Una circular firmada por las Águilas Negras, en la que amenazan a líderes sociales y estudiantes de la Universidad de Antioquia, llegó a las instalaciones del alma mater el pasado 20 de mayo. El mensaje es directo. Está con nombres y apellidos. Dice que los líderes no podrán matricularse el próximo semestre.
Podría decir que esta es una amenaza más o una menos, pero hay que hacerle frente a esta persecución sistemática que al parecer le quedó grande al gobierno. Es así cómo todos hemos venido siendo testigos de la materialización de estas, que han dejado una matazón indiscriminada a lo largo y ancho del país, pues las autoridades ponen poca o ninguna atención a este tipo de sucesos.
Por su parte, la Gobernación de Antioquia a través de la secretaria de gobierno departamental, Victoria Eugenia Ramírez, se refirió a este tema y a otras problemáticas que, según ella, afectan a la institución, como la prostitución y el microtráfico. Dejando de lado y deslegitimando lo ocurrido.
Las denuncias puntuales de la funcionaria fueron que dentro del campus universitario se estarían usando las aulas para presentar espectáculos de estriptis y prostitución.
Es entonces cómo queda en evidencia una vez más la incompetencia de las autoridades al no tener indicios de quiénes pueden estar detrás de todo esto y lo peor, la falta de reacción ante los acontecimientos y la descalificación de lo ocurrido.
Asimismo, es deprimente que un gobierno local asuma este tipo de posiciones ante un hecho tan lamentable y desde cualquier punto de vista reprochable.
En ese orden, no se debe desconocer los acontecimientos por razones meramente políticas, porque lo que se espera es dar respuestas sobre quienes en realidad están detrás de todo este entramado de amenazas y zozobra que en muchas ocasiones nos han costado la vida de nuestros líderes sociales.
Finalmente, debemos unir esfuerzos interinstitucionales de la mano con las comunidades para conjuntamente garantizar la vida de cada uno de los líderes sociales y de los ciudadanos de a pie que deben siempre sentirse seguros sin importar en qué parte del territorio nacional se encuentren. Queda entonces aceptar los hechos, para tomar acciones que minimicen o acaben con lo que pareciera una cacería de brujas.