica sus domingos a promover los derechos de los niños. María Sierra, desarrolla estrategias encaminadas al logro del ODS1 (disminuir la pobreza). Yisel Alemán, en Mateo Pérez, Sampués, dedica sus tardes ayudar a niños en temas escolares.
Ahora sí, ¿qué están haciendo los jóvenes colombianos?
Están impactando positivamente y liderando espacios en sus comunidades, están inspirando, educando, motivando y transformando la sociedad, a partir de acciones concretas. Todos persiguen un mismo propósito, promover un cambio y generar alternativas para mitigar la desigualdad y generar oportunidades.
